El año 741 marcó un punto de inflexión en el norte peninsular. Los bereberes, frustrados con las tierras que los árabes les habían asignado en Galicia y en la meseta septentrional, y agotados por una década de pertinaz sequía, decidieron abandonar la región para unirse a la revuelta bereber que ardía en el norte de África y en el sur de la península.
En el norte palentino, la comarca había sido despoblada por Alfonso I, y sus habitantes se habían refugiado en la franja cantábrica. Sin embargo, en pocos años la superpoblación de la costa generó escasez de alimentos. Esta situación impulsó a los vecinos a una migración imparable: primero hacia los valles interiores y, más tarde, hacia los del sur de la cordillera Cantábrica, en busca de caza y de tierras de cultivo.
Hacia el año 815, numerosos colonos montañeses comenzaron a asentarse en los valles de Campoo. La repoblación fue un proceso lento, pues algunos grupos bereberes que permanecían en la comarca actuaban como bandidos, saqueando a los recién llegados.
A partir del 820, el reino asturiano, bajo la dirección de Alfonso II el Casto, empezó a organizar las colonizaciones mediante el establecimiento de condados y señoríos. Como describe el profesor Martínez Díez en su obra El condado de Castilla, desde ese momento los colonos debieron pagar un tributo a cambio de protección.
En esos años, Alfonso II designó a Munio Núñez I, una figura prominente en las Asturias de Santillana y en Liébana, para la gobernanza y defensa de los pobladores de Campoo. Es importante señalar que, en un principio, no se le otorgó un título nobiliario, sino únicamente la función de organizador de la comarca. Munio fue clave en el avance colonizador y gobernó una extensa región que abarcaba desde Liébana hasta Campoo. Entregó a los colonos sus propias tierras para el pastoreo de ganado, desde Brañosera hasta Barruelo de Santullán. Incluso permitió a cinco familias subarrendar estas tierras a otros pobladores a cambio de un montazgo, aunque la mitad de esos beneficios correspondía al propio Munio.
Las propiedades que los colonos adquirían a través de las presuras eran legalmente inestables. Para asegurar la posesión de sus tierras, los pobladores solicitaron al rey la confirmación de sus derechos jurídicos mediante una concesión que legalizara tanto su asentamiento como la propiedad. La carta fundacional, que les permitía establecer normas de propiedad y convivencia, fue otorgada por Alfonso II y entregada por Munio Núñez I y su esposa, Argilo de Transmiera, el jueves 13 de octubre de 824. De esta manera, Brañosera se convirtió en el primer concejo o ayuntamiento creado formalmente en Europa. Además, Munio se comprometió a construir una iglesia en honor a San Miguel, cuyas ruinas aún se conservan: un verdadero tesoro histórico y arquitectónico que merece ser valorado.
La ermita de San Miguel, enclavada en un entorno natural privilegiado, es la construcción más antigua de la localidad. Situada en las afueras del pueblo, junto al cementerio, irradia un carácter solitario y evocador. Su estilo románico se aprecia por la sencillez de sus líneas y en el uso de materiales locales. En uno de sus muros se conserva una lápida conmemorativa del día de su consagración. Esta pieza única, de incalculable valor, fue descifrada por Miguel Ángel García Guinea. Su texto revela que la iglesia, dedicada al arcángel San Miguel, fue consagrada por el obispo Pascual de Burgos en 1118, y en ella se depositaron reliquias de otros santos lugares. Predomina la sillería arenisca dorada, aunque también se empleó mampostería.
El estilo principal es románico, aunque se aprecian elementos de transición al gótico, especialmente en algunas ventanas. Perteneció al Monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo. La edificación actual son los restos de la iglesia original, que fue parcialmente destruida durante la Revolución de octubre de 1934. Originalmente, tenía una sola nave, ábside semicircular y una espadaña.
Juan Pisuerga
PARA MÁS INFORMACIÓN,, CONSULTAR:
- Historia del Condado de Castilla, Justo Pérez de Urbel. Escuela de Estudios Medievales.
- El condado de Castilla, Martínez Díez (2005). Universidad de Valladolid.
- Fundación Santa María la Real de Aguilar de Campoo, Miguel Ángel García Guinea (2014).
- Rutas del románico en la provincia de Palencia, Cayetano Enríquez de Salamanca.
- Castilla: entre la percepción del espacio y la tradición erudita, Jesús García Fernández (1985). Espasa Calpe.