Skip to main content

Entre el 1777 y 1781, tres potencias peleaban por la supremacía mundial: una ascendente Inglaterra, otra decreciente España, y una tercera Francia, que se había aliado con la Monarquía española en el llamado III pacto de familia de los Borbones.

Vayamos a Norteamérica. La Luisiana era una gran comarca sin fronteras, en gran parte inexplorada. Había sido descubierta por el conquistador español Hernando Soto en 1541, pero ni la inscribió ni hizo ningún registro administrativo sobre ella. Siglo y medio después, en 1682, Rene Robert Cavalier de La Salle reclamó estas tierras para Francia con el nombre de Luisiana en honor al rey Luis XIV.

Terminada la guerra de los siete años, Luisiana pasó a España, que tuvo que ceder Florida a Inglaterra.

Los colonos de la costa este norteamericana estaban luchando contra Inglaterra por su independencia y pidieron ayuda al Reino de España.

A Luisiana fue destinado como gobernador en septiembre de 1776 Bernardo Gálvez. Un militar malacitano de familia notable y ducho en guerras europeas y americanas. Se instaló en Nueva Orleans y se casó con una criolla: María Feliciana. Una curiosa historia de amor. Su misión era vigilar a las colonias británicas de Norteamérica por medio de la red de espías que había montado Unzaga el gobernador anterior, que ahora era concuñado de Gálvez. Tenía que estar pendiente de los movimientos miliares ingleses, ayudar en lo que pudiera a los colonos y preparar la guerra contra Inglaterra. ​La Luisiana estaba poco poblada de españoles, pero tampoco había muchos negros, mulatos ni indios, aunque con Unzaga y Gálvez el número de habitantes creció de 13000 a 30000, con una aportación española del 15%.

Desde Nueva Orleans, Gálvez mandó reforzar las posiciones en la Luisiana y para ello fundó varias ciudades con españoles, criollos, mulatos e indios, mientras mandaba víveres y armas a los colonos del norte.

Gálvez fue avisado por sus espías que los ingleses querían invadir la Luisiana. Para ellos era una comarca clave por el control del Misisipi. La orilla oriental además era la frontera con la Florida.

Gálvez, un hombre inteligente y con talento, entendió que con habilidad, destreza y una buena táctica y su experiencia militar podía ayudar a los colonos americanos. Formó dos ejércitos, uno de 400 españoles que consistía en 170 soldados veteranos y 330 reclutas recién llegados de México y otro con un número parecido, pero con menos españoles. Había hispano-cubanos, dominicanos, puertorriqueños, indios, negros y mulatos, además de siete voluntarios americanos que se le unieron, incluido Oliver Pollock, que fue su confidente en los movimientos del enemigo.

En septiembre de 1780, las posiciones inglesas de las riberas del Misisipi cayeron por las acometidas españolas. El ejército del gobernador consiguió abrir una buena vía de aprovisionamiento para los colonos, al mismo tiempo que mantenía a los ingleses ocupados con otros frentes en el sur. Los ingleses tuvieron que retirar fuerzas del norte, donde en realidad se libraba la independencia de la colonia, para mandar tropas a la costa sureste.

Las conquistas de las dos riberas del Misisipi le dieron a Gálvez la idea de reconquistar la Florida. Para ello, tenía que desembarcar sus tropas, capturar y dominar Mobile, que estaba protegido por un ejército inglés resguardado en una fortaleza

Mandó formar una escuadra para dirigirse al fuerte, pero los barcos sufrieron una tempestad, que desmanteló la escuadra. Los ingleses, cuando se enteraron de que los españoles iban a atacar la ciudad y el fuerte de Mobile, enviaron al grueso de su ejército para aniquilar a las tropas hispanas.

Después de la tormenta, los barcos se reagruparon y el gobernador mandó desembarcar a sus hombres. El tiempo se les echaba encima porque el ejército inglés se había puesto en marcha y caminaba a marchas forzadas hacia Mobile.

El contingente español que desembarcó rodeó Mobile como si intentaran tomarlo por tierra. Sin embargo, Gálvez ordenó un cañoneo nocturno permanente de sus barcos contra la fortaleza enemiga. El ataque devastador por mar sorprendió a los defensores que esperaban un asalto por tierra. Asalto que se produjo después del cañoneo nocturno. Cuando el ejército inglés llegó, sólo pudo comprobar la conquista española

La toma de Mobile significó un importante hito para la guerra de independencia de Estados Unidos. Fue la operación militar de un genio y los detalles que se conocen permiten conocer a un hombre excepcional.

A partir de ese momento, Gálvez se dio cuenta de que podía conquistar la Florida si tomaba Pensacola, el puerto más importante de la costa sureste. Pidió refuerzos a Cuba, explicando la situación, pero en La Habana surgieron las envidias. Hubo todo tipo de excusas para retrasar los refuerzos que pedía el malagueño. Fueron los aliados franceses los que se quejaron ante Carlos III de la inmovilidad de las tropas hispanocubanas. Una afrenta al orgullo nacional. Carlos III dio la orden de disponer lo necesario para recuperar la Florida.

Para entrar en Pensacola había que superar una línea inglesa de fuego cruzado. A un lado estaba la isla de Santa Rosa que cerraba la bahía y al otro el fuerte inglés McRae con potentes cañones. Gálvez conquistó con facilidad la isla de Santa Rosa, pero el cañoneo de las baterías inglesas del fuerte hizo embarrancar al buque insignia de la flota española al mando de Calvo de Irizábal, que impidió a sus barcos entrar en la bahía. De nuevo la escuadra española quedó deslavazada y las tropas españolas aisladas. A Gálvez le preocupaba la predicción del tiempo. Llegaban los fuertes temporales que albergan esta zona del sureste y los barcos tendrían que volver al mar para no estrellarse contra la costa. Gálvez decidió lanzarse en solitario. Subió a bordo de su barco y levantó la bandera insignia de almirante, mandando un curioso presente a Calvo. Una bomba con una nota: “Yo y mis hombres vamos delante para quitaros el miedo” Los cuatro barcos de Gálvez penetraron en el golfo bajo el cañoneo inglés y sin sufrir apenas daños atravesaron la barrera de fuego. El resto de la escuadra española siguió al mariscal, pero Calvo de Irizábal regresó furioso a La Habana.

Gálvez tenía bajo su mando a 7.800 hombres: el batallón de Luisiana, el batallón de La Habana, tres regimientos con irlandeses, negros, mulatos e indios y un pequeño grupo de colonos norteamericanos. Con el capitán de navío Solano, que dirigía la escuadra, Gálvez se entendió a la perfección.

El 9 de mayo de 1781, los españoles rindieron Pensacola y con ella cayó La Florida. Los rebeldes norteamericanos quedaron muy fortalecidos y los ingleses ya no levantaron cabeza.

En 1782 se firmaba el tratado de Versalles que reconocía la independencia de EEUU y la posesión española de la Florida.

Lo que más impresiona de Gálvez es su mezcla de inteligencia, motivación y determinación. Su figura viene a condensar una de las mejores herencias que España ha dejado en el continente americano: el honor y la determinación para no dejarse vencer.

Los historiadores de las universidades norteamericanas más rigurosos confirman que la intervención de España en general y la de Gálvez en particular fue transcendente para su independencia.

En el año 1976, el rey Juan Carlos I entregó en Washington una estatua erigida en honor de Bernardo Gálvez que se encuentra en la entrada principal del edificio de la delegación española.

Juan Pisuerga.

PARA MAYOR INFORMACIÓN

 

1-Guerrero Acosta, José Manuel (2015). Bernardo de Gálvez: la presencia de España en México y Estados Unidos. Ministerio de Defensa de España. p. 424. ISBN 9788490911310.

2-Martín Alarcon, Julio. Bernardo de Gálvez, el español que marchó junto a Washington, tendrá su retrato en el Capitolio. (L

3-Quintero Saravia, Gonzalo M (2015). Bernardo de Gálvez y América a finales del siglo XVIII (p

4-Sesmero Ruiz, Julián, Los Gálvez de Macharaviaya, Editorial Bobastro. Málaga, 1987. ISBN 978-84-86511-00-5

5-Reparaz, Carmen de, Yo solo: Bernardo de Gálvez y la toma de Panzacola en 1781, Barcelona, 1986

statua erigida en honor de Bernardo Gálvez que se encuentra en la entrada principal del edificio de la delegación española.