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El origen del nombre de Comillas no se conoce con certeza. Popularmente, se dice que hace referencia a la distancia a San Vicente de la Barquera: “cinco millas”. En el ámbito académico, los paleontólogos creen que proviene del celta cumias, que significa “entre colinas”. Una teoría más plausible afirma que procede del latín cumulis, que sugiere la existencia de un recinto romano donde se acumulaban troncos de madera para construir barcos. Los romanos explotaron los recursos mineros de la zona, madera, hierro, cinc y plomo, transportándolos en gabarras por la ría de la Rabia.

Desde el siglo XVI hasta principios del XIX, Comillas fue un puerto central para la pesca de ballenas, hasta que esta especie desapareció del Atlántico. Durante los siglos XVII y XVIII, varios comillanos alcanzaron altos cargos en la Iglesia. El primero fue Diego Ibáñez de Lamadrid y Bustamante, que nació en 1687 y se convirtió en obispo de Ceuta. En total, cinco prelados nacidos en Comillas llegaron a ocupar obispados y arzobispados por lo que le ha llamado la villa de los obispos

El pueblo conserva calles y casas populares que forman rincones muy agradables y atractivos. Hasta hace no muchos años, la villa se dedicaba principalmente a la ganadería y la pesca. Hoy en día, es un centro turístico gracias a su enorme patrimonio cultural.

Comillas fue apadrinada por la imponente figura de Antonio López. Este hombre singular nació el 12 de abril de 1817 en esta pueblo, en el seno de una modesta familia. A los 14 años emigró a Cuba, donde empezó como recadero. A los 30, alquiló un local en los bajos de un edificio propiedad de Andrés Bru Puñet, donde puso una tienda de “trastos viejos”. Se casó con Luisa, la hija del dueño, y con una gran visión para los negocios, estableció su propia empresa marítima, incursionó en la industria azucarera y en el tráfico de esclavos, hasta que este fue prohibido por la reina Isabel II en 1860.

Antonio López regresó a España en 1856 con una gran fortuna. Fundó empresas como la Compañía Trasatlántica, una de las navieras más importantes del mundo, y el Banco Hispano Colonial. Además, fue parte del primer Consejo de Administración de la nueva compañía ferroviaria de Pamplona, Zaragoza y Barcelona, y fundó la Compañía General de Tabacos de Filipinas..

En 1868, el derrocamiento de Isabel II desató una revolución conocida como “La Gloriosa”, que llevó a España a un periodo de inestabilidad política. En 1870, Amadeo de Saboya fue elegido rey, pero su reinado fue muy complicado. Se enfrentó al carlismo, a los republicanos y a los regionalismos, abdicando en febrero de 1873.

En medio de una profunda crisis, en 1874 apareció Antonio Cánovas del Castillo, quien inició una relación con Alfonso XII para restaurar la dinastía borbónica. Su programa buscaba garantizar las libertades individuales y la soberanía nacional a través del Congreso de los Diputados. La Constitución de 1876 sentó las bases del nuevo régimen, conocido como “Tursismo” o “El Turno de Partidos”, basado en la alternancia pacífica en el poder de liberales y conservadores. A pesar del fraude y el caciquismo, este sistema fue esencial para la estabilidad política y económica, favoreciendo el desarrollo industrial y la unidad nacional.

Para financiar este sistema político, Cánovas acudió a Antonio López, el empresario más poderoso de España. López aceptó, con la condición de que el rey visitara Comillas en verano. En 1878, el rey otorgó a Antonio López el título de marqués de Comillas como agradecimiento. Comillas, un pequeño pueblo de pescadores, cautivó al rey por su belleza natural. Durante el verano de 1881, López y Alfonso XII entablaron una gran amistad.

En 1879, Edison patentó la bombilla eléctrica. Antonio López financió la instalación del primer alumbrado eléctrico en las calles de Comillas en 1881, convirtiéndola en la primera población española con luz eléctrica pública. Para realzar la importancia de la villa, el 5 de septiembre de 1881 se celebró un Consejo de ministros en la «Casa Palacio Ocejo», la residencia del marqués. Por un día, Comillas se convirtió en la capital de España.

Las visitas del monarca en 1882 y 1883 marcaron un antes y un después. La presencia real atrajo a numerosos aristócratas, intelectuales y artistas que han dejado un legado que han convertido a Comillas en un referente social y cultural.

Antonio López promovió la construcción de varias edificaciones especiales en su villa natal, atrayendo a un grupo de arquitectos y artistas del Modernismo Catalán. De hecho, se ha dicho que Comillas es una «isla» del modernismo catalán en el norte de España.

Se levantó un impresionante edificio neogótico mudéjar según el proyecto del arquitecto catalán Juan Martorell i Montells en un cerro cerca de la costa. La primera piedra del Seminario se colocó en 1883. El diseño interior, siguió el patrón de los jesuitas, que querían la iglesia en el centro, flanqueada por dos patios. El templo y el edificio oriental se terminaron en 1886, y el flanco occidental en 1889. La dirección de obra corrió a cargo de Cristóbal Cascante y, tras su muerte fue Lluís Doménech i Montaner, quien decoró el interior. Diseñó magníficas obras como la puerta de las virtudes, la escalera, las arquerías y los extraordinarios artesonados de madera. En la decoración participaron pintores como Eduardo Llorens Masdeu y Joan Llimona, escultores como Arnau Mascort y Joan Roig Soler, y los vidrieros Ramón Amigó y Antoni Rigalt.

El palacio de Sobrellano se construyó entre 1881 y 1888 en el lugar de nacimiento del marqués. Obra de Juan Martorell i Montells, fue el primer edificio de España en tener luz eléctrica. Descrito como «un palacio de hadas», es una majestuosa construcción neogótica con una magnífica fachada principal de galerías sostenidas por finas columnas. La dirección de obra y el diseño interior fueron proyectados por Cascante y después por Doménech. La sala central tiene una formidable escalera, arcos fastuosos y vidrieras del taller de Amigó. Las paredes son de pan de oro, el techo tiene un espléndido artesonado, las pinturas son de Llorens y las esculturas de Juan Roig. Y casi todo el mobiliario es obra de Gaudí.

La capilla panteón, al lado del palacio, fue construida antes que este. Proyectada por Martorell en 1878, tenía la función de panteón familiar y templo para oficios religiosos, siguiendo los principios de Claudio López Bru, II marqués de Comillas. Fue inaugurada en 1881 por Alfonso XII y la reina María Cristina. El edificio, neogótico con torres puntiagudas, es tan espléndido por fuera como magnífico por dentro. En la girola se encuentran los panteones funerarios de los marqueses.

El panteón de Claudio López y Benita Díaz de Quijano, hermano del marqués, es un ejemplo de escultura modernista con las obras de José Llimona, “La Resignación” y “La Plegaria”. El de Claudio López Bru, II marqués, muestra un excepcional Cristo yacente de Agapito Vallmitjana. El panteón de Antonio López, I marqués, y de su esposa, destaca por un relieve de Venancio Vallmitjana, diseñado por Martorell. Hay más esculturas modernistas de Joan Roig en la girola. La mesa del altar es de bronce pulido, y las vidrieras polícromas de Ramón Amigó crean una luz multicolor. Los sitiales, reclinatorios y bancos fueron diseñados por Antonio Gaudí. El interior de la capilla, con sus mausoleos, suelo y paredes, crea una atmósfera única.

En 1883, Máximo Díaz de Quijano, abogado y amigo de la familia López, regresó de Cuba con una gran fortuna y quiso construir una residencia de verano. Contrató a Gaudí para levantar una obra maestra conocida como “El Capricho”. El edificio destaca por sus formas sinuosas y su profusa decoración, que une imágenes de la naturaleza con motivos orientales. Posee una puerta con grandes columnas y capiteles originales, y una soberbia torre cilíndrica. El hierro forjado decora balcones y barandillas, alternando con sillería y ladrillo, donde se usa la cerámica como decoración. Lamentablemente, Díaz de Quijano falleció en 1885, poco después de la construcción, y se dice que solo pudo habitarla una semana. “El Capricho” se convirtió en un símbolo del modernismo español.

En 1890, se levantó un monumento al marqués en una colina, mirando al mar. El proyecto arquitectónico fue de Lluís Doménech i Montaner, que reformó el original de Cristóbal Cascante. El monumento original, de bronce, incluía alegorías de Filipinas y las Antillas sobre un pedestal que simulaba la proa de un barco. Durante la Guerra Civil, los bronces fueron fundidos para fabricar municiones. La estatua actual es una réplica de piedra.

En 1889, en el centro del pueblo, el marqués mandó construir la Fuente de los Tres Caños, una obra de Doménech y Montaner como homenaje a su yerno Joaquín del Piélago por la financiación del suministro de aguas a la villa. Es una torre l central con tres registros, decorada con motivos vegetales, cenefas florales, ángeles y un delfín.

Al noreste de Comillas, cerca del mar, se encuentra el cementerio de la villa. En ese lugar hubo una iglesia gótica, abandonada tras un conflicto entre el pueblo y el duque del Infantado. El nuevo cementerio fue encargado en 1893 al arquitecto Lluís Doménech i Montaner, quien conservó las ruinas del antiguo templo. Construyó una monumental puerta de entrada con un arco de medio punto y una excelente verja de hierro forjado. Dentro, hay unos buenos mausoleos diseñados por Doménech y esculpidos por Josep Llimona. El más destacado es el de la familia Piélagos, rematado por un ángel y una cruz de mármol blanco. El cementerio es una obra de arte al aire libre que fusiona elementos góticos y modernistas.

De Josep Llimona es también el Ángel Exterminador, situado sobre los restos del antiguo templo en una de las paredes del cementerio. La figura, tallada en mármol blanco, domina el paisaje con una espada en declive y una mirada fija en el horizonte, símbolos de protección y vigilancia, por lo que se le conoce como el Ángel Guardián. En el recinto hay otras esculturas de ángeles y motivos religiosos.

El legado del marqués de Comillas es complejo y multifacético. Fue un personaje clave en la restauración monárquica por su apoyo económico y político; un empresario que contribuyó al desarrollo de España. Un sefensor de la monarquía parlamentaria y un mecenas del arte y la cultura. Su figura encarna el espíritu de una época de transformación y modernización. Su visión empresarial fue clave para la consolidación del nuevo régimen y la modernización de España iniciada por Cánovas en 1874 y que se prolongó hasta 1923.

Juan Pisuerga

 

PARA MÁS INFORMACIÓN

  1. Arnús, María del Mar, Comillas, preludio de la modernidad, Barcelona, Electa, 1999.
  2. Bru, Francisco, La verdadera vida de Antonio López y López, Tipografía Obradors, Barcelona, 1885.
  3. García-Martín, Manuel, Comillas modernista, Barcelona, 1993.
  4. Gil, Eusebio S. J., Universidad Pontificia Comillas. Cien años de historia, Madrid, 1993.
  5. Güell, El conde de, Apuntes de recuerdos, Barcelona, Gráficas El Siglo XX, 1927.
  6. Pérez-Bustamante, Rogelio, La villa de Comillas, Santander, 1989.
  7. Rodrigo y Alharilla, Martín, Los marqueses de Comillas, Madrid, 2001.
  8. Sánchez Noriega, José Luis, Comillas por escrito. Antología de textos sobre la villa cántabra, Santander, Valnera, 2008.