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Las demarcaciones de Campoo, Valdolea y Valderredible son zonas que cuentan con amplias tierras de cultivo. Por su posición estratégica, entre la franja cantábrica y la meseta norte, estas comarcas se convirtieron en un lugar predilecto para la repoblación de los montañeses durante el alto medievo.

A finales del siglo V se gestó el movimiento eremítico, inspirado en ideales religiosos procedentes de Oriente Próximo, donde se excavaban rocas para crear espacios de adoración y retiro. Los textos bíblicos relatan cómo Elías y Juan Bautista se retiraron al desierto para dedicar sus vidas a Dios, un ejemplo seguido por San Antonio Abad, San Pablo el Ermitaño, San Jerónimo o Santa María Egipcíaca. Los eremitas eran personas profundamente religiosas que optaban por apartarse de la vida mundana, refugiándose en cuevas naturales o excavando la roca para vivir en ellas, dedicados a la oración.

Los valles del sur de Cantabria y el norte de Burgos, Palencia y el norte de Álava ofrecían un entorno idóneo para la vida contemplativa, al permitir el contacto directo con la naturaleza, el cultivo de pequeños huertos de subsistencia y un necesario ocultamiento frente a los bandidos. De esta forma ascética y solitaria germinaría posteriormente el movimiento monástico, que alcanzaría gran auge en la Edad Media.

Tras la eclosión del eretismo, se produjo la colonización de Campoo, Valderredible, Valdeolea y el norte de Burgos y Palencia por parte de los hispano-godos de la montaña. A finales del siglo VIII y comienzos del IX, durante el reinado de Alfonso II el Casto, se inició la verdadera colonización de los valles altos del Ebro y de Campoo.

Los valles del sur de Cantabria y las extensas tierras de Campoo ofrecían una oportunidad única. Sus recursos forestales, con abundante madera, la nutrida caza, los pastizales para la ganadería, la fertilidad del suelo para el cultivo de cereales, hortalizas y frutales y la riqueza hídrica de sus ríos, junto con la posibilidad de poseer tierras en propiedad, explican la notable emigración hacia estos valles.

Los colonos se apropiaron de terrenos que habían quedado abandonados tras la despoblación ordenada por Alfonso I en el año 740. Mediante el sistema de presuras, la tierra pasaba a ser de su propiedad siempre que la mantuvieran cultivada. Estos montañeses se asentaron en tierras libres y soleadas, pese a la presencia de bandidos bereberes que, tras no participar en la revuelta del 738, permanecieron en la meseta septentrional dedicados al pillaje y la extorsión.

Ante la necesidad de asegurar alimentos y sustento familiar, los colonos descubrieron en estos valles una roca arenisca idónea para la excavación, lo que permitió crear eremitorios e iglesias rupestres. La colonización contó con el amparo y apoyo de la Iglesia. Construyeron templos muy simples, excavados directamente en la roca, en busca de un lugar seguro y escondido donde practicar la fe y huir del bandidaje. Con el tiempo, algunas de las excavaciones se ampliaron, transformándose en auténticas iglesias rupestres. Además de su función religiosa, servían como viviendas de monjes o ermitaños que buscaban una vida de oración y aislamiento. Frecuentemente, alrededor de estos centros se excavaban casas o estructuras auxiliares, como celdas para dormir o pequeños almacenes.

La magnitud de estos templos rocosos, amplios y elaborados, solo fue posible gracias a la existencia de una población numerosa y estable. La presencia de tumbas o cementerios en sus proximidades corrobora la existencia de una sociedad de colonos organizada que dedicó su esfuerzo a la creación de estas iglesias.

Es frecuente encontrar en algunas revistas de arte la denominación “arte rupestre de Valderredible” para referirse a este fenómeno socio-religioso. Sin embargo, esta denominación no es del todo precisa, ya que estos monumentos se extienden también por el norte de Palencia, Burgos, Álava y Navarra. No obstante, es cierto que Valderredible concentra una de las mayores densidades de iglesias excavadas en roca de toda España, y se sospecha que muchas más permanecen aún por descubrir.

Juan Pisuerga

PARA MÁS INFORMACIÓN, CONSULTAR

  1. García Guinea, Miguel Ángel. Románico en Palencia. Diputación de Palencia, 2002.
  2. Arnáiz, Benito. El románico en torno al Camino de Santiago en Castilla y León. Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, 1991.
  3. Baldridge, Mary. A Journal of Medieval Hispanic Languages, 2011.