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SE INICIA LA REPOBLACIÓN.

LAS PRESURAS.

Antes de la llegada de los romanos, los várdulos, caristios y autrigones fueron desplazados de sus asentamientos originales por tribus vascas. Se establecieron entre el suroeste de Cantabria y el norte de Burgos, en un territorio que llegó a conocerse como las Vardulias. Durante la administración romana, esta comarca dependió del convento cluniense.

Los conventos jurídicos fueron una forma de organización administrativa romana que se mantuvo durante gran parte de la dominación visigoda hasta que estos crearon sus propias provincias.

Los visigodos, temiendo una invasión franca, establecieron una primera línea defensiva en el valle de Anue, al norte de Pamplona, y montaron una segunda línea cerca de Vitoria para proteger los valles del Ebro de una posible invasión merovingia.

El rey visigodo Leovigildo fue el primer monarca europeo en incorporar los símbolos del poder imperial romano como la corona, el trono, el cetro y el manto púrpura. Este rey reformó profundamente el código legislativo de Eurico, siendo la modificación más significativa la que permitía los matrimonios entre hispano-romanos y visigodos.

Tras la invasión musulmana, el duque de Cantabria se trasladó a la cornisa cantábrica. Allí ejerció su autoridad sobre los hispano-godos de la franja cantábrica oriental, mientras que Asturias y, probablemente, Galicia obedecían a Pelayo.

Cuando Alfonso I fue proclamado rey, los habitantes de Vizcaya y Cantabria comenzaron a acercarse a Cangas de Onís, la sede central del reino, buscando su protección. Este éxodo dejó muy despoblada la comarca oriental.

Se atribuye al abad Fromestano y a Máximo la fundación de Oviedo en el año 761, al erigir una iglesia en honor de San Vicente en lo alto de un cerro y cercana a una calzada romana.

Con la conquista musulmana, algunos habitantes del este y suroeste peninsular se convirtieron al islam. Los hispano-godos de los montes de Oca se refugiaron en la Transmiera, mientras que los que permanecieron en esa comarca manteniendo su fe tuvieron que pagar elevados tributos a los musulmanes.

Aunque el primer movimiento migratorio documentado ocurrió con Fruela I, no fue una corriente generalizada, sino un caso aislado. Fue con Alfonso II cuando el reino experimentó un verdadero impulso expansivo.

Las presuras fueron un método de apropiación de tierras basado en el derecho romano; un mecanismo original de repoblación que comenzó en el norte peninsular en el siglo VIII. El término presura se refiere a la adquisición de tierras yermas para su cultivo. Los colonos que llegaban a un terreno abandonado se lo apropiaban y se convertían en propietarios. Fue una estrategia de colonización que, inicialmente, solo contó con el apoyo de la Iglesia. La tierra adquirida debía estar abandonada, desocupada y no escaliada. Una vez trabajada, se convertía en propiedad del colono y podía ser vendida, heredada o donada. Sin embargo, si se abandonaba o dejaba de cultivarse, perdía su carácter posesorio y transmisible, una diferencia clara con la propiedad absoluta.

Existen varias hipótesis sobre el origen de las presuras: desde que fueron ordenadas por reyes o condes, como sugieren algunos historiadores, hasta que ocurrieron de manera espontánea y aleatoria, lo cual es lo más probable. En cualquier caso, los colonos emigraban para conseguir tierras de cultivo que les permitieran explotar el terreno y alimentar a sus familias, quizás también impulsados por el deseo de recuperar la herencia visigoda. Hubo familias que se trasladaron al sur de la cordillera, atravesando los abruptos pasos de los montes. Esta emigración se realizaba en grupo familiar o por varias familias, a menudo con la ayuda de clérigos o monjes.

La palabra «presura» figura en el Diccionario de la Real Academia como la «aprehensión u ocupación de un terreno». Era fundamental que la tierra adquirida fuera ocupada, ya que, al tratarse de zonas fronterizas, los repobladores debían permanecer en sus posesiones como primera barrera contra el islam.

En las primeras presuras, los repobladores carecían de una base legal explícita. No existían escrituras, pliegos, ni una autoridad que validara la posesión de la tierra. La adquisición o donación se realizaba entre particulares sin intervención del reino, lo que sugiere la existencia de un derecho no escrito de posesión o transmisión a terceros. Sin embargo, para poder venderlas o donarlas, era indispensable que la presura estuviera cultivada y escaliada.

La primera presura documentada es la del obispo de Lugo, Odoario, quien en el año 740 se dirigió con sus fieles a los valles del Miño. Ocupó tierras yermas que, una vez cultivadas, fueron donadas a un monasterio.

Los colonos entregaban a los monasterios terrenos, molinos, huertas, viñedos e incluso bosques para la tala de árboles. Esto les permitía levantar iglesias y monasterios alrededor de los cuales se construían viviendas, dando lugar a núcleos de población, algunos de los cuales perduran hasta hoy.

En el sur o sureste del reino astur de esta época, se han hallado cenobios y cuevas cristianas en valles de la Cordillera Cantábrica.

A partir del año 800, hay numerosos testimonios de presuras en el sureste del reino. Los primeros asentamientos se establecieron en la Transmiera, entre los ríos Asón y Miera. Se conocen algunas donaciones eclesiásticas y monacales de esta comarca. La primera acreditada es la de San Vicente de Fístoles, fechada en el año 811. Más tarde, surgieron asentamientos en los valles Pas, Asón y Agüera. Son bien conocidas las primeras migraciones de los habitantes de Castro Urdiales, Laredo y Miera, quienes, cruzando los actuales puertos de La Sía, Los Tornos, Las Estacas de Trueba y Lunada, alcanzaron la vertiente sur de la cordillera. Estos colonos realizaron presuras en Bercedo, Espinosa de los Monteros, el Valle de Mena, Valdegovía y Villarcayo.

Desde la comarca suroccidental del reino astur, se trasladaron a Astorga y El Bierzo. Una de estas emigraciones tomó el camino de la «Legio civitas», es decir, León. Por su parte, Galicia inició su actividad colonizadora hacia las riberas del Sil.

Juan Pisuerga

 

 

PARA MÁS INFORMACIÓN

 

  1. Carvajal Castro, A. (2013), “Sociedad y territorio en el norte de León: Historia medieval”.
  2. Concha, I. de la (1943), “La ‘presura’: la ocupación de tierras en los primeros siglos de la reconquista”.
  3. García de Cortázar, J. A. (1982), La Historia Medieval.
  4. Menéndez Pidal, R. Historia de España.
  5. Larrea, J. J. (2007), “Construir iglesias, construir territorios: las dos fases altomedievales: Actas del III Encuentro Internacional e Interdisciplinar sobre la alta Edad Media en la Península Ibérica”.
  6. Manzano Moreno, Eduardo (2018), Historia de España. Barcelona-Madrid
  7. Peña Bocos, E. (1993), “Las presuras y la repoblación del valle del Duero”. Fundación Santa María la Real, Centro de Estudios del Románico.
  8. Sánchez Albornoz, C. (1971), “Repoblación del reino asturleonés “Proceso, dinámica y proyecciones”. Cuadernos de Historia de España.