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Miño de San Esteban es un municipio en la comarca de El Burgo de Osma. Su historia está adherida a su pasado. Sus tierras estuvieron habitadas por pueblos celtíberos como los arévacos, turmogos y pelendones, quienes se enfrentaron a las legiones romanas durante las Guerras Celtibéricas.

Los romanos le llamaron «Minium» o «Minio», que significa “de color bermellón”, inspirándose en el color rojizo o cardenal que adquieren sus tierras al atardecer. Este nombre perduró durante el reino visigodo. A partir de los siglos XI y XII, con la repoblación, el topónimo evolucionó a Miño.

El origen del nombre San Esteban es más sencillo de descifrar, pues honra al mártir que, según las escrituras, fue lapidado en Jerusalén y el nombre alternativo de una de las puertas de la muralla de la Ciudad Vieja. El nombre llegó a Castilla con los Caballeros Hospitalarios, quienes administraron la comarca y añadieron el nombre de San Esteban.

Miño ha sido un testigo privilegiado de la historia: desde las luchas celtibéricas contra Roma hasta el choque entre cristianos y musulmanes durante la Reconquista. Es un pueblo mencionado en las crónicas del destierro del Cid.

El paisaje es la tierra soriana del alto Duero, pero salpicado de praderas y árboles. Miño goza de una rica biodiversidad: en sus campos crecen encinas, sabinas y chopos, junto a hierbas aromáticas como la manzanilla y el tomillo. Un arroyo, que dibuja una verde vereda en el paisaje, riega sus tierras. Es habitual avistar jabalíes, corzos, perdices, liebres y conejos. El municipio que conocí en los años setenta tenía la arquitectura tradicional de la ribera con casas de adobe y madera, con esquinas reforzadas con piedra arenisca de sillería.

En un suave altozano, presidiendo la plaza, se alzaba la iglesia de San Martín. Un templo tardo románico erigido entre los siglos XII y XIII, aunque con añadidos posteriores. A pesar de haber sido modificada y maltratada a lo largo de los siglos, conservaba una notable esencia románica. En su momento, el pórtico fue

Años después, los libros y artículos que leía sobre el románico de la zona no coincidían con lo que yo recordaba de aquel San Martín, a excepción de la torre, que añadía verticalidad al conjunto. Esta torre, más similar a un torreón defensivo que a un campanario, tenía tres cuerpos con ventanales irregulares. Su tramo inferior era románico, pero los superiores son góticos.

Hoy en día, la iglesia románica de San Martín de Miño de San Esteban es un excelente ejemplo del románico de la Ribera del Duero. Construido en piedra de sillería, una de esas maravillosas sorpresas que esconde la provincia soriana. Del románico original solo se conservan los muros, la portada, la galería y el cuerpo inferior de la torre.

El muro norte tiene un alero con canecillos decorados con bolas y rollos. En el muro sur, la cornisa restaurada deja ver los canecillos originales, y aunque están deteriorados, aún se aprecian las figuras de un músico, una danzarina y varios animales.

La galería porticada, adosada al muro sur, se apoya sobre un zócalo corrido. Cuenta con ocho arcos de medio punto que descansan sobre columnas. Se cree que esta galería se levantó para que los vecinos discutieran asuntos de su interés. Es una estructura posterior al cuerpo principal del templo. Sus capiteles se apoyan sobre columnas con fustes unidos y adornos de hojas de parra. En su imaginería, se aprecian seis parejas de pequeñas arpías y dos mascaradas femeninas con pómulos marcados, ojos almendrados y profundas arrugas.

La puerta de entrada al templo tiene un arco de medio punto, con una chambrana ajedrezada y cinco arquivoltas decoradas con baquetón, pequeñas bolas, triángulos, rosetas y motivos vegetales y geométricos. Las arquivoltas descansan sobre un cimacio de palmas en el lado izquierdo y entrelazadas en el derecho. En el capitel izquierdo se representa a Sansón luchando con un león, mientras que en el derecho se ven dos grifos enfrentados. Ambos capiteles se apoyan en fustes que, lamentablemente, han sido pintados de un verde amarillento que desmerece la calidad de las esculturas.

El interior de la iglesia, de una sola nave, tiene elementos de la segunda mitad del siglo XII. La cabecera se cubre con una bóveda de cañón en el presbiterio y una de cuarto de esfera en el ábside. Originalmente, los muros interiores estaban cubiertos con una capa de cal y arena. El ábside, de forma semicircular, alberga un altar de piedra monolítica.

PARA MÁS INFORMACIÓN, CONSULTAR

1. Gaya Nuño, Juan Antonio. El románico en la provincia de Soria. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1946.

2-Gudiol Ricard, José. Arquitectura y escultura románicas. Madrid, 1948.

3. Enríquez de Salamanca, Cayetano. Rutas del románico en la provincia de Soria. Librería Cervantes, 1986.