COLÓN LLEGA A AMÉRICA.
En la madrugada del 12 de octubre de 1492, el vigía de la Pinta, Juan Rodríguez Bermejo, un militar y marino español conocido como Rodrigo de Triana, dio el grito de “tierra a la vista”. Colón creyó que habían llegado a las Indias Orientales, pero en realidad estaban en una isla llamada Guanahani que bautizaron como San Salvador.
Siguieron viaje y encontraron otra pequeña isla que titularon Santa María de la Concepción y otra aún más pequeña: la Fernandina. Bordearon la costa oriental de una isla grande que bautizaron como Juana y días después se toparon con otra que llamaron Isabela.
En la madrugada del 2 de noviembre, el almirante saltó a tierra enarbolando la bandera de los Reyes Católicos, con la heráldica de Castilla y de Aragón, escoltado por sus capitanes, los hermanos Pinzón, que llevaban dos banderas: una con cruces verdes como fidelidad a Dios y otra con las iniciales F.I. de Fernando e Isabel.
Colón tomó posesión de la tierra en nombre de los Reyes Católicos. Al desembarcar se acercaron unos nativos de lengua ininteligible. Fue el primer encuentro entre dos mundos distintos. Los indios, impresionados al ver hombres blancos, con barba, objetos raros en las manos y barcos enormes, les preguntaron por señas si venían del cielo. Los nativos eran de la nación taína. Los exploradores intercambiaron con ellos regalos, pero vieron que algunos llevaban de adorno pequeñas piezas de oro y tenían cicatrices en su piel ocasionadas por otras tribus de guerreros agresivos que les atacaban y se apropiaban de sus mujeres. Se ha dicho que eran caribes que practicaban el canibalismo.
El día 16 de noviembre, Martín Alonso Pinzón, sin que se sepa la causa. Puso rumbo al sureste, hacia una isla que los indios llamaban Borinquen. Fue «por codicia», por indisciplina o en un incidente de navegación.
La expedición siguió navegando al oeste y el 5 de diciembre de 1492 avistaron una gran isla que bautizaron como La Española. Costearon la isla rumbo al oriente y, con la ayuda de guías indígenas, encontraron un cabo que llamaron Cabo Santo. El almirante se entrevistó con el jefe y cambiaron regalos. El cacique le dio una pequeña caja de oro y acordaron que les protegerían de un caudillo enemigo. Canoabo.
Una india de nombre Anacaona, que resultó ser la mujer de Canoabó, se mostró muy curiosa con los exploradores y con los objetos que iban desembarcando. Era muy hermosa y demostraba inteligencia y talento. Su nombre quería decir algo así como “Flor luminosa”. Su relación con los expedicionarios no fue pacífica porque habían hecho amistad con Guanacagarí, enemigo de su marido, pero tenía un temple diplomático natural.
El 24 de diciembre, la Santa María encalló en un banco de arena. Los nativos ayudaron a sacar la carga del barco. Con los restos de madera del barco, Colón mandó construir un fuerte llamado Navidad. Un asentamiento con 39 hombres.
El 27 de diciembre llegó Pinzón para unirse con el almirante.
De nuevo en la mar el 4 de enero de 1493, avistó un monte casi metido en el mar, que llamó Monte Cristi, y un golfo que llamó San Nicolás, por ser descubierto el día de ese santo. Navegó por la costa norte de la isla, donde encontró la llamada Isla de la Tortuga.
Según las cartas del almirante, los indios siempre sonreían, tenían un habla dulce y sentían gran curiosidad por los europeos.
Las relaciones con los indígenas habían sido pacíficas; sin embargo, el 13 de enero de 1493 se produjo una reyerta. Siete expedicionarios bajaron a tierra para comprar a los indios flechas y arcos. Cuando los indios no quisieron venderles más arcos, se estableció un altercado. Los españoles más entrenados en el arte de la guerra dieron una puñalada a un indio. Los nativos se retiraron y los navegantes volvieron a sus buques. El lugar será conocido como “Punta de Flecha” y fue el inicio de los conflictos.
Colón decidió volver a la península. Había dejado el fuerte Navidad protegido por 39 hombres como un asentamiento base y pensando en fundar la primera ciudad del nuevo mundo.
LA ESPAÑOLA. LA ISABELA
Colón en España se entrevistó con los Reyes en Barcelona para informarles de los descubrimientos. Le ordenaron que organizara otra expedición para ganar nuevas tierras, nuevas rutas de comercio y nuevas fuentes de ingresos.
Antes de programar su segundo viaje, firmó con los reyes un documento que será muy polémico en el futuro, conocido como «Las Capitulaciones de Santa Fe».
El segundo viaje ya no fue una expedición de exploración, sino de conquista y de asentamiento en nuevos territorios.
Colón montó una flota de 17 barcos con una tripulación de unos 2000 hombres. Tenía que establecer instalaciones permanentes y buscar oro, plata, especias y abrir nuevas rutas comerciales.
Por orden de los Reyes Católicos, embarcó veinte yeguas y cinco sementales, asnos y mulas que serán cruciales para el transporte, la guerra y la agricultura. Llevo dos toros y ocho vacas. Cargó cerdos, ovejas, gallinas, así como perros para la caza y vigilancia. Abejas, para la producción de miel y polinización, y plantas y semillas de diversos tipos: trigo, cebada, arroz, vides, olivo y árboles frutales. Tenían que establecer asientos ganaderos y agrícolas de vital importancia para el futuro y la economía del nuevo mundo.
Colón salió de Cádiz el 25 de septiembre de 1493. El Papa Alejandro VI le otorgó las “Bulas Alejandrinas» que daban a Castilla el control de todos los territorios conquistados para su colonización y evangelización.
El 3 de noviembre de 1493, según navegaban hacia el oeste, fueron encontrando nuevas islas a las que les iban poniendo nombres: La Deseada, La Dominica, La Marigalante. Fondearon en la Guadalupe. Más adelante encontraron la Montserrat, la Antigua, San Cristóbal… En la costa de una de ellas vieron a 12 mujeres desnudas y dos muchachos que les recibieron con júbilo, pidiéndoles que les protegieran de los caribes. En otro, tuvieron un duro enfrentamiento contra los caribes a los que derrotaron.
El 19 de noviembre de 1493, los navíos atracaron en una isla que los indios llamaban Borinquen y que bautizaron como San Juan Bautista. Quince años después, Ponce de León la rebautizará con el nombre de Puerto Rico.
Mientras Colón estaba en su segundo viaje, en La Española sucedieron ciertos acontecimientos. Aunque con algunas disputas, la relación entre españoles y taínos había sido buena. Después de Punta Flecha, los ánimos no estaban calmados. La irresponsabilidad de los hombres del fuerte hizo que Anacaona convenciera a Canoabó para exterminar a los hombres que habían salido del fuerte a explorar la isla. Días después asoló y destruyó el fuerte, matando a los castellanos que con Diego de Arana se habían quedado en el fuerte. Colón, a su vuelta, encontró los cadáveres apilados y sin ojos.
El 22 de noviembre de 1493, cuando la expedición de Colón llegó a La Española, comprobaron que el fuerte estaba destruido y sus defensores muertos, apilados y sin ojos en las órbitas. El cacique Guanacagarí le explicó que había sido Canoabó.
Tenían que instalar un nuevo asentamiento. Decidió fundar una ciudad base para futuras exploraciones, lejos de los caribes y cerca de donde decían que estaban los yacimientos de oro. Tenía que ser una villa portuaria, cerca de un río para abastecerse de agua y donde hubiera piedra para edificar una fortaleza sólida; árboles para edificar casas con madera y tierras de caza y para las granjas de cultivo.
Colón escogió un asentamiento en la costa norte de la isla. Trazaron y construyeron casas con barro y cantos a la manera castellana, reservando espacios para la iglesia, el hospital y para una santabárbara.
Los arqueólogos creen que se levantaron unas 200 casas. A la villa fundada se la llamó Isabela y su primer alcalde fue Antonio de Torres.
El día 6 de enero de 1494, ofició la primera misa de América el fray Bernardo Boyl.
La Española no era una isla rica. Por la falta de suministros empezaron las insurrecciones, que se complicaron más porque las relaciones con los taínos se iban deteriorando.
Se empezaron a explotar los recursos naturales como la madera y a poner en marcha las granjas. Como hacían falta hombres para trabajar en ellas, se instituyó la encomienda, con lo que la unión entre taínos y españoles se fue desgarrando poco a poco.
COLÓN Y LOS TAÍNOS
Entre el 80 y el 90 % de los taínos vivían de la isla y estaban organizados en cacicazgos independientes con un jefe o cacique como autoridad. Colón mandó abrir amplios caminos para que pasaran caballerías, y que las comarcas se comunicaran entre ellas y con la Isabela.
La función social de los cacicazgos estaba bien establecida. El cacique dirigía la comunidad. Su grupo familiar, sus amigos y escogidos eran conocidos como los nitaínos y actuaban como guerreros. Los naborías eran los trabajadores del campo y los behiques, los sacerdotes de su religión.
Cada poblado tenía el mismo patrón urbano. Las cabañas eran sencillas, construidas de madera con ramas, cañas o paja, y se distribuían en círculos. Se llamaban bohíos. Las rectangulares y más grandes donde vivía el cacique y su familia eran conocidas como las caney y ocupaban el centro del poblado.
En marzo, Colón ordenó a Pedro Margarit la construcción del fuerte Santo Tomás en el centro de la isla, en el valle de la Vega Real. Y mando levantar otro cercano, La Magdalena, dejando como encargado a Luis de Arriaga. Eran posiciones defensivas para contener a los indios si se levantaban. Entre la Isabela y los fuertes se hizo un camino o senda que recibió el nombre de puerto de los hidalgos.
Los españoles de la Isabela y de los fuertes empezaron a pasar hambre y enfermedades y empezaron a sospechar que estaban mal gobernados.
Canoabó y otros caciques los hostigaban y mataron a algunos castellanos. Los hombres del fuerte Santo Tomás huyeron.
Colón entendió que iba a ser difícil apaciguar la isla mientras Canoabó siguiera libre y ordenó a Alonso de Ojeda que le capturase. Lo que hizo bajo un ardite que ha sido divulgado por Bartolomé de las Casas. Ojeda con diez hombres fueron a visitar al cacique para llevarle como regalo unos grilletes metálicos labrados en Vizcaya que los indios creían que eran objetos celestes. Días después, Canoabó, confiado, subió a un caballo y dejó que le pusieran los grilletes. Los indios de la tribu huyeron al ver los caballos. Ojeda llevó a Canoabó a la Isabela, donde fue juzgado por la destrucción del Fuerte Navidad y declarado culpable. Quedó encerrado en la casa de Colón. Al almirante le trataba con desprecio porque para Canoabó el jefe de los extraños era el que le había hecho prisionero.
Los indios decidieron atacar Isabela para rescatar a Canoabó, pero fueron rechazados.
Colón decidió librar la batalla contra los nativos en el sureste de la isla y el 27 de marzo de 1495 derrotó a la coalición indígena en la llamada “Batalla de Vega Real”, con lo que la isla se pacificó en parte.
A Canoabó le iban a enviar a España, pero el barco que estaba atracado en el puerto se hundió durante una tormenta arrastrando a Canoabó.
En abril, Colón se hizo de nuevo al mar con rumbo oeste, bordeando el sur de Cuba y descubriendo Jamaica.
El 11 de junio de 1495, Colón regresó a España y atracó en Cádiz con dos embarcaciones: la Niña y la India. Este fue el primer barco construido en América.
En octubre de 1495, los Reyes enviaron cuatro carabelas con Juan Aguado para investigar la gobernanza en las nuevas tierras.
Desde 1496 hasta 1500, en ausencia de Cristóbal Colón, la isla fue gobernada por su hermano Bartolomé. Su mandato se centró en la consolidación de los asentamientos españoles y en la explotación de los recursos naturales de la isla, aplicando de manera estricta el sistema de la encomienda. Dejó despoblada la Isabela y fundó en el sur de la isla un asentamiento conocido como Nueva Isabela, en la orilla oriental de la desembocadura del río Ozama.
La isla había cambiado por completo. Se habían levantado numerosos núcleos poblacionales y se habían creado muchas granjas agropecuarias.
En 1497 estalló en la isla una nueva revuelta encabezada por Francisco Roldán y otros colonos, que no habían cobrado sus salarios. Intentaron embarcarse en una carabela y, al no conseguirlo, se refugiaron en el interior de la isla. El hermano del almirante intentó pactar con Roldán, pero estallaron nuevos conflictos.
Fray Bartolomé de las Casas denunció los abusos cometidos y propuso la abolición de la encomienda. La corona española ante estas noticias promulgó una ley proclamando que los indios eran españoles con todos los derechos. Sin embargo, estas disposiciones no siempre se cumplieron.
Francisco de Bobadilla, comendador mayor de León, fue enviado por los Reyes Católicos en el año 1500 para investigar las acusaciones que llegaban a España de Colón y sus hermanos.
El día 23 de agosto de 1500, Bobadilla llegó a La Española como juez. En Nueva Isabela estaba otro hermano del almirante Diego Colón. A los dos días de tomar posesión de su cargo, exigió la liberación de los presos, pero Diego Colón se negó a reconocer su autoridad, alegando que el título de almirante de su hermano estaba por encima de Bobadilla.
Bobadilla escuchó las acusaciones. A los Colón se les culpaba del maltrato a los indígenas en contra de las disposiciones de la reina Isabel y de una mala administración en la isla. Se liberaron los presos e inició una investigación secreta en la que participaron los enemigos de los Colón, que al final fueron denunciados por no justificar las cantidades de oro prometidas y por los decepcionantes resultados económicos. Después de evaluar las acusaciones, ordenó la prisión y la confiscación de los bienes del almirante y de sus hermanos. En septiembre, en Nueva Isabela, los Colón fueron arrestados y enviados a España.
Bobadilla asumió el gobierno de la isla, pero su administración fue quizá peor. Intento encontrar oro con locura e incluso los indios recibieron un peor trato.
El 25 de noviembre de 1500 llegaron a la península y los reyes ordenaron que los dejaran en libertad. El 17 de diciembre de 1500 se presentaron ante los Reyes Católicos en Granada. El almirante se echó a llorar, consolado por la reina; pero su hermano Bartolomé no lloró ni se arrodilló.
Después del indulto real, Bartolomé acompañó de nuevo a su hermano Cristóbal en el último de sus cuatro viajes, pero ya no recuperan la gobernación de la isla e, incluso, se les prohibió desembarcar en La Española.
OVANDO. SIGUE LA GUERRA.
Después de la caída en desgracia de Colón y del desafortunado gobierno de Bobadilla, los Reyes nombraron el 3 de septiembre de 1501 a Nicolás Ovando como gobernador de las Indias. La Corona quería poblar las nuevas tierras a la manera castellana.
Nicolás de Ovando se encontró la isla con los nativos en pleno estado de insurrección, sobre todo en el cacicazgo de Higüey, que era uno de los más poderosos y organizados de la isla. Abarcaba el sureste de la isla desde el Cabo Engaño hasta el río Haina. Es decir, incluía zonas costeras y áreas interiores donde cultivaban yuca, batata y maíz. Un cacicazgo rico gobernado por Cayacoa, reconocido como un buen estratega y un buen guerrero que organizó una guerra de guerrillas. Algunos historiadores apuntan a que fue instruido por españoles descontentos con el sistema que imperaba en la isla. Sus hombres eran temidos por su ferocidad. Francisco de Garay y, más tarde, Diego Velázquez de Cuellar marcharon contra el cacique, pero Cayacoa logró organizar una resistencia efectiva.
Ovando quiso poner orden en la isla. Ordenó a los hombres de Santiago, Vega, Bonao y Santo Domingo que se unieran a las tropas de su expedición. Formó un ejército de 400 hombres y puso al mando a Juan Esquivel, acompañado de Juan Ponce de León y Diego Escobar. A este contingente se sumaron los indígenas de otras tribus. Esquivel había llegado a La Española en el segundo viaje de Colón y se había dedicado a trabajar en su granja, pero se mantenía a las órdenes del gobernador. La revuelta fue sofocada con una serie de campañas a las que se sumaron las epidemias de viruela y sarampión que afectaron a la población indígena que no estaba inmunizada.
Un ciclón o tornado devastó Nueva Isabela. El nuevo gobernador la refundó en el 1502 en la otra orilla del río con el nombre de Santo Domingo.
Esquivel al final pactó con el cacique. Una paz que duró menos de dos años.
Esquivel condujo la nueva campaña. Después de varios encuentros, entablaron negociaciones de paz con el nuevo cacique Cotubanamá, sucesor del anterior, con las siguientes condiciones: Se crearía una granja grande para el cultivo de yuca con el objeto de producir cazabe para los dos pueblos para alimentar a los nativos y los españoles en pago a los gastos de guerra y como tributo por la insurrección. Los indígenas no serían trasladados a Santo Domingo, sino que permanecerían en sus tribus. Siguiendo la costumbre, Esquivel y Cotubanamá intercambiaron sus nombres.
Pero el acuerdo no se cumplió del todo; los indios que se habían comprometido a la siembra de yuca para producir cazabe, se les obligaba a transportarla a Santo Domingo y en esa ciudad tenían que hacer nuevos trabajos de labranza.
Uno de los participantes en la segunda guerra del cacicazgo de Higüey fue fray Bartolomé de las Casas. Según las Casas, las indias eran asediadas sexualmente por los colonos de las granjas y, para poner fin a estos abusos, los indígenas mataron a ocho españoles y se volvieron a levantar, por lo que al año siguiente se reinició la guerra.
La participación de fray Bartolomé de las Casas le hace un testigo excepcional y aclara ciertos acontecimientos en los que estuvo envuelto directamente. De las Casas no se queja de la guerra, sino de que se podía haber evitado por ambas partes.
Esquivel volvió a actuar como jefe de las tropas en Higüey. Ahora arrasó los poblados tomando prisioneros a numerosos taínos.
En Santo Domingo se hicieron las reparticiones de los prisioneros. Muchos de los indios cautivos fueron empleados en la construcción de Santo Domingo.
Cotubanamá huyó de la isla y se trasladó a Samoa, donde se hizo fuerte con un contingente de indios. Una patrulla de soldados apoyados y guiados por nativos los persiguió. Al encontrarse rodeado, se envalentonó. Un castellano conocido como Juan López luchó contra el cacique hombre a hombre y lo capturó. Fue llevado encadenado a Santo Domingo y allí juzgado y ahorcado en 1504.
En Santo Domingo se hicieron las reparticiones. A los españoles que estuvieron en la guerra se les daría dos tercios del botín y un tercio de lo conseguido a la Corona.
La distribución se consideró inadecuada. Juan de Esquivel y Francisco Velázquez, que desde finales del 1503 estaban en la Corte, se reunieron con los reyes y, por medio de una Cédula Real, la repartición fue modificada: Cuatro quintas partes para los españoles y un quinto para la Corona
En 1504, Ovando entregó a Diego Velázquez la capitanía de la región Jaragua al suroeste de la isla. Un territorio que dominaba la impulsiva y violenta Anacaona. Tenía órdenes de asegurar militarmente la comarca donde se habían asentado algunos españoles rebeldes que vivían protegiéndose y protegiendo a los taínos. Se habían emparentado con las hijas de caciques y estaban rodeados de concubinas taínas. Velázquez derrotó a los colonos y taínos, dicen que de manera implacable.
Juan de Esquivel, después de hacer sus gestiones en la corte, se embarcó para La Española en marzo de 1504 y llegó a la isla a principios de mayo.
Esquivel fundó una fortaleza y la villa Salvaleón de Higüey en 1506 y Martín Villamán fue designado como capitán de la guarnición en Higüey para mantener la paz y el orden como un aceptable gestor. Ovando mandó poblar dos asentamientos para que el cacicazgo de Higüey permaneciera seguro. Uno en la costa: Salvaleón con Juan Ponce de León como alcalde. Y otra tierra adentro, Santa Cruz de Aicayagua.
Al final de la guerra, España había instalado diecisiete asentamientos urbanos en La Española.
LA GUERRA SE TRASLADA A SAN JUAN.
En el año 1507, Nicolás de Ovando solicitó a la Corona permiso para conquistar la isla de San Juan y establecer en ella asentamientos.
El 15 de julio de 1508, Ovando mandó a Ponce de León con cincuenta hombres para conectar y trabar amistad con los nativos, construir un puerto, un asentamiento fortificado y granjas de cultivo para alimentar a españoles y nativos, así como buscar y extraer oro si lo hubiera.
La llegada de Ponce de León marcó un antes y un después en la historia de San Juan. La isla ocupada por los taínos estaba dividida en cacicazgos. A la población le sorprendió la aparición de los españoles, aunque conocían de su existencia desde hacía 15 años.
La exploración y la implantación de nuevos núcleos poblacionales empezó con buena voluntad entre los dos pueblos, pero las ambiciones personales hicieron difíciles las relaciones que terminaron con un enfrentamiento. Hay que dejar constancia de que fue la condición humana por la avaricia de algunos gobernantes lo que llevó al conflicto con los nativos y no la Corona, que consideraba a los taínos tan españoles como los castellanos, como así está documentado.
Como ha pasado a lo largo de la historia del mundo, lo normal es que el pueblo conquistado se revele contra el conquistador.
En San Juan tratarán con Agüeybaná, el cacique más poderoso de Borinquén. Un “jefe mayor”, un personaje muy respetado. Agüeybaná ofreció lealtad a la corona española a cambio de paz. Ponce de León y el cacique se intercambiaron sus nombres y regalos. Los españoles repartieron espejos y otros artículos que llamaban la atención a los nativos, que les correspondieron con algunas piezas de oro.
Ponce de León tenía la orden de fundar un puerto y un núcleo urbano. Mandó a Juan González con veinte soldados, cuatro marinos y varios nativos para que buscaran un asentamiento en la costa este, como le había pedido el gobernador.
La madre de Agüeybaná I se había convertido al catolicismo, aunque hay autores que lo ponen en duda. Ponce le dio el nombre de Inés y se convirtió en su padrino.
Construyeron un puerto en una bahía en el este de la isla y un asentamiento en tierra firme para que no le afectaran los temporales. A finales del 1508 levantaron un fuerte de piedra de nombre Caparra como vivienda y centro de gobierno. Montaron dos plantaciones de cultivo con las semillas que habían traído de España. Una al lado del fuerte y otra en la vega del río Tao, conocida como la «Granja de los Reyes Católicos».
Diego Colón, el hijo del almirante, heredó de su padre las atribuciones jurídicas del Nuevo Mundo. Contrajo matrimonio con Dª María Rojas Toledo, sobrina del duque de Alba, y como resultado de la intervención del duque, el rey Fernando, en el año 1509, le nombró almirante y gobernador de La Española en sustitución de Nicolás de Ovando, pero no virrey y solo “el tiempo que mi merced e voluntad fuere”. Diego opinaba que ese cargo le correspondía a perpetuidad.
En el año 1510, el rey otorgó a Cristóbal Sotomayor unas tierras y derechos sobre los indios de San Juan, con lo que Ponce tuvo que nombrarle alguacil mayor. Le envió a fundar un asentamiento en las tierras que le ofreciera Agüeybaná, pero las que le proporcionaba las rechazó por las plagas de insectos o mosquitos y se instaló en una tierra no pactada.
Con la llegada de Diego Colón, la situación política cambió. En febrero de 1511 nombró a Juan Cerón, gobernador de Borinquén, pero el nombramiento no fue aceptado por Ponce porque fue el rey quien le había nombrado gobernador hacía seis meses. Apresó a Cerón y a los otros funcionarios y los envió a España denunciados por usurpación. El suceso llegó al Consejo de Castilla.
En 1511 los jueces del Consejo dictaminaron en Sevilla una primera sentencia reconociendo a Colón el cargo de gobernador y el derecho al 10% de los beneficios obtenidos en las Indias. Los jueces se fundamentaron en las Capitulaciones de Santa Fe, por las que los Reyes Católicos habían concedido a Cristóbal Colón el dominio de “las islas, tierra y del mar Océano que descubriese navegando al oeste y respetando el tratado de Tordesillas”. La Corona recibiría el derecho a nombrar jueces. Ninguna de las dos partes queda satisfecha, por lo que ambas apelaron la sentencia.
Durante su mandato, debido a su enorme ambición de poder y riquezas, estableció una serie de instituciones y se dedicó a organizar la explotación de los recursos naturales por todo tipo de medios disponibles para favorecerse él y sus amigos en contra de los indios y de los españoles que se le opusieran.
En el asentamiento de Sotomayor, durante una reyerta, un castellano dejó tuerto a un cacique. Ponce y Juan González pidieron a Sotomayor que no fuera por el poblado, pero ni el alguacil ni los que le acompañaban hicieron caso: fueron acuchillados y estalló un nuevo conflicto.
A finales de mayo, Agüeybaná II, llamado «el Bravo», reunió a los cacicazgos vecinos y arrasaron Villa Sotomayor. Se dice que el primero que murió fue Diego Salcedo, que según algún historiador tenía esclavizados a un grupo de indios. Los taínos habían interpretado mal la doctrina católica. Les habían explicado que Jesucristo resucitó al tercer día y entendieron que eso les pasaba a todos los creyentes. Los indios velaron el cuerpo de Salcedo tres días, pero como vieron que se descomponía, pensaron que les habían engañado. Saquearon y quemaron la aldea. Fue la llamada batalla de Yaguacas. Una desgraciada contienda que terminó definitivamente con las relaciones entre taínos y españoles.
Juan González pudo llegar a Caparra para dar noticias del suceso. Ponce se puso al mando de 50 hombres para rescatar al poblado, pero por el camino se enteró de que había sido incendiado y que habían muerto. Puso en marcha una defensa con cuatro cuerpos de 30 hombres. Uno se quedó en Caparra y los otros tres se dirigieron al lugar del conflicto. Ponce derrotó a los nativos a pesar de su desventaja numérica, dando muerte al cacique y capturando a muchos taínos. Dejó libres a los que juraron fidelidad al rey. Los que escaparon se unieron con los caribes, haciendo expediciones punitivas a la isla.
La muerte de Sotomayor fue un duro golpe para el rey, que era amigo suyo.
Diego Colón destituyó a Ponce de León y envió a Juan Cedrón, hombre más implacable que Ponce, que, aun siendo militar, prefería la vía diplomática.
Durante el año 1512, Diego Colón mandó a San Juan nuevas tropas. Cerón y Miguel Díaz llevaron a cabo 18 ataques con caballerías por la isla, destruyendo aldeas y capturando indios para utilizarlos como esclavos.
Durante los años del conflicto hubo una disminución del número de trabajadores disponibles por la guerra, las enfermedades y por la abolición del sistema de encomiendas.
A finales del 1512, Alonso Manso fue nombrado obispo de San Juan, haciendo oficial la instauración de la Iglesia Católica. Llevo a cabo un proceso de evangelización que transformó profundamente la sociedad indígena y mantuvo un papel muy activo apaciguando las relaciones entre los españoles y taínos.
El 27 de diciembre de 1512, Diego Colón nombró a Rodrigo de Moscoso teniente gobernador de San Juan.
En el 1513, aumento de la población española por la expansión del nuevo gobierno.
El 23 de diciembre de ese año 1513, la Corona emitió un decreto por el que se legalizaba la esclavitud, pero la prohibía para los nativos del nuevo mundo que eran españoles de derecho.
LA GUERRA LLEGA A CUBA.
Volvamos a 1492. Cristóbal Colón, una vez asentado en La Española, se hizo a la mar rumbo noroeste. Tres días después avistaron una nueva tierra: la costa cubana. En una isla que llamaron “Juana”, desembarcaron en un espacio marítimo muy hermoso, ancho y profundo donde se podía navegar sin peligro. Una vez en tierra, vieron unas casas de madera y con nativos taínos.
Cuando surge la guerra contra los taínos, Ovando entregó la capitanía del sureste a Diego Velázquez, un militar formado en la Reconquista. Un hombre con experiencia que derrotó a la combativa Anacaona, no sin dificultad. El gobernador le nombró su hombre de confianza.
En el año 1508, Sebastián de Ocampo circunvaló la costa de Cuba y la escribió como La Fernandina.
Corría el año 1511 cuando Diego Colón nombró a Diego Velázquez gobernador y adelantado de la Fernandina, pero para explorarla y conquistarla tenía que armar una expedición por su cuenta. Con cuatro barcos y 400 hombres, puso rumbo a la isla. Embarcó Bartolomé de Las Casas como apóstol de los indígenas y varios religiosos dominicos. Quería que esta experiencia tuviera mayor componente cristiano y evangelizador que la llevada a cabo en La Española.
Diego y sus hombres desembarcaron en una bahía de la costa sureste de la isla. Llevaba como secretario a un joven extremeño llamado Hernán Cortés, de oficio escribano y dueño de una granja en La Española. Pusieron pie en tierras tainas, pero el cacique Hatuey, que había huido de La Española, reunió a varias tribus para detener el desembarco de Velázquez. Instruido en el arte militar y comprobando que estaban en desventaja, mandó a sus hombres que se embarcaran de nuevo dejando algunos pertrechos en tierra. Un combate inicial que vencieron los taínos.
Velázquez, una vez de tierra, estableció un asentamiento en Baracoa y, con más voluntad que acierto, entabló negociaciones para un tratado de paz. La situación se le fue de las manos por unos o por otros y sobrevino una rebelión a gran escala. Velázquez tuvo que cambiar la idea de una conquista pacífica por la guerra que, además de costosa para su bolsillo, acarreaba el sometimiento y esclavitud de muchos indígenas.
Desde Baracoa, con su pequeño ejército de hombres a pie y a caballo, se puso en marcha hacia el oeste. Los taínos eran la tribu más numerosa y extendida por la isla y Diego, que era un hombre curtido en la milicia, doblegó a los focos de dura resistencia. Hatuey huyó a los montes, pero fue perseguido por cuadrillas a caballo, apresado y condenado a muerte.
Según Bartolomé de las Casas, a Hatuey se le propuso convertirse al cristianismo, pero lo rechazó argumentando que si iba al cielo tendría que estar al lado de sus verdugos.
A Diego Velázquez se le unió Pánfilo de Narváez con treinta flecheros y con un contingente numeroso de indios mercenarios. Narváez era un hombre impulsivo que había participado en la conquista y pacificación de Jamaica al lado de Juan de Esquivel. Con todos ellos, Velázquez se encaminó a Bayamo, y después de algunas pequeñas batallas sometieron a los indios.
Durante los años 1512 y 1513 prosiguió la conquista del centro de Cuba, estableciendo un asentamiento en Sancti Spiritus donde hubo un duro enfrentamiento que provocó el cambio de actitud del clérigo Bartolomé de Las Casas. Después de presenciar algunas barbaridades cometidas por Narváez, empezó a considerar su posición personal, abandonando su encomienda para convertirse en la voz más crítica de la conquista.
El 14 de agosto de 1514, Las Casas denunció la conquista de Camagüey en términos muy duros.
Dominados los taínos, Velázquez siguió adelante sin enfrentamientos violentos, solo con alguna escaramuza contra los siboneyes que ocupaban la zona oriental. Tampoco mantuvo una guerra abierta con los guanajatabeyes del occidente de Cuba, en regiones montañosas y menos accesibles.
En 1515, Velázquez propuso llamar a la isla Santiago, aunque ya era conocida por los castellanos como Cubancan. Los indios la llamaban Cua Hua, que quiere decir “lugar de cangrejos”, pues eran muy abundantes en sus costas y una importante fuente de alimentación.
Velázquez, una vez dominada la isla, dejó las tareas de milicia para dedicarse a la fundación de núcleos poblacionales. Demostró ser un hombre listo para encontrar excelentes lugares de asentamiento que se convertirán en ciudades.
Fundó en 1511 la primera ciudad de Cuba: Asunción de Baracoa; en noviembre de 1513, San Salvador de Bayamo y, más adelante, Santiago, lugar donde fijó la seda y capital, Trinidad; Sancti Spíritus y Puerto Príncipe en 1514. Supo localizar buenos puertos como base de futuras expediciones comerciales: La Habana, en el noreste de la isla, fue durante siglos una de las joyas territoriales españolas, lo mismo que Santiago de Cuba, que se convirtió en un asentamiento logístico de futuro.
El 10 de febrero de 1516, por petición de Velázquez, se creó el Obispado de Cuba, con sede original en Baracoa, aunque en 1523 fue trasladado a Santiago de Cuba.
LA GUERRA EN JAMAICA
Colón y su tripulación desembarcaron el 3 de enero de 1494 en una isla que los nativos llamaban Xamayca, que significaba «tierras de madera y agua». El almirante la renombró Santiago en honor al apóstol y la describió como una hermosa tierra de montañas azules y ríos que discurren al lado de la costa.
Cuando los barcos estuvieron cerca del litoral, se les acercaron canoas llenas de indios pintados y blandiendo armas y gritos de amenaza. El almirante los invitó a subir a su barco. Les regaló espejos, cascabeles y campanillas, lo que les puso muy contentos. Colón echó el ancla en una bahía que llamó Santa Gloria.
Un contingente de nativos quiso impedirles el desembarco, pero Colón envió varios botes con gente de armas. Al llegar a la orilla, mandaron una descarga de flechas que hirió a varios indígenas, y ya en tierra firme los pusieron en fuga con otra lluvia de flechas y con la suelta de perros.
Colón tomó posesión de la isla que llamó Santiago. Al puerto donde atracaron, por su forma de herradura y por su comodidad, con agua dulce de río, le llamó Puerto Bueno. Logró establecer una base para explorar la isla y sus costas.
La isla estaba habitada por tribus de taínos, caribes y arahuacos.
En el año 1509, con Diego Colón y su familia y amigos, tuvo que enfrentarse a numerosos conflictos con los nativos y con una fuerte oposición de docenas de colonos. Los Colón mantenían una constante rivalidad con los conquistadores y funcionarios españoles que les estaba perjudicando.
Pensando que Jamaica podría ser una fuente de riquezas, pensó que su conquista era una oportunidad de aumentar los territorios bajo su dominio y enriquecerse.
En el año 1510, Diego Colón envió a Juan Esquivel a Jamaica con la responsabilidad de explorar y conquistarla.
Esquivel siguió en Jamaica la guerra que se mantenía con los taínos. Después de varias y prolongadas batallas, conquistó la isla. Muchos taínos murieron en la guerra, otros por enfermedades y aun otros fueron hechos prisioneros. Bajo el mando de Esquivel se consolidó el dominio español, pero la conquista de Xamayca no fue fácil. Ovando lo nombró teniente gobernador de Jamaica.
Los expedicionarios se llevaron una desilusión cuando, en Jamaica, pudieron comprobar que no había oro sino rocas que los nativos llamaban oro blanco. La isla nunca llegó a ser una fuente de las riquezas como se esperaba.
La riqueza económica la llevaron los españoles basada en la agricultura, en especial en la caña de azúcar canaria.
Esquivel fundó la primera ciudad española en Jamaica, que llamó “Sevilla la Nueva”, y la pobló de castellanos. Se despobló en 1525. Los ingleses la refundaron en 1655 con el nombre de Saint Ann’s Bay. Fundó también la villa de Melilla y los puertos de Santa María y San Antonio y estableció las bases de la sociedad española en la isla.
El legado de Esquivel en Jamaica es innegable. Además de ser un buen militar, conquistador y vencedor, fundó villas y ciudades, introdujo nuevos animales domésticos y granjas de agricultura. Promovió la evangelización y estableció numerosas escuelas católicas. Y finalmente convirtió a la isla en un centro de comercio.
Las críticas le provienen de su participación en las encomiendas, pero Esquivel era un militar que obedecía las órdenes del gobernador Diego Colón.
Jamaica está registrada con ese nombre en 1511 a causa de un error gramatical o litográfico al cambiar la X de Xamayca con la J.
En la isla, además de los taínos, vivían los arahuacos, muy aficionados al tabaco. De hecho, la palabra tabaco proviene de su lengua. Con ese término se identificaban las pipas de fumar que elaboraban con un tubo de caña en forma de Y que se introducían en los orificios de la nariz. Del araucano son también los siguientes términos: huracán, colibrí, hamaca, caníbal, caimán, tiburón y canoa.
Cuando la Corona Española abolió el sistema de Encomienda de forma definitiva, para trabajar en las plantaciones y granjas empezaron a llegar esclavos africanos en barcos ingleses, franceses, holandeses y españoles. El tráfico de esclavos en aquella época era legal.
En 1655, los ingleses, liderados por Oliver Cromwell, invadieron y conquistaron la isla. En 1670, España cedió formalmente Jamaica a Inglaterra.
La cultura y la historia de Jamaica son una mezcla de influencias indígenas, españolas, africanas e inglesas. Aunque su idioma oficial sea el inglés, casi todos los habitantes hablaban español a principios de siglo. La economía agrícola que introdujeron los españoles, sobre todo de caña de azúcar, ha cambiado al turismo y los servicios.
Juan Pisuerga
PARA MAYOR INFORMACIÓN
1- «El caribe insular del siglo XVII. Tratado sobre la lengua y la cultura de los Callínago.».
2-Oliver, José R. (10 de mayo de 2009). Caciques and Cemi Idols: The Web Spun by Taino Rulers Between Hispaniola and Puerto Rico (en inglés). University of Alabama Press.
3- Biografías. «Canoabo, cacique (¿-1496).».
4-Pedro L. Verges Vidal. BOLETÍN DEL ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN. República Dominicana. «Prisión y muerte de Caonabo». Archivado desde el original el 17 de octubre de 2013.
5-Oter, Frederick Albion (1908). Juan Ponce de León. Harper & Brothers.
6-Badillo, Jalil Sued (2008). Agüeybana El Bravo: La recuperación de un símbolo: Ediciones Puerto. .
7-Lovén, Sven (2010). Origins of the Tainan Culture, West Indies. University of Alabama.