Muchos pueblos y culturas han practicado la circuncisión desde la antigüedad, como lo demuestran unas pinturas egipcias de hace 5000 años. Le atribuían propiedades protectoras y purificadoras para el hombre, de tal forma que ha estado asociada con la limpieza, el vigor, la fortaleza y, en definitiva, con la virilidad.
Para las religiones judeocristianas, la circuncisión fue ordenada por Dios cuando le dijo a Abraham que establecería un pacto con él y su descendencia.
“Este es mi pacto que guardaréis entre Mí, tú y vuestra descendencia: todos los varones entre vosotros serán circuncidados a la edad de ocho días en la carne de vuestro prepucio” (Génesis 17:10-11).
El pacto combina una finalidad religiosa, de protección contra enfermedades, así como un componente simbólico, ya que la circuncisión representa el dominio de las bajas pasiones (Deuteronomio 10:16 y 30:6; Jeremías 4:4).
En el Levítico, Dios explica cómo y cuándo debe hacerse la circuncisión: a los ocho días del nacimiento. Será obligatoria para los varones descendientes de Abraham, tanto israelitas como gentiles.
«Habla a los hijos de Israel y diles: «Cualquier varón entre vosotros será circuncidado y debe realizarse cuando el niño tenga ocho días» (Levítico 12:1).
En el Nuevo Testamento, los evangelios de San Mateo y San Lucas empiezan con el nacimiento de Jesús, mientras que los de San Marcos y San Juan comienzan con la predicación y la enseñanza. Mateo y Lucas coinciden en que el nacimiento de Jesús tuvo lugar en Belén, a pesar de que José y María vivían en Nazaret. Una cierta incongruencia que se explica por una orden de empadronamiento de Roma.
En el evangelio de Lucas se describe la circuncisión de Jesús a los ocho días de su nacimiento, la cual se realizó según la ley judía (Lucas 2:21). Se interpreta como el símbolo de la muerte del pecado y el nacimiento a una nueva vida en Cristo.
El papa Liberio decretó oficialmente a mediados del siglo IV que el nacimiento de Jesús había tenido lugar el 25 de diciembre a medianoche. Lo hizo coincidir con el solsticio de invierno y con las Saturnales. El cristianismo aprovechó estas fiestas romanas, en las que era tradición los banquetes y regalos para dar gracias a Saturno por las cosechas del año, con el nacimiento del Señor, sin que chocaran las creencias paganas con las cristianas, más o menos consolidadas. Ahora bien, desde ese momento, el 25 de diciembre se ha convertido en la fecha más importante del calendario litúrgico de la Iglesia Católica.
En la Edad Media, la circuncisión fue una práctica obligatoria para judíos y musulmanes. Si para los judíos es un pacto entre Dios y su pueblo, para los musulmanes es un signo de la fe islámica, pues Mahoma, según el Corán, había nacido circuncidado. En el caso de los israelitas, la circuncisión es una señal de su pertenencia al pueblo de Dios.
La Iglesia Católica celebraba la circuncisión del Señor el 1 de enero, que es el octavo día después de Navidad, hasta que en 1969 el papa Pablo VI reformó el calendario litúrgico y retiró la celebración. Para la Iglesia ortodoxa, es una de las cinco fiestas litúrgicas más relevantes.
La iglesia anglicana celebra el Día de la Octava de Navidad con la Circuncisión de Nuestro Señor. Para la iglesia luterana es una fiesta de Cristo relacionada con las Escrituras (Lucas 2:21). Permanece en la mayoría de los calendarios litúrgicos, aunque han convenido que ese día se llame el Nombre de Jesús.
Juan Pisuerga
PARA MÁS INFORMACIÓN, CONSULTAR A:
- Walter Ingo, F.: Los maestros de la pintura occidental. Editorial Taschen, Madrid, 2000.
- Ramírez, J. A.: Historia del arte en la Edad Media. Alianza Editorial, Madrid, 2004.
- Coulino, I. P.: Diccionario de las religiones. Editorial Paidós, Barcelona, 2004.
- Dion, C.: Historia Augusta, sobre la circuncisión. Editorial Aelia, 2005.
3-. C