La leyenda de Bernardo del Carpio es la historia de un héroe cuyo drama familiar termina en un final trágico. No hay nada escrito sobre él hasta mediados del siglo XIII, cuando aparece un Cantar de gesta que se cree perdido, pero cuyos fragmentos se conservan en la Historia de España de la Escuela de Toledo.
Algunos historiadores sugieren que Bernardo podría ser tanto un personaje mítico como real. Su vida y leyenda pueden reconstruirse a través del romancero de Menéndez Pidal en «Flor nueva de romances viejos».
La historia cuenta que, durante el reinado de Alfonso II, entregó el condado de Saldaña a Sancho Díaz, un noble gallardo y valiente. Sancho se enamoró de Jimena, la hermana joven y hermosa del rey, con quien mantuvo encuentros secretos. Según el romance, ella quedó embarazada. Se juraron amor eterno y se casaron en secreto, comprometiéndose a celebrar un matrimonio eclesiástico en el futuro para evitar el pecado.
Fragmento del romance:
«En los reinos de León el casto Alfonso reinaba, hermosa hermana tenía, doña Jimena se llamaba. Enamorábase de ella ese conde de Saldaña, mas no vivía engañado, porque la infanta lo amaba. Muchas veces fueron juntos, que nadie lo sospechaba; de las veces que se vieron, la infanta quedó preñada. La infanta parió a Bernardo y luego, monja, se entraba; mandó el rey prender al conde y ponerlo en muy gran guarda.»
El nacimiento de Bernardo fue un gran escándalo para la corte. Alfonso II, un rey muy puritano, no aprobó la relación. Al conde lo encerró en un castillo y a la infanta la mandó a un convento.
El niño creció en la corte. Como Alfonso no tenía hijos, el Consejo del Reino quiso que lo adoptara para convertirlo en su heredero, pero el rey se negó por ser un «hijo natural». Con el tiempo, Bernardo se convirtió en un valiente caballero.
Según el romancero, Bernardo participó en la primera batalla de Roncesvalles. Sin embargo, esto es imposible cronológicamente, ya que esa batalla fue en el año 778 y en la segunda, en el 808, no intervino el emperador, por lo que Bernardo no pudo haber matado a Roldán, como se cuenta.
Fragmento del romance:
«Siglos ha que, con gran saña, por una negra montaña asomó un emperador. Era francés y su vestido formaba un hermoso juego: capa de color de fuego y plumas de azul color. ¿Y qué pedía? ¡La corona de León! Bernardo, el del Carpio, un día con la gente que traía: ‘¡Ven por ella!’, le gritó. Desde entonces suena en los valles y dicen los montañeses: ¡Mala la hubisteis, franceses, en esa de Roncesvalles!»
Al llegar a Oviedo, Bernardo fue recibido en la corte como un héroe. Doña Urraca Sánchez y María Meléndez, quienes históricamente vivieron mucho después, le revelaron la verdad sobre su origen: su madre estaba en un monasterio en Carrión y su padre encerrado en el Castillo de Luna por orden del rey.
Bernardo se presentó ante su tío, pidiéndole que liberara a sus padres, pero el rey se negó. Bernardo pensó que si ganaba batallas, el rey cedería, y no perdió ni una. Derrotó a los musulmanes en la frontera del Duero y acabó con bandas de bereberes y bandidos en Castilla.
Fragmento del romance:
«Bastardo me llaman, rey, siendo hijo de tu hermana; y del noble Sancho Díaz, ese conde de Saldaña, que ninguno otro no osaba; dicen que ha sido traidor, y mala mujer tu hermana; tú y los tuyos lo habéis dicho, miente por medio la barba; mi padre no fue traidor ni mi madre mujer mala, porque cuando fui engendrado, ya mi madre era casada.»
El romancero relata que Bernardo venció en un combate cuerpo a cuerpo a don Bueso, un caballero francés que asolaba la comarca. A pesar de que la reina, llamada Berta en el poema, lo apoyó, el rey se mantuvo firme.
Lucas de Tuy en una crónica, y Jiménez de Rada en su «De Rebus Hispaniae», describen a Alfonso como un rey célibe, lo que justifica por qué se le llamaba el Casto.
Ante la negativa del rey, Bernardo se instaló en el condado de Saldaña y comenzó a saquear el reino. El poema sugiere que el rey no lo legitimó como heredero por esa causa, aunque la razón más lógica sería por ser un «hijo natural».
Los siguientes reyes, Ramiro I y Ordoño I, mantuvieron a sus padres encerrados. Bernardo se convirtió en un fiel defensor de Alfonso III, pero cuando este le negó la libertad de sus padres, se mudó cerca de Medina del Campo, a un lugar llamado Carpio, de donde tomó su apellido.
Fragmento del romance:
«Cuatrocientos sois, los míos, los que comed mi pan: los ciento irán al Carpio, para el Carpio guardar; los ciento por los caminos, que a nadie dejan pasar; doscientos iréis conmigo para con el rey hablar; si mala me la dijere, peor se la he de tornar.»
Fragmento del romance:
«Señor, rey sois y haréis a vuestro querer y guisa; mas pagáis mal a quien os sirve y os servirá todavía. Dios ponga en corazón de soltar a mi padre, que mientras él esté preso, yo el luto vestiría.»
Cuando el rey finalmente accedió a liberarlos, su madre ya había muerto de pena hacía años, y su padre falleció un día antes de que Bernardo llegara al castillo.
Bernardo abandonó el reino asturiano, se trasladó a Pamplona y luego a la Aquitania. Cuando murió, sus restos fueron llevados a Aguilar de Campoo y enterrados en una pequeña cueva cerca del Monasterio de Santa María la Real.
Carlos V, en 1522, desembarcó en Laredo y pidió ser llevado a Aguilar de Campoo para visitar la tumba de Bernardo y llevar su espada a la Real Armería, donde se encuentra actualmente.
Juan Pisuerga
PARA MÁS INFORMACIÓN
1-Ramón Menéndez Pidal, Romanceros del rey Rodrigo y de Bernardo del Carpio. Ed. Gredos y. Madrid 1957
2. Ratcliffe, Margorie. Bernardo del Carpio en el siglo de oro 2020
3-González García, Vicente José (1978). Bernardo del Capio y Roncesvalles
4-González García, Vicente José (2007): Bernardo del Carpio y la batalla de Roncesvalles, Oviedo, Fundación Gustavo Bueno.