Santa María de Retortillo es un templo románico de la comarca de Campoo que está cerca de la antigua ciudad romana de Julióbriga, un yacimiento arqueológico de lo que fue la urbe más importante de las nueve fundadas por Roma en Cantabria. El emperador Augusto la mandó construir después de las Guerras Cántabras en honor a Julio César. Julióbriga era una villa bien conectada por calzadas romanas, tanto con ciudades del interior como con la costa cantábrica.
La primera mención a la localidad aparece en el cartulario de Santillana del siglo XI, donde se nombra una aldea llamada «Rivo Torrillo» en la que Nuño Álvar y su esposa Teresa tenían heredades. No existen otras documentaciones del templo ni del lugar en otros cartularios.
Para Vicente Herbosa, la fecha de su construcción genera ciertas dudas. Sin embargo, García Guinea sostiene que fue erigida a finales del siglo XII por colonos del norte. Aunque ha sufrido algunas modificaciones a lo largo de los siglos, conserva su estructura románica original y se encuentra en muy buen estado.
Por fuera, destaca un magnífico ábside dividido en tres calles por dos finas semicolumnas. Estas se apoyan en contrafuertes y culminan en capiteles de buena factura. Una cenefa horizontal lo fracciona en dos pisos. En cada calle hay una ventana de medio punto, más ancha en su exterior por motivos decorativos y de protección contra la lluvia. La ventana central tiene dos columnas que sostienen capiteles: en el de la izquierda, con dos animales rampantes, y en el de la derecha, con dos aves. Los arcos se apoyan sobre una repisa que sirve de soporte a las ventanas.
En el muro sur se abre una sencilla puerta con tres arquivoltas de medio punto, labradas en piedra de sillería. El tímpano resulta impactante: un relieve incrustado muestra a dos animales del bestiario como protectores del templo, un grifo a la izquierda y un león alado a la derecha. Ambos unen sus patas delanteras ante una cruz griega inscrita en un círculo. Encima de ellos, una pareja de ángeles sostiene una cruz latina. En este muro a la altura del presbiterio se aprecian unos sencillos canecillos muy erosionados.
El muro occidental tiene otra puerta con arquivoltas y tres columnas que soportan capiteles con arpías.
A los pies del edificio, una sobresaliente espadaña alberga las campanas. Tiene dos troneras inferiores con arcos apuntados o de medio punto y, en el centro del triángulo, un hueco superior de menor tamaño.
La escalera exterior de piedra, visible desde fuera, está bien conservada. Con unos 10 metros de longitud, se cree que fue construida en el siglo XVI o XVII para facilitar el acceso a la espadaña.
El templo es de una sola nave. La cabecera está cubierta por una bóveda de medio cañón apuntado en el presbiterio y de horno en el hemiciclo. El ábside muestra las tres ventanas del exterior.
Llaman la atención las arquerías murales ciegas en la parte inferior del presbiterio. Sus arcos de medio punto se apoyan en tres columnas adornadas con baquetones y guardapolvos ajedrezados. En la unión de los arcos hay un relieve a cada lado: una pareja de leones en uno y otra de aves en el otro.
Los capiteles de los arcos presentan motivos geométricos y vegetales. Se distinguen animales emparejados de difícil identificación; una pareja de aves que podrían ser gallos; y animales del bestiario que parecen grifos. Un hombre con los brazos sobre el vientre tiene en su pecho las garras de los leones que lo flanquean. El capitel más complejo tiene unos cuerpos humanos que se abrazan con cabezas de dragones.
Los capiteles del arco del triunfo son de excelente factura, no solo por su calidad artesana, sino también por su iconografía, que difiere del resto de las tallas. En el capitel norte, dos hombres a caballo combaten con lanzas. El de la izquierda, por su vestimenta, casco, cota de mallas y escudo, representa a un caballero cristiano que hunde su lanza en el redondo escudo del guerrero de la derecha que, sin cota de malla, sugiere un origen musulmán.
En el centro del capitel sur, una mujer, símbolo de mediación, sujeta las riendas de dos caballos que montan jinetes con cota de mallas, casco y espadas levantadas, de aspecto cristiano. Algunos expertos sostienen que la figura simboliza la paz de Dios propuesta por la Madre Iglesia.
Miguel Ángel García Guinea afirma que en Santa María de Retortillo se puede distinguir la mano de dos maestros escultores: un artesano de estilo rural, autor de los canecillos y los capiteles de arcadas y ventanas, y otro de mayor calidad, responsable de los capiteles del arco del triunfo. Estas últimas tallas son, junto con las de Santa María de Piasca y Santillana del Mar, lo mejor de la escultura románica cántabra.
Juan Pisuerga
PARA MÁS INFORMACIÓN, CONSULTAR:
- García Guinea, Miguel Ángel. El románico en Santander, 1979.
- Cobreros, Jaime. El románico en España, Guías Periplo, 1993.
- García Guinea, Miguel Ángel. Románico en Cantabria, Ediciones Librería Estudio, 1996.
- Herbosa, Vicente. El románico en Cantabria, Ediciones Lancia, 2002.
- Valdeón Baruque, J. España medieval, Universidad de Valladolid, 1980.