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Los primeros asentamientos de la comarca conocida como Tierra del Burgo en Soria se remontan a la época celtibérica, donde los Arévacos establecieron un núcleo poblacional conocido como Oxama o, más concretamente, como Uxama Argaela. Fue un punto clave en las Guerras Celtibéricas y Sertorianas. Destruida por Pompeyo en el 72 a.C., su estratégica posición en la calzada entre Astorga y Zaragoza propició su reconstrucción y su anexión a Roma en el 99 a.C.

La primera mención de Osma data del año 597 d.C., en el III Concilio de Toledo. La asistencia de un obispo de Osma a este concilio confirma la existencia de una diócesis en el lugar, convirtiéndola en una de las sedes episcopales más antiguas de España.

Con la invasión musulmana en el 711, la comarca sufrió una gran despoblación, y Osma se transformó en tierra de frontera entre cristianos y musulmanes. La atalaya árabe que aún se conserva en el cerro de Uxama constituye un testimonio de esta época.

En el año 910, el rey García I de León encargó al conde Gonzalo Téllez la conquista y repoblación de Osma. Poco después, en el 934, Ramiro II de León y Fernán González vencieron a un ejército de Abderramán III en este territorio. A lo largo del siglo X, Osma fue un enclave estratégico entre el Reino de León, el Condado de Castilla y el Califato de Córdoba.

La muerte de Almanzor en el 1002 alejó el peligro de las incursiones musulmanas. La repoblación definitiva y la consolidación del dominio cristiano en el Alto Duero se afianzaron en el siglo XI, especialmente durante el reinado de Alfonso VI. Gran parte de estas tierras pasó a ser de realengo, es decir, bajo el control directo de la Corona de Castilla. Otras fueron entregadas como encomiendas a las órdenes de los Hospitalarios y de Calatrava. La restitución de la diócesis de Osma implicó que una parte considerable de las tierras de la comarca se asignara al Obispado de Osma para su sostenimiento.

En 1101, restaurada la diócesis de Osma, el obispo francés Pedro de Bourges, conocido como San Pedro de Osma, ordenó la construcción de una catedral en la orilla opuesta del río Ucero, donde se encontraban los arrabales. Alrededor de ella se desarrolló un nuevo núcleo poblacional que daría origen a El Burgo de Osma.

Aunque la Catedral de El Burgo de Osma es gótica con añadidos barrocos, sus cimientos se asientan sobre un sólido pedestal románico. Pedro de Osma, fundador de la diócesis, inició la construcción del templo sobre un monasterio benedictino dedicado a San Miguel. La catedral románica fue demolida en 1232 para dar paso a la nueva fábrica gótica, edificada por encargo del obispo Juan Díez.

La antigua sala capitular constituye el vestigio románico más relevante. Pese a una restauración en el siglo XVI, su estructura rectangular original, con cuatro columnas separadas por arquerías, sirvió para sustentar las nuevas bóvedas de crucería. Los capiteles de las columnas narran escenas mitológicas y apocalípticas, mezcladas con bestiarios y sucesos del Nuevo Testamento. Exceptuando las más deterioradas, las imágenes son de excelente factura.

En 1946, el historiador y crítico de arte Juan Antonio Gaya Nuño, en su obra El Románico en la provincia de Soria y en un artículo para el Boletín de la Academia de las Bellas Artes de la Purísima Concepción, documentó la existencia de «un ventanal románico oculto entre la antigua sala capitular y el claustro». Hoy es visible, pero permaneció cegado durante siglos hasta que, entre 1966 y 1968, se llevó a cabo la restauración y reapertura de estas ventanas, bajo la supervisión del Servicio Nacional de Restauración de Monumentos.

Las dos dobles ventanas que comunican el claustro con la antigua sala capitular presentan arcos con arquivoltas decoradas con molduras convexas, apoyadas en jambas y en un parteluz central. El peso del conjunto se descarga sobre columnas acodilladas.

En el exterior, la doble ventana situada a la derecha luce una chambrana ajedrezada de medio punto que enmarca dos arcos profusamente ornamentados. Las arquivoltas, delicadamente talladas, despliegan un variado bestiario con arpías, dragones, grifos, centauros, monos y aves. La arquivolta central se apoya en una columna torsionada, mientras que las columnas laterales presentan fustes dobles, unos helicoidales y otros estriados.

En el interior, los arcos son lisos, formados por un baquetón. Más allá de su calidad plástica, sobresale la riqueza de la iconografía. Los capiteles de los parteluces dejan de lado la temática profana y se centran en escenas del Nuevo Testamento: la entrada de Jesús en Jerusalén, la matanza de los inocentes, la Última Cena y el lavatorio de los pies.

El sepulcro de San Pedro de Osma, obra gótica del siglo XIII, posee un gran valor histórico y artístico. Se trata de una de las piezas más importantes de la escultura funeraria medieval, que conserva en muy buen estado su policromía original y narra, en sus bajorrelieves, la vida y milagros del santo. Ha sido trasladado en varias ocasiones, pero la última vez que lo vi se encontraba en la antigua sala capitular. Es, sin duda, uno de los elementos más destacados de la Catedral de El Burgo de Osma.

El Beato de El Burgo de Osma, datado en 1086, se considera el primer beato románico, tanto por su fecha de creación como por la estética de sus ilustraciones. Aunque no lo he visto, se describe como un manuscrito con una coloración fuerte e intensa, predominando los rojos, amarillos y verdes. Sin embargo, lo que realmente lo distingue del resto de los beatos es su mapamundi.

Juan Pisuerga

 

 

PARA MÁS INFORMACIÓN, CONSULTAR:

  1. Almazán Gracia, A. El Burgo de Osma y su catedral. Soria, 1996.
  2. Gaya Nuño, Juan Antonio. El románico en la provincia de Soria. 1946.
  3. García García, M. «El Colegio-Universidad de Santa Catalina», Celtiberia.
  4. Gaya Nuño, Juan Antonio. «La catedral de Burgo de Osma». Boletín de la Academia de las Bellas Artes de la Purísima Concepción. 1947.
  5. Iruela, J. M. «Una universidad castellana: la de Santa Catalina de El Burgo de Osma».