Las galerías porticadas del románico son un elemento arquitectónico distintivo en la península ibérica, particularmente en las regiones de Castilla y León y al norte del Duero. La mayor parte de las galerías se concentra en el valle del Duero, incluidos sus afluentes, y al norte de ese río. Esta distribución geográfica, con inviernos crudos y calurosos veranos, sugería una función primordial: resguardar a los habitantes tanto del frío como del calor. De hecho, en Iniciación al arte románico de Jaime Nuño González, se pone de manifiesto que la galería se destinaba a la vida social de la comunidad. Allí se celebraban reuniones y actos civiles.
Estas galerías son, en efecto, muy frecuentes en la Meseta Septentrional y en Guadalajara. Hace unos años, un artículo en el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones reveló la estrecha vinculación de la galería porticada peninsular con los fueros y, en particular, con el ordenamiento de los concejos. Los pobladores se reunían en la galería de la iglesia, al amparo de la Corona. Este hecho contrastaba con la situación de otros estados europeos, donde los vasallos debían celebrar sus reuniones en lugares privados porque carecían de la protección de la Iglesia para debatir cómo frenar los ataques señoriales feudales.
Incluyendo Guadalajara, las galerías románicas porticadas, construidas entre los siglos XI y XIII, son notablemente frecuentes al norte del Duero, extendiéndose desde el oeste de Soria hasta el cauce del Pisuerga y alcanzando las regiones más septentrionales.
El estudio de Pedro Artigas, publicado en el Boletín de la Sociedad Española de Excursionistas, sostiene que la primera galería porticada reconocida podría ser la de San Miguel de San Esteban de Gormaz. Esta atribución se fundamenta en un canecillo que representa a un monje con túnica y capucha, cuya cabeza se inclina sobre un libro abierto, acompañado por una inscripción que reza: «ULIANUS MAGISTER FECIT ERA MCLXIIII». Esta frase se traduce como: «Julián, maestro, lo hizo en la era 1154», lo que corresponde al año 1081 d. C. Así, este canecillo se convierte en la pieza más antigua de la arquitectura románica española. La postura del monje simboliza la devoción a la enseñanza y la dedicación de su vida al estudio de las Sagradas Escrituras; el libro abierto encarna el conocimiento y la sabiduría.
La concentración de estas galerías en zonas de inviernos y veranos rigurosos refuerza la hipótesis de que su construcción respondía a la necesidad de ofrecer resguardo climático bajo el amparo de la Iglesia. Además, la mayoría de estos pórticos se orientan al sur o al oeste de los templos, maximizando la exposición a la luz y al sol.
En definitiva, estas galerías se erigieron con múltiples propósitos: ofrecían protección frente a las inclemencias del tiempo, actuaban como punto de encuentro para la comunidad, eran esenciales para la celebración de concejos, juicios y otras actividades civiles, y se utilizaban tanto en ceremonias religiosas como para acoger a quienes no formaban parte de la comunidad cristiana o estaban bajo sanción.
Si bien el concepto de un pórtico o galería no es exclusivo de España, la manera en que se desarrolló y la gran profusión con la que se construyeron las convierten en una característica distintiva de inmenso valor artístico e histórico dentro del románico hispano.
Juan Pisuerga
PARA MÁS INFORMACIÓN, CONSULTAR
- García Guinea, Miguel Ángel. Románico en Palencia. Diputación de Palencia, 2002.
- García Guinea, Miguel Ángel. Iniciación al arte románico. Fundación de Santa María la Real, Aguilar de Campoo, 2000.
- Herrera Marcos, Jesús. Arquitectura y simbolismo del románico en Valladolid. Ars Magna, Diputación de Valladolid, 1997.
- Nuño González, Jaime. Iniciación al arte románico: Aguilar de Campoo, 2000.
- Pijoan, José. Suma artis. Historia general del arte. Espasa Calpe, Madrid, 1949.
- Álvarez Mora, Alfonso. Historia del arte de Castilla y León. Ediciones Ámbito, Valladolid, 1994.
- Boletín de la Sociedad Española de Excursiones: Galerías porticadas. Tomo 42 del año 1934
- Boletín de la Sociedad Española de Excursionistas, volumen 40 del año 1932. Pedro Artigas.