Los grifos son criaturas fascinantes que han capturado la imaginación del hombre durante siglos. Poseen cabeza y cuerpo de león, y alas de águila. Su mención como seres fantásticos se remonta a los escritos cuneiformes.
Los arqueólogos han descubierto esculturas de grifos de los siglos IX y X a.C. en las ruinas de Nínive. En la cultura asiria, se les asociaba con Ashur, el dios principal del imperio, y se les consideraba protectores del rey y del reino. Por la composición de su imagen, representaban la fuerza, el poder y la majestad real. Los grifos hallados en Nínive ofrecen una idea de su importancia en la antigua Mesopotamia, aunque los Toros Alados de Nínive son las imágenes más icónicas, ya que servían como guardianes en las puertas de palacios y ciudades.
Aunque no existen referencias explícitas de grifos en la Biblia, hay pasajes que podrían interpretarse como tales. Por ejemplo, Éxodo 28:20 menciona el ónice en la cuarta hilera de piedras preciosas que adornaban el pectoral del sacerdote: algunos asocian la imagen de esta gema, que lleva los nombres de las tribus de Israel, con un grifo. Asimismo, en Ezequiel 1:10, la descripción de los cuatro seres vivientes del carro celestial, que dice: “que tienen cuatro caras: de hombre, de león, de toro y de águila y alas por detrás», ha sido interpretada por algunos como grifos. De igual manera, en la visión de Daniel 7:4, una de las cuatro bestias se describe con «alas de águila». Sin embargo, las interpretaciones bíblicas sobre los grifos son escasas o poco difundidas.
La interpretación de los grifos en el románico es muy variada. Su simbolismo es tan rico como complejo, y su significado depende en gran medida del autor consultado. Lo más común es que se les considere una fuerza entre el bien y el mal: la lucha entre el cielo y el infierno. Algunos escritos afirman que eran criaturas útiles para la vigilancia y la justicia: para comprender verdades ocultas e incluso para la salvaguarda de tumbas.
Los grifos tienen su simbolismo en la tradición cristiana. Se les ha asociado con Cristo, por la poderosa fuerza del león que protege a los hombres del pecado, y con la majestad y la altura del vuelo del águila que le permite ver a todos los hombres. La combinación de dos animales tan poderosos como el león y el águila les confiere una potencia formidable que se asocia con el poder terrenal y el espiritual, ofreciendo, al mismo tiempo, un equilibrio entre fuerzas opuestas.
En el románico, se encuentran esculpidos en capiteles, ménsulas, frisos, galerías porticadas y, con menos frecuencia, aparecen en murales y manuscritos iluminados.
La creencia menos extendida es que los grifos son criaturas sabias y poderosas. En este sentido, el grifo representaría la búsqueda del conocimiento y la verdad, así como la capacidad de discernir entre el bien y el mal, simbolizando, en última instancia, la victoria sobre el mal y la defensa de la verdad.
Juan Pisuerga
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PARA MÁS INFORMACIÓN, CONSULTAR
- Bozal, Valerio (1983). Historia del arte: La escultura occidental. Barcelona.
- Focillon, Henri (1986). La escultura románica: investigaciones sobre la historia de las formas. Akal, Madrid.
- Gómez Moreno, María Elena (1947). Mil joyas del arte español, piezas selectas, monumentos magistrales: Edad Media. Barcelona.
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