Corría el año 1486 cuando Beatriz Galindo, una adolescente salmantina de familia hidalga, estaba a punto de ingresar en un convento. Como sus padres no podían darle una dote para casarse, y su condición social le impedía profesar de cualquier forma, la familia decidió mandarla a la universidad a estudiar gramática latina. A los quince años, Beatriz ya hablaba latín como si fuera su lengua materna, lo traducía con total corrección y sentía una gran pasión por los textos de Aristóteles.
Su talento se hizo famoso rápidamente. La noticia llegó a oídos de Isabel de Castilla, reina desde 1474, quien a sus 35 años sabía que el poder a largo plazo requería una buena formación intelectual. La reina quería aprender latín para leer a los clásicos grecolatinos, así que mandó llamar a Beatriz para que le diera clases. El hermano de Beatriz la acompañó para protegerla y fue colocado en la secretaría de la reina.
Beatriz no solo le enseñó latín a Isabel, sino que, gracias a su inteligencia y buen juicio, se convirtió en su camarera mayor y, muy pronto, en su consejera privada.
La corte de los Reyes Católicos era un centro de conocimiento donde se estudiaba a Maimónides, Averroes, Copérnico y Erasmo. Había mecenas como Fray Diego de Deza, protector de Colón; Cisneros, fundador de la Universidad de Alcalá, y Nebrija, creador de la primera gramática de una lengua romance en Europa. Estos hechos históricos contradicen a quienes, erróneamente, afirman que la corte de Isabel y Fernando era de analfabetos que habían expulsado a los intelectuales judíos y musulmanes. La presencia de una mujer tan culta como Beatriz Galindo demuestra que la corte no era ni ignorante ni intolerante. Su influencia elevó el nivel cultural del reino, demostrando que ninguna nación se convierte en potencia mundial sin proyectos sólidos y sin conocimientos técnicos y culturales.
Años después, la reina consideró que Beatriz necesitaba una posición social distinta y decidió que se debería casar. El elegido fue el capitán artillero Francisco Ramírez, un veterano que había sido escribano de Enrique IV, alcalde de Toledo, intendente de artillería, jefe militar y secretario del rey Fernando, además de contable del príncipe Juan. Un personaje de gran importancia que había enviudado.
Francisco compró terrenos alrededor del arroyo de Atocha, entre el actual Paseo del Prado y Las Delicias. Los reyes dieron a Beatriz una dote de 500.000 maravedíes. La boda se celebró en Madrid en 1491, y la pareja tuvo dos hijos: Fernán y Nuño.
A finales de siglo, Beatriz mandó construir una casa palaciega en el arrabal de Santa Cruz, fuera de la ciudad. Esa casa, que hoy conocemos como Palacio de Viana en Madrid, se llamó en su origen la Casa de Beatriz Galindo, «la Latina».
La vida familiar de Beatriz se interrumpió cuando su marido murió en 1501, durante la revuelta de los mudéjares en Córdoba. Ese mismo año, ella se mudó a su casa, cerca del que sería el convento de la Concepción Jerónima, que ella misma fundaría en 1510.
A pesar de la muerte de la reina en 1504, Beatriz permaneció en la Corte, formando parte del séquito de Margarita de Austria. El rey Fernando le pidió consejo en varias ocasiones.
«La Latina» fundó un hospital para educar a jóvenes huérfanas y el monasterio de la Concepción Jerónima, al que donó su biblioteca personal.
En 1525, el nieto de los Reyes Católicos, Carlos I, quiso conocerla. Tras ese encuentro, el emperador le dio el cargo de corte como alcaldesa de la Fortaleza del Pardo.
Beatriz Galindo murió en 1534, año en el que España se consolidaba como una potencia mundial en lo territorial, político y cultural. Ese año, Ignacio de Loyola fundó la Compañía de Jesús, Juan de la Encina renovaba el teatro y la música, Garcilaso de la Vega comenzaba su obra poética y Francisco de Vitoria ya había escrito su magistral tratado.
Beatriz no fue un caso aislado, sino el inicio de una poderosa corriente cultural que más tarde florecería con figuras como Cervantes, Calderón, Quevedo, Góngora y, por supuesto, Lope de Vega.
Juan Pisuerga
PARA MÁS INFORMACIÓN, CONSULTAR:
- Luis de Salazar y Castro, Advertencias históricas de Madrid, 1688, pp. 138-139, y Gonzalo Fernández de Oviedo, Batallas y quinquagenas, pp. 187-188.
- Beatriz Galindo en la Real Academia de la Historia.
- Segura Graiño, Cristina (2011). «Beatriz Galindo: ejemplo de humanista laica». Miscelánea Comillas (Vol. 69, núm. 134).
- Álvarez, María Teresa (2005). Ellas mismas. La esfera de los libros.
- Almudena de Arteaga (2007). Beatriz Galindo, la Latina: maestra de reinas. Madrid: Algaba.
- Llanoa y Torriglia, Félix. Una consejera de Estado: D.ª Beatriz Galindo, «la Latina». Madrid: Reus.