Skip to main content

LOS REYES HOLGAZANES ASTURIANOS Y EL ADOPCIONISMO.

Tras la muerte de Fruela I en 768, los veinticinco años siguientes estuvieron marcados por los gobiernos oscuros y mediocres de Aurelio, Silo, Mauregato y Bermudo I. Aunque algunos medievalistas los denominan «reyes holgazanes», hay que considerar que, durante este periodo, el reino asturiano no se vio amenazado por los musulmanes debido a las luchas internas que convulsionaban al-Ándalus.

No obstante, por el este y el sureste, el reino de Asturias sufrió las invasiones y saqueos de los cordobeses y los muladíes Banu Casin. Esta situación provocó el desplazamiento de los hispano-godos de dichas áreas hacia las tierras cercanas a la corte, despoblando prácticamente la zona oriental del reino.

Aurelio fue proclamado rey en 768 por los mismos cortesanos que asesinaron a Fruela I. Su reinado, que se extendió hasta su muerte en 774, transcurrió sin enfrentamientos con los musulmanes. Algunos historiadores sugieren que durante su gobierno tuvo lugar un movimiento social poco conocido: una rebelión de siervos. Cabe recordar que Alfonso I había trasladado a la franja norte a hispano-godos de la meseta norte y los valles altos del Ebro, conformando una sociedad similar a la visigoda. Si bien se creía que la cornisa cantábrica carecía de esclavos debido a su escasa romanización, esta afirmación parece inexacta, sugiriendo una posible influencia romana más profunda. Esta rebelión ha generado un debate sobre sus causas, aunque su naturaleza exacta (sublevación de esclavos o libertos) y sus consecuencias permanecen desconocidas.

A la muerte de Aurelio en el año 774, Silo, casado con Adosinda, hija de Alfonso I, subió al trono. Algunos historiadores señalan un posible origen musulmán de su madre, lo que explicaría la ausencia de ataques islamistas durante su reinado. Trasladó la corte a Pravia, una localidad estratégicamente ubicada junto a una calzada romana, y confió la administración palaciega al sobrino de su esposa, el futuro Alfonso II. En estos años, los condes gallegos se rebelaron, pero Silo los derrotó en la batalla de Montecubeiro.

Tras el fallecimiento de Silo, Adosinda propuso a su sobrino como sucesor, pero una conspiración cortesana llevó a Mauregato, hijo ilegítimo de Alfonso I, a proclamarse rey en 783. Alfonso II se refugió en las Vardulias, en tierras de su familia.

El reinado de Mauregato se caracterizó por un mayor rigor en la iglesia asturiana, coincidiendo con el inicio de la controversia adopcionista. El himno «O Dei Verbum», atribuido al Beato de Liébana y dedicado a Mauregato, trascendía el debate teológico, constituyendo una discusión política destinada a liberar a la iglesia asturiana de la influencia de Toledo, bajo dominio musulmán. Beato defendía la ortodoxia católica frente a las tesis de Elipando de Toledo y Félix de Urgel. La joven iglesia asturiana, respaldada por el rey, se presentaba ante el mundo cristiano con el apoyo papal.

El adopcionismo surgió en la península durante el Sínodo de Sevilla, impulsado por Elipando. El obispo de Toledo sostenía el dogma de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo como un solo Dios), pero argumentaba que la naturaleza humana del Hijo, al ser engendrado por una mujer, impedía su divinidad inherente, proponiendo su adopción por el Padre. Esta doctrina generó una fuerte oposición en la cristiandad del norte peninsular, liderada por la influyente iglesia de Toledo, uno de los centros teológicos más prestigiosos de la época.

Aunque Mauregato es considerado un buen rey, sus detractores le reprochan la leyenda del tributo de las cien doncellas. Su reinado terminó con su asesinato en 788.

Bermudo I, conocido como el Diácono, era hijo de Fruela de Cantabria y hermano de Aurelio. Destinado inicialmente a la vida eclesiástica por su padre, fue elegido rey en 789 en contra de su voluntad, viéndose obligado a abandonar su vocación religiosa. Según Menéndez Pidal, su elección fue irregular debido a su condición religiosa según la ley visigoda. Accedió al trono mediante una conspiración nobiliaria que buscaba impedir la coronación de Alfonso. Bermudo renunció a sus votos, contrajo matrimonio con Usenda en 789, mantuvo la corte en Pravia y gobernó como un rey ilustrado y magnánimo. Tuvo dos hijas y un hijo, el futuro Ramiro I.

Tras la muerte de Abderramán I en 788, su hijo Hisem I heredó el emirato e inmediatamente declaró la guerra santa a los cristianos del norte. Organizó dos ejércitos: uno devastó las riberas del Ebro en la región de al-Qila, llevándose cosechas y ganado; el segundo atacó Astorga y, atravesando Galicia, llegó hasta Asturias, saqueando todo lo que encontraba a su paso. Bermudo evitó el enfrentamiento directo, pero intentó interceptar al ejército musulmán en su retirada cerca de Villafranca del Bierzo. Sin embargo, la estrategia del general Yusuf desbarató la emboscada y derrotó a las fuerzas astures en 791. Tras esta derrota, Bermudo abdicó, argumentando que el reino necesitaba un líder con mayor preparación y experiencia militar, y retomó sus tareas eclesiásticas. Bermudo I fue un rey generoso y magnánimo, falleciendo por causas naturales en 797.

Juan Pisuerga.

 

PARA MÁS INFORMACIÓN.

  1. Maíllo Salgado, Felipe (2002). «El reino de Asturias desde la perspectiva de las fuentes árabes». En la época de la monarquía asturiana. Oviedo.
  2. Martínez Díez, Gonzalo (2004). El Condado de Castilla (711-1038). La historia frente a la leyenda. Valladolid: Junta de Castilla y León.
  3. Menéndez Pelayo, Marcelino (1978). Historia de los heterodoxos españoles. Madrid: Editorial Católica.
  4. Menéndez Pidal. Historia de España. Madrid: Espasa Calpe.
  5. Sánchez Albornoz, Claudio (1966). Despoblación y repoblación del Valle del Duero. Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires, Instituto de Historia de España.
  6. Sánchez Albornoz, Claudio (1980). El reino de Asturias. Orígenes de la nación española. Gijón: Silverio Cañada, ed. Asturiana Espasa, Serie Espasa Fórum).
  7. Valdeón Baruque, Julio (2003). La España medieval. Madrid.