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EL CONVENTO CLUNIENSE:

UN CENTRO DE PODER EN LA HISPANIA ROMANA Y VISIGODA.

Antes de la llegada de Roma a la península ibérica, la región que abarca el sureste de Cantabria y el norte de Burgos estaba habitada por los várdulos, caristios y autrigones, mientras que la meseta septentrional era hogar de vacceos, turmogos, berones y arévacos. Estas comarcas, especialmente la primera, constituyeron el núcleo territorial del posterior condado de Castilla.

La primera organización administrativa romana dividió la península en dos provincias: la Citerior y la Ulterior. Posteriormente, en el año 27 a. C., se estableció una división en tres: Tarraconense, Bética y Lusitania. Sin embargo, el Senado romano consideró que la extensión de estas provincias dificultaba su gobierno, por lo que se realizó una nueva reestructuración, dando lugar a las provincias de Tarraconense, Galaica, Lusitana, Cartaginense y Bética. Un paso más en la organización territorial fue la creación de los denominados “conventos jurídicos”. Para ser capital de uno de estos conventos, una ciudad debía contar con buenas comunicaciones, un tribunal y una orografía que facilitara su defensa militar.

El convento cluniense destacaba por ser el más extenso de Hispania y dependía administrativamente de la provincia de Tarraco. Los arévacos conocían este territorio como Kolounioukou o Cluniako, denominación que, por evolución lingüística, derivó en Clunia, que se erigió como la capital del convento.

Clunia ejercía su autoridad sobre las comarcas de Cantabria, el sur y oeste de Vizcaya, el norte de Burgos y el oeste de Álava. El gobernador provincial convocaba las reuniones del convento con el propósito de administrar justicia, ratificar propiedades, formalizar tratados, resolver litigios y registrar nacimientos y defunciones. Un legado era el encargado de recaudar los impuestos y reclutar levas para las legiones romanas.

Si bien los límites de todos los conventos eran en cierta medida imprecisos, el del Cluniense se extendía por el norte desde Santillana del Mar hasta Vizcaya; por el este, alcanzaba la región occidental de Álava, incluyendo La Rioja y Soria; por el sur, llegaba hasta Guadalajara, Segovia y Ávila; y por el oeste, abarcaba Palencia y el norte de la provincia de Valladolid hasta el valle del Cea. En resumen, limitaba al este con el convento de Caesar Augusta, al oeste con el asturicense y al sur con el cartaginense.

Esta estructura administrativa perduró durante gran parte del dominio visigodo y sentó las bases para el futuro condado de Castilla.

La administración general recaía en un procurador imperial residente en Tarraco, quien supervisaba la recaudación de impuestos, vigilaba las zonas mineras y controlaba los suministros agrarios destinados a Roma.

Clunia sirvió de refugio a Sulpicio Galba, quien huía de Nerón, y fue allí donde sus tropas lo proclamaron emperador. De hecho, durante ese breve período, la ciudad se convirtió en la capital del Imperio y adoptó el nombre de Clunia Sulpicia.

El gobierno de Clunia estaba en manos de una junta de regidores, elegidos vitaliciamente entre la aristocracia local. Los magistrados se ocupaban de los asuntos municipales, los cuestores gestionaban la hacienda y la recaudación de tributos, y los ediles velaban por la seguridad, el abastecimiento y los juegos. Para el culto, se elegían sacerdotes entre las personalidades más influyentes.

En el año 74, el emperador Vespasiano promulgó un edicto que otorgó la ciudadanía romana a todos los habitantes de Hispania, lo que les facilitó el comercio y los matrimonios entre hispanos y romanos.

Clunia disfrutó de una intensa vida social y comercial, llegando a alcanzar una población de unos 30.000 habitantes y una economía próspera y destacada, fundamentada en el comercio de ganado y la agricultura.

La decadencia de Clunia en el siglo III se enmarca en la crisis general del Imperio Romano, caracterizada por la inestabilidad económica, la disminución gradual de la población y las incursiones de los pueblos bárbaros. A finales de este siglo, la ciudad fue saqueada, lo que precipitó el abandono por parte de sus habitantes.

En la actualidad, los paleontólogos estudian el yacimiento de Clunia, considerado el más extenso y mejor conservado del norte de España, lo que ha permitido obtener valiosas conclusiones sobre la vida de sus antiguos pobladores.

Durante la época visigoda, Europa sufrió años de hambrunas y epidemias. En tiempos de escasez, cántabros y vascones realizaban incursiones en las tierras de la meseta en busca de cosechas y ganado.

En el año 574, el rey visigodo Leovigildo emprendió una campaña militar contra los pueblos del norte, que culminó en el año 581 con la creación del ducado de Cantabria, estableciendo su sede en Amaya.

Juan Pisuerga

 

 

PARA MÁS INFORMACIÓN

  1. Carreras, C. y De Soto, P. (2022). Los conventos jurídicos de la Hispania citerior. Ed. Pyrenae.
  2. López Noriega, P. (1997). Organización territorial romana en el convento cluniense: Algunas consideraciones sobre la creación de ciudades. Ed. Zephyrus.
  3. Marco Simón, F. (2021). Aproximación a los cultos rurales en el convento cluniacense.