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En la Cámara Santa de la catedral de Oviedo se conservan dos cruces del alto medievo: la Cruz de los Ángeles, donada por Alfonso II en el año 808, y la Cruz de la Victoria, donada por Alfonso III en el año 908. Ambas son objeto de leyendas y relatos míticos.

Según la hagiografía, la cruz donde fue crucificado Cristo fue descubierta por la emperatriz Helena de Constantinopla en el siglo IV d. C. El emperador Teodosio II la cubrió de oro y la adornó con piedras preciosas.

En el año 589, el rey visigodo Recaredo envió al papa Gregorio las actas del III Concilio de Toledo, en las que el reino hispano abandonaba el arrianismo y se incorporaba al catolicismo. En respuesta a esta conversión, el papa le envió un documento con una reliquia de la Vera Cruz. A partir de entonces, el culto a la Cruz se extendió rápidamente por la península. La devoción a la Vera Cruz estaba ligada a las prácticas y la teología bizantinas de la época, y pronto abundaron los relicarios del Lignum Crucis.

El culto se aprobó oficialmente en el XI Concilio de Toledo del año 675, aunque ya existía un templo dedicado a ella: la iglesia de la Santa Cruz.   

Las actas documentales de este concilio se corroboraron con el descubrimiento del tesoro visigodo de Toledo en 1861, donde se halló una cruz de oro griega, con influencias bizantinas, casi idéntica a la de los Ángeles.

La leyenda asturiana cuenta que Pelayo llevó una cruz de madera en la batalla de Covadonga, que se convirtió en su símbolo de victoria. Favila, su hijo y heredero del trono, continuó con este simbolismo. Aunque solo reinó dos años, su figura está relacionada con un hecho crucial: la construcción de una iglesia en el año 737 para honrar la Cruz como símbolo del reino. Aunque el templo original no ha perdurado, las crónicas históricas señalan que fue edificada sobre un dolmen preexistente y que allí se depositaron los restos de Pelayo y su esposa. Así, Favila no solo heredó el legado de su padre, sino que también estableció uno de los primeros templos de la monarquía asturiana dedicados a la Santa Cruz.

La Cruz de los Ángeles es una de las primeras imágenes iconográficas del reino cristiano, donada por Alfonso II a la catedral de San Salvador de Oviedo. Es una magnífica cruz griega con simetría bizantina, casi tan ancha como larga, construida con madera e incrustada con oro y piedras preciosas.

Alfonso II, conocido por su fervor religioso, donó esta cruz a la catedral en el año 808. Se cree que fue elaborada por un peregrino, posiblemente un orfebre lombardo que se desvió hacia Oviedo. La teoría de que fue un regalo de Carlomagno es incierta y muy dudosa.

El obispo de Tuy relata la leyenda de cómo Alfonso II deseaba donar una cruz de oro y piedras preciosas a la iglesia de San Salvador. Un día, tras oír misa, se le aparecieron en su palacio dos peregrinos que se presentaron como orfebres. El rey les entregó oro, plata y piedras preciosas, y les ofreció un albergue para que trabajaran sin interrupciones.

Al amanecer, después de unos días, un mozo de palacio vio una luz resplandeciente que salía del albergue. Al avisar al rey, este se trasladó al lugar y lo encontró vacío. En medio de la habitación, sobre una mesa, estaba la Cruz, que brillaba intensamente. Alfonso la tomó y la entregó a la iglesia catedralicia de Oviedo.

Según otra versión, la Cruz de los Ángeles fue obra de orfebres bizantinos que llegaron a Oviedo a principios del siglo IX, atraídos por el descubrimiento de la tumba de Santiago. Se habían exiliado de Bizancio debido a las disputas entre cristianos y musulmanes, ya que el concepto islámico de abolir las imágenes religiosas estaba ganando terreno en el imperio.

En octubre de 1934, durante la Revolución de Asturias, la Cámara Santa de la catedral de Oviedo fue destruida con 400 kilos de dinamita colocada por los mineros y obreros que participaban en la revuelta. La cruz resultó gravemente dañada, aunque posteriormente fue restaurada. En 1977, fue robada y, a pesar de ser recuperada, sufrió numerosos desperfectos.

 Juan Pisuerga 

PARA MÁS INFORMACIÓN, CONSULTAR

Alonso Álvarez, Raquel, «La obra histórica del obispo Pelayo de Oviedo», 2012.

«La Cruz de los Ángeles de la catedral de Oviedo», Oviedo: Hércules Astur, 2004.

«La Cámara Santa y su tesoro», Oviedo: 2002.

Cid Priego, Carlos (1990). «Las joyas prerrománicas de la Cámara Santa de Oviedo». Revista anual de historia del arte. Universidad de Oviedo: 7.

González Santos, Javier (1998). La Catedral de Oviedo. Edilesa. León:

Alonso Álvarez, R. (2012). «El origen de las leyendas de la Cruz de los Ángeles y la Cruz de la Victoria». (2023)

 Marín Valdés, A. (1997). La Cruz de los Ángeles clásica. Cultura

«Historia del arte» (Vol. 3). Salvat, Salvat Editores S.A., Barcelona, 1970.