Los bestiarios surgen en las antiguas civilizaciones mesopotámicas. En estas culturas nacieron los bestiarios, inicialmente basados en el imaginario popular y que cobraron vida al ser representados artísticamente. La emblemática ciudad de Nínive, fundada alrededor del siglo XIII a.C., albergaba la famosa Biblioteca de Asurbanipal con imágenes y textos de seres míticos y fabulosos. Las civilizaciones mesopotámicas han sido cuna de la escritura, de la cultura y nos han dejado un rico legado.
Zoroastro impulsó la creencia en un Dios único, cósmico y etéreo, que asistía al hombre en su eterna lucha entre el bien y el mal. Algunos estudiosos sugieren que estas ideas provienen del faraón Akenatón, quien en el siglo XIV a.C. promovió el culto a Atón como dios único. De hecho, ciertos académicos encuentran paralelismos entre las ideas de Zoroastro, recogidas en el Avesta, y los escritos bíblicos.
Un bestiario es una colección de textos e ilustraciones que ofrece una visión del mundo sobrenatural a través de animales fantásticos o criaturas mitológicas. Estas imágenes cautivadoras se encuentran en esculturas, relieves y manuscritos, no solo como elementos decorativos, sino con un profundo significado simbólico que refleja las creencias de estas milenarias sociedades.
El simbolismo de los animales en las culturas antiguas
En el bestiario mesopotámico, cada animal tenía un simbolismo particular: Los leones representaban la fuerza, el poder real y la protección; a menudo eran los guardianes de templos. Los toros expresaban la fertilidad, la virilidad y la divinidad celestial. Las serpientes, el renacimiento y el inframundo. Las águilas simbolizaban la divinidad, la realeza y el poder. Los escorpiones se asociaban con la muerte, la destrucción y el caos.
Los animales mitológicos también jugaron un papel crucial en la Grecia clásica: El Minotauro, un monstruo mitad toro, mitad hombre, confinado en el laberinto cretense, encarnaba la lucha interna entre la razón y la pasión, entre lo civilizado y lo salvaje. El ave fénix simbolizaba el renacer. Escila y Caribdis, dos monstruos marinos que habitaban en un estrecho, representaban los peligros inherentes a la navegación.
En la cultura grecolatina, los expertos destacan el «Physiologus», un texto anónimo griego del siglo II d.C., considerado el precursor del bestiario medieval. No fue hasta el siglo X, con su traducción al latín en los monasterios, que los bestiarios se consolidaron. Estos tratados se enriquecieron con vibrantes ilustraciones a color, reflejando la cosmovisión medieval a través de un denso simbolismo religioso y moral, donde las descripciones de las criaturas fantásticas se vinculaban con virtudes y vicios bíblicos.
La función de estos textos no era científica, sino didáctica y alegórica. Cada animal se describía con sus supuestas características, extrayendo de ellas lecciones morales o estableciendo paralelismos con doctrinas cristianas. Muchos bestiarios eran manuscritos iluminados, ricamente ilustrados con miniaturas detalladas y coloridas de los animales.
Los bestiarios medievales cumplían una función religiosa y moral. Eran herramientas utilizadas por los clérigos para explorar y comprender el simbolismo de la creación divina, pues se creía que el mundo natural contenía mensajes de Dios, y los bestiarios ayudaban a descifrarlos. Además, ofrecían un componente de entretenimiento al describir criaturas exóticas y maravillosas que fascinaban a la gente de la época.
Entre los siglos X y XIII, estos manuscritos alcanzaron su apogeo. Obras como el Bestiario de Aberdeen y el Libro de las Bestias no solo describían las características físicas de las criaturas, sino también sus propiedades morales y simbólicas.
La imaginería románica, de una riqueza extraordinaria, está impregnada de leyendas y simbolismos muy evocadores.
El Ave Fénix es el símbolo del renacimiento y la resurrección.
El unicornio, un caballo blanco con un largo cuerno en espiral que solo podía ser capturado por una virgen, representando la pureza, la castidad y la inocencia.
El Dragón, una criatura feroz y poderosa, personificación del caos y la destrucción.
Los Grifos que tienen cabeza de ave y cuerpo y patas de león simbolizaban la vigilancia.
Las Arpías con cabeza y pechos de mujer, rostro demacrado y cuerpo de ave de rapiña, representaban las pasiones, los vicios y los remordimientos.
La Anfisbena, una serpiente con dos cabezas y a veces con alas o garras, que representaba simultáneamente el bien y el mal por su capacidad de moverse en ambas direcciones.
El Centauro, mitad humano, mitad caballo, era generalmente violento y salvaje, a menudo torturando almas. No obstante, existía Quirón, un centauro paciente y sabio instructor de héroes y semidioses.
La Lamia, que, en la mitología griega, era una mujer hermosa que seducía a los hombres y ayudaba a los agricultores, dejándoles comida por las noches, se asociaba con la placidez y la confusión.
El Basilisco, un ser o serpiente gigante con un veneno letal que podía matar con la mirada o el aliento, considerado el rey de las serpientes, era nocivo, marchitaba la flora y podía romper las piedras.
La Sirena, mitad mujer y mitad pez, seducía a los marineros con su canto, representando el mal y la perdición.
La Medusa, una figura con serpientes en la cabeza, manos de bronce y alas de oro, petrificaba y mataba con su mirada.
La Esfinge, un monstruo con rostro y pechos de mujer, alas de ave y cola y patas de león. Era un ser peligroso y maligno que devoraba a los incautos.
Los Sátiros, mitad hombre, mitad carnero, y con frecuencia cuernos, eran criaturas caprichosas y poco fiables.
Las Ninfas eran divinidades de bosques, lagos, ríos y mares, que representaban la vida de la naturaleza.
Las imágenes y simbolismos de los bestiarios han inspirado a artistas de todas las épocas y continúan siendo hoy una valiosa fuente de información para comprender las creencias y valores de aquellas sociedades.
Juan Pisuerga
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- Oliver Beigbeder: Léxico de los símbolos.
- Nilda Guglielmi: «Physiologus», bestiario medieval.
- Clark, Willene B. and Meradith T. McMunn: (1989) The Bestiary and its Legacy
- George, Wilma and Brunsdon Yapp: (1991) The Naming of the Beasts: Natural History in the Medieval Bestiary