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En la península ibérica se entrelazan historias de conquistas, traiciones y lances de amor con leyendas como la del Moro Encantado. Un relato que ha pasado de generación en generación y con distintas versiones en cada comarca, aunque nació en los campos sorianos de San Esteban de Gormaz durante la Reconquista. Luego se trasladó hacia Almazán, Medinaceli, Guadalajara, Madrid y Toledo. En Castilla-La Mancha es donde más predicamento tiene, pero con una narrativa distinta de la original.

En Soria, la leyenda ha sido contada y susurrada con palabras casi apagadas entre mieses en las noches de luna llena, y transmitida por el viento y el sonido de las hojas de los árboles centenarios. Sus tenues suspiros retumban sobre las piedras de antiguos castillos, iglesias y monasterios con un eco secular.

Bécquer escribió algunas de sus leyendas, como la de «El monte de las ánimas» en Soria. La del Moro Encantado es muy parecida a la de «San Juan de Duero».

La leyenda del moro encantado forma parte del patrimonio narrativo cultural. Su relato se ha escuchado en las noches otoñales al resplandor del fuego de una chimenea, con una versión distinta en cada pueblo. La leyenda se remonta a la turbulenta época de la Reconquista, cuando moros y cristianos alternaban el dominio de los campos y comarcas sorianas. En un escenario de luchas violentas, traiciones y resentimientos, nace la historia de Abindarráez, un noble moro de gran corazón, honrado, valiente y fiel a su linaje. Su vida cambió por completo para convertirse en un torbellino de pasiones cuando, en un paseo a caballo por las riberas del Duero, se encontró con una joven de cara angelical, talle esbelto, elegantes movimientos y largos cabellos que jugaba con sus amigas en la orilla del río. Abindarráez detuvo su caballo y se quedó mirándola, hechizado por la belleza de la muchacha.

El caballero de turbante blanco se enamoró perdidamente de la bella cristiana. Isabel también quedó fascinada por el caballero de gran porte, tez morena y barba bien recortada. Su nariz aguileña y sus ojos penetrantes la cautivaron. El amor entre Abindarráez e Isabel era tan intenso como imposible. Provenientes de mundos opuestos, su relación desafiaba las normas sociales y religiosas de la época. Solo se podían ver ocultos entre las arboledas y bosques, confundidos por la maleza. A pesar de los obstáculos, su pasión floreció en secreto, alimentando sus almas con encuentros furtivos y promesas susurradas bajo la luz de la luna.

El padre de Abindarráez había concertado la boda de su hijo con una cordobesa. Al descubrir su amor por la cristiana, montó en cólera y, consumido por la ira, le ordenó que la dejara y fuera en busca de la musulmana, a lo que Abindarráez se negó. El padre le lanzó una terrible advertencia: lo encerraría en una mazmorra en las profundidades de la fortaleza. Pasados unos días, volvió a pedir a su hijo que fuera en busca de la cordobesa porque él había empeñado su palabra. Ante la negativa de su hijo, mandó a una bruja que invocara un hechizo al Maligno para que lo tuviera vagando durante la eternidad, hasta que fuera a buscar a la cordobesa.

La fortaleza del Castillo de San Esteban fue construida en el siglo X por los musulmanes, como todavía se puede comprobar por su forma alargada y estrecha, para defenderse de los ataques cristianos. Fue reformada después de la conquista definitiva en el siglo XI. Hoy día, entre sus restos se pueden contemplar un aljibe y el Pozo Lairón, excavado en la roca y del que cuenta la leyenda que era utilizado para acceder al río en casos de asedio, pero tenía un túnel de doble vía. Una vía conducía al río para aprovisionarse de agua y otra terminaba en una cueva donde fue encerrado Abindarráez sin luz hasta el fin de sus días.

En las profundidades de la fortaleza de San Esteban, la leyenda dice que habita el Moro Encantado, condenado a vagar por los alrededores durante la eternidad.

Después de conocer sus amoríos, Isabel fue abandonada por su familia y profesó como monja sin dote probablemente en el primigenio monasterio dual de Santa María de la Vid. Desamparada, afligida y atormentada, no conocía el destino que había corrido su enamorado. Cuenta la leyenda que por las noches se sentaba mirando por una ventana del monasterio los campos del horizonte infinito, esperando la llegada de su caballero.

Cuando Isabel dejó este mundo, se dice que los ángeles bajaron del cielo para dulcificar su agonía. Después de su muerte, en los alrededores del monasterio y en los campos sorianos se empezaron a oír sus cánticos dulces y melodiosos, reclamando a su amado.

Los lamentos melancólicos de los amantes se escuchan por las riberas, montes y campos sorianos en las noches de viento, llenando el aire de una profunda tristeza.

Algunos lugareños dicen haber visto al Moro Enamorado vagando por las ruinas de la fortaleza de San Esteban, entre las arboledas del Duero o, por los montes o campos sorianos envuelto en una capa negra con la mirada perdida entre el firmamento y el horizonte.

La leyenda termina contando que en el solsticio de verano y cada cien años, el moro tiene la oportunidad de romper el encantamiento si una doncella de corazón puro le da un beso de amor. Sin embargo, hasta ahora nadie ha logrado liberarlo porque el moro solo quiere el beso de Isabel.

La figura del Moro Enamorado se ha convertido en un símbolo de la irreparable pérdida del amor. La leyenda ha perdurado a través de los siglos, alimentando la imaginación y dejando una huella imborrable en la cultura popular. Su historia recuerda la fuerza del amor frente a las adversidades más crueles y ofrece un mensaje de espíritu indomable y amor eterno.

La figura del Moro Encantado o Enamorado ha inspirado a numerosos artistas. Poetas, escritores y músicos han plasmado su trágica historia en obras que abarcan desde poemas románticos hasta óperas dramáticas. Y su imagen también ha sido capturada en pinturas y esculturas que evocan su dolor y el anhelo del amor perdido.

Juan Pisuerga

PARA MÁS INFORMACIÓN, CONSULTAR

  • Bernárdez Gómez, María José; «Minería y metalurgia históricas en el Sudeste europeo» 2018.
  • Menéndez, Elvira; Álvarez, José María; «Leyendas de España». Madrid: Editorial SM, 2002.
  • Selva Iniesta, Antonio; «Antigüedad y Cristianismo X» (1993).
  • Tapia Luque, Sergio; «La leyenda de la mora encantada», Aache, Guadalajara: 2002.