El número siete ha cautivado la imaginación humana desde tiempos inmemoriales. Su presencia se encuentra en mitologías, religiones, la ciencia, el arte y la vida diaria.
En la Media Luna Fértil, entre el Tigris y el Éufrates, en la cuna de la civilización, el siete poseía un poderoso significado religioso y cultural. En el relato mesopotámico, el dios Marduk creó el mundo en siete días. Siete eran los planetas conocidos y encargados de organizar el orden cósmico. Las fiestas duraban siete días, y el siete era el número perfecto, el que utilizaban los reyes babilonios para impartir justicia.
Para los egipcios, el dios Ra había creado el mundo en siete días. Osiris, el dios que evaluaba las almas, tenía una balanza con siete pesas.
El budismo habla de los siete chacras o centros de energía del cuerpo humano. En el taoísmo, el siete se asocia con el equilibrio entre el yin y el yang.
En el Antiguo Testamento, el siete tiene un significado profundo y simbólico: Dios completó la creación del universo en seis días y descansó en el séptimo (Génesis 1). El Señor estableció un pacto con Noé después del diluvio, enviando como prueba el arcoíris con siete colores (Génesis 9). Además, concedió a los hombres siete años de cosechas y vacas gordas, y siete años de penuria y vacas flacas. El tabernáculo, donde los israelitas adoraban a Dios en el desierto, tenía siete componentes principales (Éxodo 25-27).
La Torá judía o el Pentateuco son los cinco primeros libros de la Biblia; la Cábala es su interpretación mística para buscar el significado esotérico del mundo. En ella aparecen los siete atributos divinos que emanan de Dios y conforman la estructura del universo. El Árbol de la Vida tiene siete ramas principales. Hay siete cielos o reinos espirituales; el séptimo es el más alto y cercano a Dios. La Menorá o candelabro tiene siete brazos que simbolizan la luz del conocimiento. Las celebraciones de los israelitas duraban siete días. En el Levítico se establecen leyes, como la aspersión de sangre del animal, que debía hacerse siete veces.
En la antigua Grecia, el siete era un número sagrado asociado a Apolo, dios del sol. Siete eran las Pléyades, diosas que representan las estrellas y la fertilidad. Pitágoras decía que el siete era el «número perfecto» por sus propiedades matemáticas, y para Hipócrates, el siete influye en todos los seres sensibles.
En Roma, el número siete tenía un significado divino. Representaba las fases de la luna y los días de la semana. Siete eran los años que tardaba Saturno en completar su órbita alrededor del Sol. Siete son las colinas de Roma. Siete, las maravillas del mundo antiguo.
En el culto católico, el Espíritu Santo tiene siete dones y la Virgen María, siete dolores. Hay siete sacramentos, siete diáconos. Hay siete pecados capitales y siete virtudes.
En el Apocalipsis, se menciona un libro con siete sellos, que solo Dios puede abrir. Son siete los hermanos Macabeos (Apocalipsis 1:12) y siete las trompetas, según este libro, para anunciar el final de los tiempos (Apocalipsis 1:20).
El siete tiene un significado recurrente en el islam, aunque no se le atribuye ningún poder mágico. El siete está vinculado a la Creación, como en la tradición cristiana. Durante la peregrinación a La Meca, los musulmanes dan siete vueltas alrededor de la Kaaba. Tradicionalmente, a los musulmanes recién nacidos se les pone su nombre al séptimo día. En varias ocasiones el siete aparece en el Corán.
Las galerías románicas porticadas son muy numerosas en el norte de España, especialmente en el valle medio del Duero. A mediados del siglo pasado, algunos expertos en historia del arte debatieron que las galerías empezaron a construirse con siete huecos como un mensaje a los fieles relacionado con los siete días de la creación, o para prevenirles contra los siete pecados capitales. Otro grupo sostuvo la tesis de que los siete arcos eran los precisos para la construcción, esgrimiendo razones estructurales como que se podían agrupar tres vanos con arcos a cada lado y una puerta de entrada central. Esto aportaría estabilidad al templo, contribuiría a la estética del edificio y permitiría contemplar el panorama exterior.
La respuesta probable es que el número siete se escogiera al principio por razones simbólicas, como indica la tradición cristiana.
Algunos articulistas han querido ver el número siete de las galerías vinculado a la leyenda de los siete infantes de Lara, puesto que la narrativa discurre en la comarca oriental soriana, y concretamente en Omeñaca. El maestro Menéndez Pidal recogió en 1896 la leyenda de los siete infantes de Lara:
“A daros gracias vinieron. Los siete infantes de Lara. Y encontraron, cosa rara, las siete puertas cerradas”.
Los templos, a partir de finales del siglo XI, construyeron galerías con un número indeterminado de arcos, probablemente en relación con su ubicación y asentamiento. Cuando la frontera del Duero fue sobrepasada, aparecieron nuevas conquistas y nuevos núcleos poblacionales. En las iglesias que se construyen al sur del Duero, las galerías son más artísticas y mejor elaboradas.
La respuesta probable es que el número siete, al principio, se escogiera por razones simbólicas, como indica la tradición cristiana.
En conclusión, el siete ha sido considerado un número mágico o esotérico en muchas culturas y su significado va más allá de una simple cifra. Simbólicamente, el número siete se asocia con la perfección, la completitud y la totalidad. Representa la unión del cielo y la tierra, lo espiritual y lo material, y ha fascinado a muchas sociedades a lo largo de la historia.
PARA MÁS INFORMACIÓN, CONSULTAR
- Bango Torviso, Isidro G. (2002). Tesoros románicos de España. Espasa Calpe.
- Chamorro Lamas, Manuel (1996). Rutas románicas. Ediciones Encuentro, Madrid.
- García Guinea, Miguel Ángel (2002). Románico en Palencia. Diputación de Palencia.
- García Guinea, Miguel Ángel (2000). Iniciación al arte románico. La arquitectura románica. Fundación de Santa María la Real. Aguilar de Campoo.
- Herrera Marcos, Jesús (1997). Arquitectura y simbolismo del románico en Valladolid. Edita Ars Magna, Diputación de Valladolid.
- Lampérez y Romea, Vicente (1999). Historia de la arquitectura cristiana española en la Edad Media. Editorial Ámbito.
- Nuño González, Jaime (2000). Iniciación al arte románico: Aportación de la Historia, de la Arqueología y de las ciencias auxiliares al conocimiento del estilo románico. Aguilar de Campoo.
- Boletín de la Sociedad de Excursiones. 1953.