La orden de los Padres Agustinos se instaló en Valladolid reinando Enrique III. Tras la muerte de Pedro I a manos de su hermanastro Enrique II de Trastámara, este se proclamó rey de Castilla, León, Toledo, Galicia y Murcia.
Constanza, hija de Pedro I y de su amante María de Padilla, huyó a Inglaterra cuando su padre murió. Allí contrajo matrimonio con el duque de Lancaster, Juan de Gante. De esa unión nació Catalina de Lancaster, nieta de Pedro I.
Juan I, hijo de Enrique II, centró su reinado en consolidar la dinastía Trastámara. Como su padre, tuvo que lidiar contra el poder de la nobleza, para lo cual impulsó algunas reformas en la organización de la monarquía, incluyendo la creación del Consejo del Reino, un importante órgano consultivo. Estas reformas tuvieron un impacto significativo en la administración general y en la vida política de Valladolid, lugar donde se albergaba la sede real la mayor parte del tiempo.
Juan de Gante reclamaba el trono de Castilla por su matrimonio con la hija de Pedro I y por las deudas que Castilla había contraído con los ingleses durante la guerra dinástica. Juan I buscaba una solución pacífica al conflicto que mantenía con la casa de Lancaster y propuso la unión de las dos familias por medio de la boda de su hijo Enrique con Catalina de Lancaster. A Juan de Gante este convenio no le pareció mal, pues era una vía para lograr la paz entre ambos reinos y compensar sus reclamaciones.
El compromiso de paz entre ambos reinos se firmó en Bayona en 1388. Este acuerdo unía a las dos dinastías, fortalecía la legitimidad de los Trastámara y aportaba estabilidad a la Corona castellana, evitando una guerra de imprevisibles consecuencias entre ambos reinos.
Juan I reunió al Consejo Real en Valladolid. Había pensado establecer un título específico para el heredero de la Corona de Castilla. Esta propuesta se formalizó y aprobó en Briviesca en 1388, con las Cortes y el Consejo Real reunidos. Se otorgó a Enrique III el título de primer Príncipe de Asturias como heredero del reino. Este título, inspirado en el del príncipe de Gales inglés, le fue otorgado el 17 de septiembre de 1388 en la catedral de Palencia, cuando Enrique tenía diez años.
En aquellos años, Valladolid era un relevante centro económico por su fértil entorno agrícola, su actividad ganadera y mercantil, y su posición como nudo de comunicaciones con el norte y noroeste peninsular. Sufría la tensión religiosa por la presencia de judíos y moriscos, pero las autoridades tenían en cuenta que la comunidad judía era una parte activa e importante de la economía de la ciudad, y que los moriscos desarrollaban los trabajos menos remunerados. Por otra parte, se estaba iniciando la “guerra de los bandos” en los concejos municipales, donde cada linaje quería tener el control del poder social y económico de los oficios del concejo. Por su importancia política, social y económica, muchas órdenes religiosas se iban estableciendo en la ciudad.
Enrique III subió al trono en 1390, con doce años, tras la muerte de su padre. Debido a su minoría de edad, los primeros años de su reinado estuvieron marcados por un período turbulento y complejo. Inicialmente, el reino fue gobernado por un Consejo de Regencia, formado por el Consejo del Reino con nobles y prelados. Las luchas por el poder y las ambiciones de los miembros del consejo generaron una grave inestabilidad política.
El hermano de Juan I, Fernando de Antequera, tenía ambiciones personales, al igual que los llamados infantes de Aragón. Por otra parte, el reino se enfrentaba a desafíos económicos y sociales que desencadenaron la matanza de judíos de 1391. Este suceso tuvo graves consecuencias sociales y económicas. La más inmediata fue la desaparición de las comunidades judías, que fueron saqueadas e incendiadas por todo el reino con cuantiosas pérdidas económicas. Hubo una ola masiva de conversiones forzosas al cristianismo y la aparición de una nueva clase social: el criptojudaísmo. Los conversos, que, aunque cristianos oficiales, seguían con sus creencias judías en secreto.
Como los judíos desempeñaban un papel importante en la economía, especialmente en el préstamo de dinero y en la recaudación de impuestos, estas acciones conllevaron graves perjuicios en la estructura económica de las ciudades.
El consejo intentó mantener la paz con los reinos vecinos, aunque las tensiones con Portugal persistieron.
Finalmente, en 1393, en Madrid, Enrique III fue declarado mayor de edad y asumió el control efectivo del gobierno. Este momento marcó el inicio de una nueva etapa caracterizada por su intento de reafirmar la autoridad real y pacificar el reino, aunque los desafíos heredados del período de regencia seguirían presentes.
Ruy López de Dávalos, instruido en la carrera de las armas, había entrado al servicio de Juan I. Gracias a su lealtad y habilidad, fue ganándose el favor real y ascendiendo en la jerarquía de la corte. Participó en diversas campañas militares y, como resultado de sus servicios, recibió diversos cargos y mercedes por parte del rey, lo que le permitió consolidar su posición y aumentar su influencia.
Dávalos fue un hombre muy fiel a Juan I y a su hijo Enrique III, brindándoles apoyo en asuntos militares y civiles. El rey recompensó su lealtad otorgándole el prestigioso título de Condestable de Castilla, el cargo militar más alto del reino después del rey. Le nombró II conde de Ribadeo, miembro del Consejo de Regencia y Camarero Mayor, lo que lo acercaba mucho a ser valido del rey.
El Convento de San Agustín surge en 1407 en la ribera izquierda del Pisuerga, intramuros de la segunda muralla y próximo al influyente Convento de San Benito. Fue posible gracias a que Ruy López de Dávalos y su esposa, Elvira de Guevara, donaron su palacio a los agustinos para fundar un convento. Dávalos se lo había comprado a la esposa de Enrique III, Catalina de Lancaster.
Dávalos donó, pues, a los agustinos su palacio sin iglesia. El convento pasó de ser una casa fundacional a una prestigiosa institución agustiniana. La construcción de la iglesia se inició en 1560 según los planos del cantero Diego de Praves. Se detuvo durante unos años y su edificación se reanudó en 1619, terminando las obras en 1627.
Según consta en los registros históricos del convento, en 1596, Juan de Tassis y su esposa, María de Peralta, adquirieron el patronazgo de la iglesia y compraron un sepulcro en la Capilla Mayor para ser enterrados. Su padre, Raymundo de Tassis, de origen italiano, se había instalado en Valladolid y casado con Catalina de Acuña.
Don Juan de Tassis sirvió con eficacia al rey Felipe II, quien lo ordenó caballero de Santiago y le dio el relevante cargo de Correo Mayor del reino, en 1588, del que hizo un excelente sistema postal. Ejerció como embajador de España en Francia. En 1603, Felipe III le dio el título de primer conde de Villamediana. Murió en Madrid en 1607, pero su cuerpo fue enterrado en la Capilla Mayor de la iglesia de San Agustín. Su hijo, Juan de Tassis y Peralta, heredó el título de conde, pero el patronazgo del convento lo adquirió el hermano de don Juan, Felipe de Tassis, arzobispo de Granada.
La fábrica de la iglesia consta de una nave y cinco capillas. La cabecera tiene un excelente ábside gótico renacentista. El edificio es de excelente cantería con muros sólidos. Destaca la perfección geométrica de su diseño y la elegancia de sus formas. En la fachada se distinguen dos cuerpos: el inferior consta de alerones y un frontón, y en el superior, a los lados de la ventana, están los escudos de los patronos y unas bolas renacentistas.
En el interior, la capilla de la Epístola fue propiedad de Francisco de Rivadeneira, caballero de la orden de Santiago, y la del Evangelio, del banquero Fabio Nelly, cuyo palacio está cerca del convento.
Cuando estalló la Guerra de la Independencia, el general Kellerman, gobernador del noroeste de España y jefe militar y civil de Valladolid, escogió este convento, entre otros, para albergar a sus tropas, quienes hicieron un enorme expolio de las obras de arte.
En 1814, el edificio retomó la vida conventual con solo cuatro monjes. Con la desamortización de Mendizábal de 1836, el monacato fue abandonado. El convento desamortizado y la iglesia desacralizada fueron utilizados como cuartel de las tropas liberales en la Primera Guerra Carlista y como soporte militar de la muralla durante el asedio que sufrió Valladolid por los carlistas.
Durante los siglos XIX y XX, el edificio se fue deteriorando y el convento se derrumbó. Está escrito que la iglesia se usó de panadería e incluso de establo.Después de un informe de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, se contempló la posibilidad de derribarlo, pero la Real Academia de las Bellas Artes de la Purísima Concepción afortunadamente lo impidió.
Los elementos de arte que no se llevaron o destrozaron los franceses, como esculturas religiosas y algún cuadro, fueron trasladados al Museo Nacional de Escultura de Valladolid y al de Arqueología de Madrid.
Finalmente, en el año 2002 se hizo una rehabilitación para que fuera sede del Archivo Histórico Municipal, con documentos que datan del siglo XII.
El edificio es uno de los templos más impresionantes del enorme patrimonio histórico y monumental de Valladolid.
Juan Pisuerga
PARA MÁS INFORMACIÓN SE PUEDE CONSULTAR A:
- Aparicio, T. El convento de San Agustín. Revista Agustinos, 1991.
- Estrada, A. Los agustinos en España. Revista Agustinos, Madrid, 1988.
- Martín González. Monumentos religiosos de Valladolid. Diputación de Valladolid, 2001.
- Sangradores, Vítores, M. Historia de la muy leal, noble y heroica ciudad de Valladolid. Facsímil.
- Calabia Ibáñez, L. Crónica de mi ciudad. Ayuntamiento de Valladolid, 1975.