La Iglesia de Santa Juliana de Lafuente es un templo románico poco conocido en Cantabria. Al igual que otros monasterios e iglesias de los siglos XII y XIII, permaneció abandonado debido a la orografía de la montaña. Su estudio y conocimiento solo resonaban en los círculos académicos.
Rodeada de verdes prados y montañas, Santa Juliana se alza en el pequeño pueblo de Lafuente, dentro del término municipal de Lamasón, un núcleo poblacional con el perfil urbanístico típico de la montaña rural. La iglesia se sitúa en el límite del macizo occidental de los Picos de Europa, en las faldas de Peña Sagra.
La construcción de la carretera que atraviesa el desfiladero de La Hermida fue un proyecto de gran envergadura que duró un siglo. Las obras, que comenzaron a principios del siglo XIX para facilitar el transporte de madera para la industria naval portuaria, finalizaron en 1873. Esta vía supuso una mejora crucial para las comunicaciones y la economía local.
Antes de su existencia, el trayecto entre Liébana y Santander era largo, peligroso y costoso, ya que solo se podía transitar a pie o con animales de carga, por caminos de herradura y senderos de montaña. La comunicación era lenta y dependía de las condiciones climáticas. La construcción de esta carretera marcó un antes y un después, creando por primera vez en siglos una vía directa entre Liébana y el litoral cantábrico.
La Iglesia de Santa Juliana de Lafuente aparece a la izquierda de la carretera que une Puente Nansa con La Hermida. Surge como una sorpresa destacada del románico del Nansa. Aunque es pequeña, sobresale por la armonía de sus proporciones y la riqueza de sus detalles. Fue restaurada hace pocos años sin sufrir grandes desperfectos.
Construida a finales del siglo XII o principios del XIII, tiene una única planta, más ancha y alta que la cabecera, y muros de mampostería. Una construcción rural, sencilla y robusta de la Cantabria medieval, cuyos muros albergan siglos de historia.
El ábside exterior se divide en tres calles, delimitadas por semicolumnas apoyadas sobre pequeños contrafuertes. Las columnas llegan hasta la cornisa, rematando en capiteles dobles. Una imposta de billetes lo divide en dos tramos. Es probable que en la calle central existiera un vano que hoy se encuentra cegado.
La puerta principal, orientada al oeste, sobresale ligeramente del muro y está cubierta por un tejadillo sostenido por ocho canecillos de caveto. La arcada, ligeramente apuntada, tiene cinco arquivoltas que se apoyan en tres columnas a cada lado, con toscos capiteles. Los de la izquierda son geométricos, con alguna iconografía simbólica, mientras que los de la derecha tienen imágenes mejor talladas, aunque de difícil interpretación. En el muro sur hay otra puerta con arcos ligeramente apuntados y tres arquivoltas que se sustentan sobre columnas con capiteles rústicos.
Las cornisas de los lienzos tienen canecillos con pocos detalles. La espadaña, situada a los pies del templo, cuenta con dos huecos.
El interior del templo invita al recogimiento por su sobriedad. La nave central tiene una cubierta de madera reconstruida, y el ábside alberga el altar, sin vanos en sus muros.
El arco triunfal de medio punto se apoya en dobles columnas con capiteles decorados que otorgan al espacio una belleza singular. Los capiteles ofrecen un conjunto armónico con motivos vegetales e historiados. La escena del izquierdo es una epifanía similar a la de Santa María de Piasca, mientras que el de la derecha tiene varias figuras: un personaje en el centro que sostiene una bandeja y un libro, y otras laterales que parecen recogerle la túnica. En los laterales del capitel hay pequeñas cabezas de animales y una imagen que se refiere a Santa Juliana capturando al demonio con un lazo, aunque son escenas de difícil explicación.
Juan Pisuerga
PARA MÁS INFORMACIÓN, CONSULTAR:
- Campuzano, Enrique y Zamanillo, Fernando. Cantabria artística. Arte religioso. Ediciones de Librería Estudio, Santander, 1980.
- García Guinea, Ángel. Románico en Cantabria. Ediciones de Librería Estudio, 1996.
- Herbosa, Vicente. El románico en Cantabria. Ediciones L.