Aunque Cicerón y Séneca están separados por cerca de 100 años y por filosofías distintas —el primero fue un academicista y el segundo, un estoico con tendencias heterodoxas—, ambos compartían un mismo ideal: la libertad. Sus reflexiones sobre la libertad de los ciudadanos nos sirven para meditar sobre la libertad actual en España.
La idea de libertad y democracia nació en las polis griegas hacia el siglo V a. C., fruto del diálogo y del intercambio de ideas. La cuestión de «cómo vivir con otro» se convirtió en la base de la libertad individual, dando paso a la instauración de la libertad jurídica y social. Las leyes se establecieron para asegurar la convivencia, el debate y la participación en la vida pública.
En Roma, a principios del siglo I a. C., el despotismo comenzó a minar gran parte de la libertad jurídica, política y social. Cicerón ya advertía que el ambiente democrático se estaba agotando.
Casi un siglo después, Séneca, por su parte, decía que la verdadera libertad es la metafísica. Consideraba este un modelo de libertad superior al jurídico, político y social, ya que estos podrían verse debilitados por la ambición de los políticos, pero la libertad filosófica permanecería intacta. Para Séneca, esta es la verdadera libertad: la autosuficiencia moral. Quien la alcanza es capaz de mantener su paz interior, sin que le afecten las adversidades de la vida. Su felicidad no depende de factores externos, sino de su propia fortaleza de espíritu.
En España, los derechos políticos, jurídicos y sociales protegen la libertad individual y garantizan la participación en la vida democrática. A esta se suma la «libertad cognoscitiva», que es la capacidad del individuo de elegir entre ideas contrapuestas. Por ejemplo, permite a una persona creer en Dios sin impedir que otra piense lo contrario.
La situación actual de España es un tema político de gran trascendencia social. El país, gobernado por personas mediocres, vulgares y poco instruidas, parece estar a merced de ambiciones personales, con la intención de mermar nuestras libertades.
En la esfera pública, en los medios de comunicación y en las redes sociales, se debaten dos posturas contrapuestas. Por un lado, hay quienes sostienen que la libertad en España ha mejorado en las últimas décadas. Argumentan que la legislación actual, comparada con la de hace 30 o 40 años, ha ampliado derechos y libertades en áreas como la igualdad de género, los derechos de las minorías o la protección social.
Por otro lado, existen informes y estudios que señalan un retroceso en la libertad en los últimos años. Estos análisis, a menudo elaborados por instituciones internacionales, evalúan la situación a partir de indicadores como:
La Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como «Ley Mordaza», ha sido señalada por limitar la libertad de expresión y el derecho a la protesta pacífica.
Hay un significativo deterioro de la independencia judicial y un menor respeto por el imperio de la ley, lo que afecta la seguridad jurídica y las libertades individuales.
El crecimiento del aparato estatal, con un enorme número de funcionarios gubernamentales, autonómicos y locales que ralentizan la administración con políticas caprichosas y poco útiles, deja la libertad del ciudadano mermada.
Se ha producido una caída en la libertad económica, citando el comportamiento e intromisión del gobierno en decisiones económicas de empresas, así como el aumento de la burocracia y la carga fiscal, como factores que limitan la capacidad de los ciudadanos para emprender y prosperar.
En definitiva, mientras España ha avanzado en derechos y libertades en ciertos aspectos, en otros se percibe una clara regresión, según los analistas. Esta dualidad es la que alimenta un debate constante sobre el estado real de la libertad en el país.
Juan Pisuerga