Según una hagiografía, en el año 150 a.C., un legado romano llamado Ático ordenó a los hermanos Facundo y Primitivo ofrecer sacrificios a un dios pagano en la comarca leonesa. Como ellos se negaron, fueron torturados y quemados vivos. Sus cuerpos fueron arrojados al río Cea, que los arrastró hasta el actual Sahagún, donde sus vecinos los enterraron. En ese mismo lugar se construyó una modesta estructura que, con el tiempo, se convertiría en un lugar de culto.
Una versión posterior sitúa su martirio durante la persecución de Diocleciano, entre los años 303 y 310 d.C.
Originarios de Astorga, Facundo y Primitivo eran conocidos por su piedad y generosidad. Al ser arrestados por ser cristianos, se negaron a renunciar a su fe, por lo que fueron torturados y decapitados. Sus cuerpos, arrojados al río Cea, terminaron en Sahagún, donde fueron enterrados. A partir de ese momento, la localidad se convirtió en un importante lugar de peregrinación.
A estos santos se les representa como jóvenes hispano-romanos a orillas del río Cea, simbolizando su bautismo. Se les invoca tradicionalmente para curar enfermedades y para obtener la gracia de la fe. Además, por una deformación lingüística, a San Facundo se le conoce también como Sahagún.
La historia del monasterio es larga y compleja. Algunas fuentes afirman que sus orígenes se remontan a la época visigoda, cuando una comunidad religiosa se estableció a orillas del Cea. Sin embargo, con la invasión musulmana, los habitantes de la zona se trasladaron al norte.
En el año 910, el rey Alfonso III derrotó a al-Mundir, hijo del emir de Córdoba, en las batallas de Polvoraria y Valdemora. Estas victorias fueron tan decisivas que forzaron al emir Mohamed I a pedir la paz. Alfonso III consolidó y extendió su reino por la Meseta Norte, ocupando ciudades estratégicas como Zamora, Oporto y Coímbra, y llevando la frontera con los musulmanes hasta el Duero.
Para repoblar la Meseta, el rey se apoyó en colonos montañeses que construyeron una iglesia monástica a orillas del río Cea para venerar a los mártires Facundo y Primitivo en las tierras que el rey les había donado. Por lo tanto, sin contar el posible período visigodo, el monasterio se levantó durante el reinado de Alfonso III.
El monasterio de San Facundo y San Primitivo de Sahagún fue un pilar fundamental en la historia de los reinos de León y Castilla. El monasterio románico que hoy vemos en ruinas se construyó en 1088, durante el reinado de Alfonso VI. La iglesia monástica fue consagrada en 1099.
Alfonso VI convirtió a Sahagún en un centro político y cultural de primer orden. Con su apoyo, el monasterio se reconstruyó y se transformó en uno de los centros benedictinos más importantes, ricos y poderosos de Europa. Su influencia se extendió por toda la península y fue esencial para introducir la reforma cluniacense que buscaba unificar la liturgia y la disciplina monástica. El monasterio desempeñó un papel crucial en la historia de Castilla y León, sirviendo de sede en las decisiones del rey de la cámara regia y concilios.
Durante el reinado de Alfonso VI, con el desarrollo del arte románico y en la consolidación del Camino de Santiago, el monasterio alcanzó su máximo esplendor. Sus posesiones, con jurisdicción propia, se extendían desde la montaña palentina hasta la comarca salmantina.
El monasterio ha sufrido numerosas destrucciones e incendios y ha sido reconstruido en varias ocasiones. Es conocido por ser uno de los primeros ejemplos de arquitectura románico-mudéjar, que combina las formas del románico con la maestría constructiva de los artesanos mudéjares.
El complejo monástico era muy grande. Se componía de iglesia, claustro, dependencias y otras edificaciones. La mayor parte del monacato ha sido destruida, pero aún se pueden apreciar algunos vestigios, como el Arco de San Benito, la Capilla de San Mancio del siglo XII y la llamada Torre del Reloj, un claro ejemplo de la técnica mudéjar.
En el siglo XIX, con las desamortizaciones, la comunidad monástica se disolvió y el edificio fue vendido. Gran parte de sus tesoros, incluyendo el Panteón Real, se dispersaron. La iglesia románica fue demolida y solo quedaron algunos edificios auxiliares y los restos de la capilla de San Mancio.
Lamentablemente, el monasterio de San Benito de Sahagún sufrió la desamortización de 1836. Hoy, de la época románica, solo se conservan la Capilla de San Mancio, la torre junto a la cabecera y algunos restos del ábside. A pesar de su estado actual, el monasterio sigue siendo un testimonio fundamental de la historia y la cultura de España.
Juan Pisuerga
PPARA MÁS INFORMACIÓN, CONSULTAR
- Cuenca Coloma, M. (1995). Sahagún, monasterio y villa.
- Fuentes Santamarta, Jesús. (1997). La Crónica de León.
- García Nistal, Joaquín. (2003). Sahagún. Edilesa.
- Neira Campos, Ana. (1997). Historia de León.
- Pérez Gil, Javier. (2002). Monarquía y monacato en la Edad