l noroeste de Valladolid, en el corazón de la provincia y a orillas del Pisuerga, se alza el majestuoso Monasterio de Santa María de Palazuelos, un imponente edificio en ruinas que constituye testimonio de la rica historia monacal de la región y un notable ejemplo de la arquitectura cisterciense en España.
Según las fuentes históricas revisadas, el monasterio de San Andrés de Valbení, fundado en 1063, fue un monacato benedictino situado en la margen izquierda del Pisuerga, en un lugar conocido como el Valle Benigno.
Santa María de Palazuelos fue fundado por Alfonso Téllez de Meneses en el año 1226 en unas tierras que le fueron concedidas por el rey Alfonso VIII de Castilla por sus servicios en la batalla de las Navas de Tolosa. El señor de Meneses, a su vez, donó estas tierras para la construcción de un monasterio cisterciense. Sus monjes eran reconocidos por su ascetismo, su trabajo manual y su notable habilidad en la agricultura y la ganadería. Los monjes del monasterio de San Andrés de Valbení se fueron trasladando al de Santa María, quedando San Andrés como un priorato-granja dependiente del nuevo cenobio.
Se escogió ese lugar por la cercanía al río, que garantizaba el acceso al agua, vital para la vida monástica y el cultivo de sus fértiles tierras.
El monasterio se construyó siguiendo los cánones de la arquitectura cisterciense: austeridad, funcionalidad y la belleza de la simplicidad de sus formas. Durante tres siglos fue cabeza del Císter peninsular y lugar de hospedaje para nobles y reyes. En 1226 se consagró el altar mayor, del cual se conserva la lápida en latín que da fe del hecho: hoc altare est constructum in honore beate virginis marie sub era m cc lxiiii (“este altar se ha levantado en honor de Santa María Virgen”).
Las dependencias monacales estaban articuladas alrededor de claustros, documentados en el siglo XVIII. El más pequeño era llamado “conventual” y el más grande, “dormitorio”.
El monasterio vivió periodos de prosperidad y de declive. Fue colegio de formación del Císter en el siglo XVI, época en la que llegó a ser la cabeza de la congregación de Castilla.
Las tropas francesas se hospedaron en el monasterio cuando iban camino de la conquista de Valladolid. En el monacato prepararon la batalla de Cabezón. En ella, las tropas imperiales derrotaron al ejército universitario del general Castaños, que montó una estrategia militar desastrosa.
La desamortización de Mendizábal, en 1836, supuso el abandono del monasterio por parte de la comunidad cisterciense. A partir de ese momento, el convento y sus tierras pasaron a manos de particulares. Sus obras de arte, libros y mobiliario fueron dispersados o destruidos. La abadía fue utilizada como fábrica de harinas, almacén y, finalmente, quedó a merced del tiempo, el vandalismo y la naturaleza. Sus techos se desplomaron y se convirtió en ruina, con muros que se fueron cayendo. En algunos documentos aparece descrito como “Granja de Palazuelos”. En 1881, el monasterio era una granja perteneciente a Demetrio Mateo.
La iglesia no fue desacralizada y ha sido utilizada como parroquia, abierta al culto los días festivos, a pesar de que la villa era un despoblado, pasando a depender del arzobispado. El templo se ha ido arruinando, sobre todo desde mediados del siglo XX.
Hoy se pueden ver desde el exterior el templo y las ruinas de alguna galería de los claustros.
La estructura de la iglesia se percibe como una fortaleza, en consonancia con la arquitectura cisterciense, pero con elementos añadidos en reformas posteriores. La fábrica está construida con piedra de sillería y sillarejo, y pertenece al románico tardío con influencias góticas.
El templo tiene una orientación oeste-este, de manera que la cabecera recibe la primera luz cada día. Se puede ver un ábside central que alberga el altar y dos laterales de menor tamaño. El central está reforzado por cinco contrafuertes que llegan hasta la línea de la cornisa y lo dividen en cinco calles. En cada una de ellas hay una ventana abocinada con arcos de medio punto y arquivolta con chambrana. Las columnas de los vanos sostienen capiteles tallados con motivos vegetales. En un capitel de la ventana sur hay dos arpías con gorro medieval, una de ellas soplando un cuerno; en la otra cesta figuran dos aves con cuello alargado y cabeza de dragón. En la ventana orientada al norte hay dos capiteles con cabezas humanas entre hojarasca. La parte inferior del ábside central está cubierta por una capilla añadida en siglos posteriores que se derrumbó en 1998.
Los ábsides laterales son semicirculares y más pequeños. En cada uno se abre una ventana semejante a las del central. Sus capiteles llevan ornamentación vegetal. Ninguno de los tres ábsides presenta adornos, como canecillos o impostas ajedrezadas, tan comunes en el románico.
La fachada principal está orientada al oeste y resulta algo compleja. Sobresalen los contrafuertes y la puerta cisterciense, con arco apuntado ornamentado con arquivoltas muy deterioradas y un tejaroz con canecillos de proa. En este lienzo se añadió un cuerpo más alto con un rosetón superior para iluminar la nave, lo que supone un paso hacia el gótico. En el siglo XVII se añadió una segunda espadaña de dos pisos y tres vanos.
Los muros del templo son gruesos y, al estar construidos en piedra y salpicados de contrafuertes repartidos por el perímetro para soportar las bóvedas, transmiten una sensación de fortaleza.
La iglesia conserva varias puertas, entre ellas una original que conducía al cementerio de los monjes, hoy en día tapiada. También destaca la puerta de Juan de Nates, añadida posteriormente en el muro norte.
El interior de la fábrica es bastante sobrio, pero muestra la altura y esbeltez de la arquitectura del Císter, aunque con añadidos posteriores. La ornamentación es sencilla, con limpieza de líneas y ausencia de elementos de lujo. Su planta consta de tres naves y cinco tramos; el próximo al presbiterio hace las funciones de crucero y está elevado respecto al resto de la iglesia, para realzar el altar.
Los ábsides son semicirculares y conectan con los respectivos tramos de la nave. El ábside central, mayor que los laterales, está cubierto con una bóveda gótica, en cuyo centro se encuentra la clave a la que llegan los nervios que separan los paramentos. En cada paño se abre una ventana con un arco de medio punto, similar a las del exterior y enmarcada con arquivoltas, columnas y capiteles vegetales. En la parte trasera del ábside central existe una especie de girola, añadida en el siglo XVI, que funcionaba como sacristía.
Los absidiolos o ábsides laterales son la parte más antigua del edificio; se cubren con bóveda de cañón del más puro estilo románico.
Los largos tramos rectos se construyeron con bóveda de crucería y se apoyaron en pilares cuadrados para soportar la estructura y dividir la nave en tres partes. En el primer tramo se observan unos enormes escudos del emperador Carlos I, labrados como homenaje de su paso por el monasterio.
La atmósfera interior transmite sobriedad y amplitud, con muros exteriores de piedra desnuda en muchos tramos; la luz que entra por los ábsides acentúa la verticalidad.
La abadía de Palazuelos fue utilizada como lugar de enterramiento de abades y nobles. La iglesia conserva varios sarcófagos de gran relevancia. En la capilla funeraria de Santa Inés se han reunido los que estaban dispersos por el monasterio. Estos sepulcros datan de los siglos XIII y XIV. Entre los más destacados se encuentran los de Alfonso Téllez de Meneses y Teresa Sánchez de Castro, fundadores del monasterio, así como el hijo de ambos Juan Alfonso, identificado por una inscripción en su tapa. No se ha podido confirmar la identidad de todos los enterrados. Se cree que también descansan allí doña Mayor Alfonso, hija del fundador y madre de la reina María de Molina. Los sarcófagos presentan una rica iconografía medieval, con escenas del Pantocrátor, el Apostolado y representaciones del entierro, características del estilo funerario de la nobleza castellana de la época. Algunos de ellos fueron trasladados en los años 60 del siglo XX al Museo Diocesano de Valladolid.
Actualmente, la iglesia del monasterio está siendo objeto de restauración por parte de la Asociación Amigos de Palazuelos, con el apoyo del Ayuntamiento de Cabezón de Pisuerga y la colaboración de voluntarios locales.
Entre los acontecimientos históricos relacionados con el monasterio destaca que el segundo hijo de Alfonso X, el futura Sancho IV, convocó en 1282 a todos los monasterios cistercienses, cluniacenses y premonstratenses de los reinos de Castilla y León en Valladolid para tratar el grave conflicto de sucesión entre él y los hijos de su hermano mayor fallecido, los infantes de la Cerda, con el fin de obtener apoyo a su causa. Palazuelos fue uno de los monasterios que con más firmeza respaldó a Sancho. En recompensa, ya siendo rey, le concedió una serie de privilegios, algunos por iniciativa de su esposa, María de Molina.
Más tarde, en 1298, la reina María de Molina, tutora de su hijo Fernando IV, otorgó nuevos privilegios, que fueron confirmados por el rey al alcanzar la mayoría de edad.
Juan Pisuerga
PARA MÁS INFORMACIÓN SE PUEDE CONSULTAR A:
- Arco Garay, Ricardo (1954). Sepulcros de la Casa Real de Castilla. Consejo Superior de Investigaciones, Madrid.
- Antón, Francisco (2005). Monasterios medievales de la provincia de Valladolid. Valladolid: M, facsímil de edición de 1942.
- Marín Monsó, José (1992). Estudios histórico-artísticos relativos principalmente a Valladolid. Basados en la investigación de diversos archivos. Valladolid: Ámbito. Edición facsímil.
- Urrea Fernández, Jesús (2003). «Ex-monasterio de Nuestra Señora de Palazuelos». Catálogo monumental de la provincia de Valladolid. Valladolid: Diputación de Valladolid.
- Martín González, Juan José (1968). «Provincia de Valladolid». Guías artísticas de España. Barcelona.
- Álvarez de la Braña, Ramón (1982). «Crónica de la excursión a Cabezón y Palazuelos». Boletín de la Sociedad Castellana de Excursiones Grupo Pinciano. Valladolid.
- Balado Pachón, Arturo (2013). «El Císter en Valladolid». Patrimonio histórico de Castilla y León.
- Torre Yubero, Araceli de la (2009). «Santa María de Palazuelos». Diputación Provincial de Valladolid.