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La leyenda de los Jueces de Castilla es uno de los mitos que vinculan hechos reales con tradiciones. Con esta historia imaginaria se busca explicar la supuesta independencia del Condado de Castilla a través de dos personajes ficticios: Nuño Rasura y Laín Calvo.

Aunque su cronología era anacrónica, la leyenda fue aceptada por un tiempo. Los documentos que mencionan a estos jueces son apócrifos y se escribieron muchos años después. Algunas versiones sitúan la historia en los últimos años del reinado de Alfonso II (842), mientras que otras la ubican en la época de Ordoño II o Alfonso III.

No hay pruebas documentales de una rebelión en el condado durante el reinado de Alfonso II. El único conflicto registrado fue entre el usurpador Nepociano y el sucesor Ramiro I, que se resolvió rápidamente. En esa época, los habitantes de las Vardulias, que ya se llamaban castellanos, se sentían desprotegidos por la corte asturiana, que estaba muy lejos. Para resolver sus pleitos, debían viajar a Oviedo, un recorrido largo y peligroso.

Según el relato legendario, hacia el año 870, bajo el reinado de Alfonso III, los condes quisieron expandir sus territorios hasta el Duero, sumando las tierras del Esgueva y Pisuerga. Sin embargo, el rey Magno redujo el poder de los condes. Tampoco se ha documentado una sublevación significativa del condado. Al final del reinado de Alfonso, su consuegro, Munio Núñez II, conde de Castilla en ese momento, planeó una conspiración contra él.

La confusión cronológica persiste con la batalla de Valdejunquera en el año 920, donde Abderramán III derrotó a los reyes de León y Pamplona. Los condes castellanos fueron culpados de la derrota y Ordoño II los citó en Tejar, cerca de Carrión. Allí fueron apresados, juzgados y sentenciados según la ley visigoda. Su encarcelamiento provocó una profunda crisis en Castilla, tanto por la ofensa como por los daños económicos.

Existen dos versiones contradictorias de este período: una habla de una revuelta castellana no documentada, que supuestamente dio origen a Castilla como condado independiente; la otra versión afirma que los castellanos, aunque indignados, no quisieron levantarse en armas. En su lugar, decidieron crear un gobierno propio, eligiendo a dos magistrados a quienes llamaron Jueces: uno para conflictos civiles y otro para asuntos militares. A pesar de esto, no hay documentos de la época firmados por condes castellanos que incluyan los nombres de los jueces.

La leyenda se basa en el deseo de los castellanos de resolver sus pleitos sin depender de la corte, no solo por la distancia y los peligros del viaje, sino también por el trato que recibían. Creían que las sentencias eran injustas y parciales, especialmente en disputas territoriales. La justicia en la corte se basaba en el Líber Iudiciorum o Lex Gótica, un texto confuso y complejo con más de 500 leyes, promulgado en 654 por Recesvinto y ampliado por el rey Ervigio. Los castellanos buscaban una forma más simple de resolver sus problemas, sin tener que ir a Oviedo.

La leyenda cuenta que los castellanos eligieron a dos jueces como líderes: uno para la paz y otro para la guerra. Estos caballeros, que no eran nobles, eran conocidos por su prudencia, audacia y valentía. Nuño Rasura y Laín Calvo se encargarían de gobernar el condado.

Los historiadores consideran a los Jueces de Castilla personajes legendarios, inventados y descritos siglos después de los sucesos descritos.

Los jueces ejercerían su cargo basándose en las costumbres de Castilla, promulgando el «fuero del albedrío», que les permitía tomar sus propias decisiones. A estas sentencias las llamaron «fazañas», y con el tiempo se convirtieron en la base del derecho castellano. El Líber Iudiciorum se tradujo al romance y se transformó en el “Fuero Juzgo”.

Para el profesor medievalista Dr. Valdeón, Castilla se formó entre los siglos IX y X. A pesar de que no tuvo leyes propias hasta el siglo XII, para entonces ya había desarrollado una identidad única. Geográficamente, Castilla era una tierra de frontera, un «teatro de operaciones de guerra», comunicada por calzadas romanas y gobernada por condes que dependían del reino asturleonés. Esta marginalidad geográfica acentuaba la situación de sus habitantes. Los fundamentos de su derecho se basaron en las costumbres.

Según la leyenda, Nuño Rasura era prudente, diligente y conciliador, mientras que Laín Calvo era aguerrido e impaciente, por lo que se encargó de los asuntos militares.

El relato legendario destaca la capacidad de Rasura para unir a grupos en conflicto. Se dice que logró que los nobles de Castilla dejaran a sus hijos bajo su cuidado para que se educaran juntos. De entre ellos destacó su propio hijo, Gonzalo Núñez. Tras la muerte de Rasura, sus compañeros lo nombraron conde de Castilla. Según la leyenda, Gonzalo Núñez sería el padre de Fernán González, quien separaría Castilla de León. Sin embargo, este relato es imaginario, escrito casi 300 años después y muy alejado de la realidad.

La fábula cuenta que Laín Calvo fue nombrado para el cargo militar por su espíritu combativo. Se dice que era yerno de Nuño Rasura y que sus descendientes fueron Diego Laínez y el Cid Campeador. Datos que son irreales o meramente literarios.

Algunos textos afirman que, después de la independencia del condado con Fernán González, los castellanos quemaron el Líber Iudiciorum en Burgos y eligieron alcaldes y gobernadores que juzgaran según el «Fuero del libre albedrío».

Juan Pisuerga

PARA MÁS INFORMACIÓN

  1. Menéndez Pidal, R. Historia de España. Espasa Calpe, 1974.
  2. Escolar, Arsenio. La nación inventada: una historia diferente de Castilla. Península, 2010.
  3. Barrientos Grandon, Javier. Derechos propios y derecho común en Castilla. Santiago, 1994.
  4. Fray Justo Pérez de Urbel. El Condado de Castilla. Los 300 años en que se hizo Castilla. Siglo Ilustrado, 1969.