Los capiteles románicos son elementos arquitectónicos clave. Sirven para soportar los arcos de los templos, apoyándose en columnas y pilares. Estos capiteles no solo tenían una función estructural, sino también ornamental y educativa. Ofrecían una cosmovisión narrativa, a menudo fascinante, que utilizaba el simbolismo medieval para transmitir mensajes religiosos y morales con escenas didácticas. Su objetivo era enseñar las Sagradas Escrituras a la población analfabeta.
En frecuencia encontramos capiteles con sirenas, pero no con nereidas. ¿Por qué en el románico no hay referencias conocidas a nereidas? La respuesta se comprende tras investigarlo.
En el contexto clásico, las nereidas y las sirenas no son lo mismo y tienen orígenes y simbolismos distintos.
En la mitología griega, las Nereidas son ninfas marinas, hijas del dios Nereo y de Doris, una oceánida de hermoso cabello rubio. Se dice que tuvieron cincuenta hijas, cada una con un nombre que aludía a los sucesos del mar y sus costas, como Ola, Playa o Corriente, etc. Eran divinidades amigables y protectoras de los navegantes, a quienes ayudaban calmando las tormentas. Se las describía como jóvenes hermosas vestidas con túnicas de seda blanca con bordes dorados, y a veces desnudas y descalzas. Tenían cuerpos gráciles y estaban adornadas con coronas de coral rojo; se las podía encontrar sobre conchas marinas, montadas en delfines o en caballos marinos.
Vivían en el fondo del mar y simbolizaban su belleza y serenidad. Habitaban en el palacio de Nereo, pero subían a la superficie para participar en fiestas. Entre las nereidas famosas destacan Tetis, la madre de Aquiles; Galatea, conocida por su relación con Polifemo; y Anfitrite, la esposa de Poseidón y reina del mar.
Por otro lado, las sirenas en la tradición clásica eran criaturas mitad mujer y mitad ave, o mitad mujer y mitad pez, que seducían a los marineros con su canto, llevándolos a su perdición en el fondo del mar.
Es común ver sirenas en capiteles, portadas y bestiarios románicos. Su imagen, un cuerpo de mujer con una o dos colas de pez, servía como una advertencia moralizante contra la lujuria y la tentación.
Aunque sirenas y nereidas pueden confundirse por ser figuras femeninas acuáticas, su representación en el románico se adaptaba al enfoque moralizante, pedagógico y simbólico de la época.
En el simbolismo cristiano del arte románico, las nereidas no tienen un lugar ni un simbolismo propio como las sirenas, que se esculpen con un propósito diferente. Las nereidas rara vez aparecen en el arte románico.
A pesar de las numerosas referencias a figuras femeninas relacionadas con el agua, en el contexto cristiano todas se interpretan como sirenas. De hecho, las figuras femeninas acuáticas son identificadas como sirenas.
Durante la Edad Media, las Nereidas y otras figuras mitológicas clásicas, como las ninfas, fueron opacadas. Aunque en la mitología clásica nereidas y sirenas son entidades distintas, en el arte románico las nereidas no se representan explícitamente. Se alude a figuras femeninas acuáticas que se identifican como sirenas, adoptando el simbolismo de la tentación y el pecado, en lugar del papel protector y benevolente que tenían las nereidas en la tradición grecolatina.
Juan Pisuerga
PARA MÁS INFORMACIÓN, CONSULTAR:
- Homero. La Odisea. Editorial Gredos. Madrid, 2006.
- Aragones Estella. La imagen del mal en el románico navarro. Diputación de Huesca. Madrid, 1989.
- Nilda Guglielmi. El fisiólogo. Edición de la Eneida. Madrid, 2002.
- Herrero Marcos, J. Bestiario románico en España. Palencia, 2018.