LA FRANJA NORTE DE HISPANIA.
ANTES DE LA INVASIÓN MUSULMANA.
El reino asturiano tuvo su origen en un valle cerrado en los Picos de Europa, entre las actuales provincias de Cantabria y Asturias. La región se caracterizaba por un terreno montañoso y accidentado entre la cordillera Cantábrica y la costa marítima, una región que se distinguía por su orografía montañosa y abrupta, que obstaculizaba las comunicaciones y propiciaba el aislamiento de las comunidades que la habitaban.
En la franja septentrional de la península ibérica, con anterioridad a la irrupción musulmana, vivían pueblos con una idiosincrasia cultural y una organización social autóctonas: los cántabros, astures y vascones eran entidades que no conformaban una unidad política homogénea, sino que se articulaban en estructuras tribales.
Según las pesquisas arqueológicas, Asturias albergó diversas tribus antes de la dominación romana. En esta comarca residían los vaniniensis en las cumbres de Europa; los orgenomescos en la costa oriental asturiana; los selinos en la vega del Sella; los pesinos en la actual Gijón; y los lugones en las fértiles tierras del Nalón. Los astures propiamente dichos se asentaban en el núcleo de Asturias y el septentrión de León, mientras que los galaicos se extendían a lo largo del litoral astur-galaico.
Los cántabros, por su parte, ocupaban el territorio que hoy abarca Cantabria y el norte palentino y burgalés, una región poblada por cántabros, caristios y autrigones en su sector norte, y por vacceos, turmogos y várdulos en el sur. Todos ellos conocidos por su tenaz resistencia a Roma y su espíritu guerrero.
Los vascones habitaban la extensión territorial de las actuales provincias vascas y Navarra. Su lengua, el euskera, ya tenía una identidad distintiva en aquella época. Se organizaban en tribus dirigidas por caudillos con una marcada identidad local, aunque sin estructura política unificada.
Aunque se ha sugerido una relativa independencia cultural durante la dominación romana, la influencia de esta fue, en realidad, más profunda de lo que inicialmente se presumía.
Los celtíberos, astures y cántabros sufrieron un considerable declive demográfico a manos de las legiones romanas, siendo reemplazados por una población hispanorromana. Su economía se sustentaba en una agricultura de subsistencia, complementada por la ganadería y, en menor medida, por la pesca y la explotación de recursos naturales como la madera y los yacimientos minerales. Su cultura era fundamentalmente prerromana con evidentes influjos celtas y se caracterizaba por creencias religiosas indígenas, si bien el cristianismo se había ido introduciendo de forma paulatina.
Los visigodos hicieron su entrada en Hispania en el año 415, estableciéndose en la Tarraconense con el propósito de expulsar a suevos, vándalos y alanos de la península. Para la defensa del territorio hispano y la expulsión de estos pueblos bárbaros, los visigodos exigieron a Roma el estatus de pueblo federado, reclamando a cambio tierras en propiedad, exención de tributos y sustanciosas sumas de dinero.
Teodorico II despachó emisarios a los suevos con el fin de disuadirlos de atacar los cuarteles romanos y las propiedades de la aristocracia hispanorromana.
Eurico, en el año 468, lideró un ejército con destino a Astorga para desalojar a los suevos de la meseta septentrional. A partir de entonces, el territorio de astures y cántabros quedó escindido en las comarcas Norte y Sur. La comarca leonesa quedó bajo la soberanía sueva, mientras que la Tierra de Campos pasó a dominio visigodo, denominándose desde entonces Campos Góticos.
Con la definitiva caída del Imperio romano de Occidente en el 476 d.C., los visigodos consolidaron su dominio sobre la península ibérica. La franja septentrional se convirtió en un área marginal para los monarcas visigodos, desprovista de interés económico, estratégico, social o político significativo.
Durante los años 573 y 574, Leovigildo emprendió una serie de campañas militares por Zamora, los Campos Góticos, Cantabria y La Rioja. En el año 575, Leovigildo dirigió nuevamente sus armas contra los suevos, fortaleciendo su autoridad mediante la confiscación de sus bienes. Se tiene constancia de que, a partir del año 585, cántabros y astures quedaron sometidos al reino de Toledo.
A pesar de que el reino visigodo, con su centro de poder radicado en Toledo, ejercía su hegemonía sobre gran parte de la península ibérica en el siglo VII, su control sobre la franja norteña era precario y más bien nominal. Los pueblos septentrionales mantenían una considerable autonomía, favorecida por la dificultad del terreno. Su tributación era irregular y sus revueltas contra la autoridad visigoda, frecuentes.
Cuando los musulmanes franquearon el estrecho de Gibraltar en el año 711 y propinaron una contundente derrota al rey visigodo Rodrigo, la desorganización y las luchas intestinas del reino visigodo facilitaron una rápida expansión por los territorios peninsulares. No obstante, la franja norteña, con su intrincada orografía montañosa, se erigió en un refugio para aquellos que se negaban a someterse al nuevo poder musulmán.
En estas comarcas septentrionales, particularmente en Asturias y Cantabria, se incubaron los primeros focos de resistencia que, con el devenir del tiempo, protagonizarían la gesta conocida como la «Reconquista». La batalla de Covadonga, cuya datación tradicional se sitúa en torno a los años 718 o 722, aunque su trascendencia real es objeto de debate historiográfico, se considera un hito simbólico del inicio de esta resistencia en la región asturiana, bajo el liderazgo de figuras emblemáticas como don Pelayo.
Juan Pisuerga.
PARA MÁS INFORMACIÓN
- Álvarez Rey, L.; Aróstegui Sánchez, J.; García Sebastián, M.; Palafox Gamir, J.; Risques Corbella, M. (2013). Historia de España. España: Vicens Vives. Las raíces históricas de España. 1
- Fanjul, Serafín (2004). La quimera de al-Ándalus. Siglo XXI de España Editores.
- García Sanjuán, Alejandro. «El significado geográfico del topónimo al-Ándalus», Anuario de Estudios Medievales, (2003).
- González Ferrín, Emilio. Historia general de Al Ándalus. 2006. La Alhambra Ed., Facultad de Filosofía y Letras.
- Menéndez Pidal. Historia de España. Ed. Espasa Calpe.
- Sánchez Albornoz. El reino de Asturias. 2007.