El nacimiento del reino asturiano
En su obra “Hispania, un enigma histórico”, el profesor Claudio Sánchez Albornoz ofrece una detallada descripción de las etnias que poblaban las montañas cantábricas y la meseta septentrional con anterioridad a la conquista romana. Entre ellas, cita a cántabros, astures, caristios, turmogos, vetones, vacceos, autrigones, galaicos, arévacos, pelendones, vascones y várdulos. Estos pueblos, caracterizados por su arraigado individualismo, nunca constituyeron una unidad política, circunstancia que facilitó su sometimiento a Roma.
El mismo autor sostiene la hipótesis de que los vascos invadieron los territorios de autrigones, várdulos y caristios, desplazándolos hacia el suroeste de sus asentamientos originales.
La romanización propició la génesis de la sociedad hispano-romana y, con la llegada de los visigodos, la autorización de matrimonios mixtos condujo a la formación de la comunidad hispano-goda.
En el momento de la invasión musulmana, la península ibérica estaba habitada por hispanogodos, cuya vida se regía por la estructura social, religiosa y política legada por la administración visigoda.
Poco después de su desembarco en Hispania, los musulmanes intentaron la conquista de la poderosa ciudad visigoda de Amaya, enclavada en una colina de pronunciadas laderas en los Campos Góticos y residencia del duque de Cantabria. Un primer asalto fue repelido con éxito. Tras la retirada musulmana, la plaza se llenó de campesinos que, temerosos por su seguridad y reacios a abandonar sus propiedades, buscaron refugio en sus muros. Los musulmanes, reforzados por las huestes del obispo Opas, retornaron, doblegaron la resistencia y arrasaron la ciudad.
Después del acontecimiento, de carácter mítico o real, de la batalla de Covadonga, Alfonso, hijo del duque de Cantabria, contrajo matrimonio con Ermesinda, la hija de Pelayo. De este modo, los hispano-godos asturianos, victoriosos en Covadonga, quedaron vinculados al reino visigodo a través del ducado de Cantabria.
Alfonso I fue proclamado rey en el año 739, coincidiendo con el estallido de la rebelión bereber en el norte de África. Primer monarca de la dinastía asturiana, procuró, siguiendo el consejo paterno, implantar el modo de vida visigodo. De su unión con Ermesinda nacieron tres hijos: Fruela I, su sucesor, Vimaro y Adosinda. Fuera del matrimonio, tuvo otro hijo con Siselda, una esclava musulmana, llamado Mauregato, quien también llegaría a ser rey de Asturias.
Con la ascensión de Alfonso I al trono asturiano, las rebeliones y revueltas internas se extinguieron.
En el año 741, los bereberes asentados en la meseta norte y Galicia abandonaron estos territorios y, organizados en un ejército, marcharon hacia el sur peninsular para enfrentarse a los árabes. Alfonso I aprovechó esta coyuntura y, acompañado por su hermano Fruela, llamado de Cantabria, emprendió dos expediciones punitivas. Durante la primera, saqueó diversas plazas de la meseta, como Amaya, Saldaña, Simancas, Lugo, Tuy y Oporto. Trasladó a la franja cantábrica a aquellos hispano-godos que desearon acompañarle. Este hecho revistió una gran relevancia política, pues desde el Duero hasta la cornisa cantábrica el territorio quedó despoblado. El monarca asturiano estableció así una zona deshabitada como factor de seguridad, un erial sin cultivos ni recursos alimenticios, conocido como el Desierto del Duero, obstaculizando de este modo el avance musulmán al privar a sus tropas y caballería de suministros, y con este hecho aumentó la población en la franja norteña. Al año siguiente, Alfonso I organizó una cabalgada junto a su hermano Fruela por el sureste, con el doble objetivo de recoger a los hispano-godos que quisieran unirse al repoblamiento del norte y de obtener víveres para la franja cantábrica. Durante esta campaña, se erigieron torres defensivas al norte de los montes Obarenes.
Algunos historiadores postulan que los ejércitos islámicos no tomaron posesión efectiva de las tierras del alto Ebro, limitándose a vigilar las calzadas y las cosechas. En verdad, subsisten interrogantes acerca del comportamiento de los hispano-godos de estas comarcas. No todos sus habitantes se trasladaron a la franja cantábrica; se ha sugerido que numerosas familias optaron por pagar tributos, tanto civiles como religiosos, para permanecer en sus posesiones.
Fruela de Cantabria, segundo hijo del duque Pedro y hermano de Alfonso I, tuvo tres descendientes: Bermudo y Aurelio, quienes posteriormente reinarían en Asturias, y una hija de nombre desconocido que desposó a un magnate de las Vardulias llamado Lope. De esta unión nació Muniadonna, quien contrajo matrimonio en 751, siendo aún adolescente, con su primo Fruela I de Asturias, enlace del que nacería Alfonso II.
Los cronistas árabes empleaban la denominación al-Qila para referirse a una extensa comarca que comprendía las llanuras del oeste de Álava, los valles altos del Ebro, la región suroriental de Cantabria y el norte de Burgos.
Alfonso I falleció por causas naturales en el año 757. Fruela I heredó el trono y prosiguió la política de su padre. En el año 758, hubo de enfrentarse a un contingente musulmán enviado por Abderramán I, cuyo encuentro culminó en la batalla de Pontuvio, un lugar cuya ubicación exacta aún se desconoce. Se sabe que el rey asturiano obtuvo una victoria que algunos historiadores han llegado a denominar la segunda Covadonga. Los estudios de Díaz y Ballesteros, basándose en el análisis de las calzadas romanas, sitúan este enclave en el puerto del Pontón.
Fruela I ordenó la repoblación de algunas de las plazas abandonadas por los bereberes en la meseta norte, aunque sin éxito. En Galicia, en cambio, sus habitantes se extendieron hasta el río Sil, estableciendo así la frontera suroccidental del reino asturiano.
Con el reinado de Fruela I resurgen las intrigas palaciegas y las tensiones territoriales, consideradas por los medievalistas como consecuencia de la rivalidad entre nobles y magnates por el control de las regiones periféricas, cuyos gobernadores anhelaban una mayor autonomía respecto a la sede asturiana.
La actuación de Fruela I contra su hermano Vimaro, a quien mandó ejecutar bajo la acusación de conspirar para destronarlo, no está completamente esclarecida. Sin embargo, acogió a su hijo, su sobrino Bermudo, y lo educó como si fuera propio. Este fratricidio le granjeó numerosos enemigos entre la nobleza, y finalmente murió asesinado.
En el ámbito político-social, Fruela I impulsó una reforma eclesiástica promovida por el papado. Suprimió el matrimonio de sacerdotes y clérigos, obligándolos a abandonar la iglesia o a sus esposas. Fundó el monasterio de San Vicente, perteneciente a la orden de San Benito, en el año 761, que daría origen a la ciudad de Oviedo, e inició una serie de implantaciones eclesiásticas en los valles interiores del reino.
Asimismo, presenció la fundación de un monasterio en el norte de Burgos, en un poblado hispano-godo cuyos habitantes habían permanecido en sus tierras: un monasterio femenino que albergaba a veintiocho monjas y una abadesa llamada Nuña Bella.
Juan Pisuerga.
PARA MÁS INFORMACIÓN
- Manuel Fernández Álvarez, Marta Friera Álvarez, Víctor Rodríguez Infiesto. Oviedo. Ediciones, 2005
- Santos Yanguas, Narciso (2017). «La conquista de Asturias por Roma: una nueva perspectiva». Gerión. Universidad de Oviedo.
- González Echegaray, Joaquín «Las Guerras Cántabras en las fuentes».
- Historia básica de Asturias. Francisco Erice y Jorge Uría. Gijón, Silverio Cañada, 1990.