El Camino de Santiago es una de las rutas de peregrinación más antiguas y renombradas del mundo. Junto con Roma y Jerusalén, figura entre los tres destinos principales para los católicos. No es meramente un sendero, sino una vasta red de caminos que se extienden por toda Europa y confluyen en la Finisterre gallega. El propósito primordial para la mayoría de los peregrinos es alcanzar la Catedral de Santiago, donde se cree que yacen los restos del apóstol Santiago el Mayor.
El Camino Francés es la ruta más tradicional y concurrida, iniciando habitualmente en el Pirineo francés. Atraviesa Navarra, Aragón, La Rioja, Castilla y León y Galicia, cruzando innumerables pueblos históricos con tradiciones milenarias, y revelando una vasta diversidad de paisajes, iglesias y conventos. El Camino Portugués es otra senda muy popular, al igual que la del Norte, que ofrece panoramas impresionantes, aunque resulta más exigente. Las rutas convergen en el «Campus Stelae».
El origen del Camino Francés se remonta al año 820, con el descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago. Según la tradición, un ermitaño llamado Pelayo avistó luces misteriosas en el bosque de Libredón, lo que impulsó al obispo Teodomiro de Iria Flavia a ir al bosque, donde encontró una tumba de origen romano que se atribuyó a Santiago. El rey Alfonso II de Asturias confirmó el hallazgo y ordenó la construcción de una iglesia, que con el tiempo se transformaría en la Catedral de Santiago de Compostela. Alfonso II es reconocido como el primer peregrino.
Millones de personas han recorrido esta ruta para llegar a Santiago. Quienes lo han experimentado lo describen como una vivencia inigualable: una ocasión para la introspección personal, el crecimiento espiritual, el intercambio de vivencias y el contacto con la naturaleza, la historia y la cultura española.
El camino culmina en el noroeste peninsular, en Santiago y Finisterre, lugares que han sido fuente de inspiración para escritores. A lo largo de los siglos, se han transmitido milagros y relatos: crónicas históricas verídicas o leyendas forjadas por cronistas medievales. Aun hoy, el Camino revela posadas, conventos e iglesias atendidas por monjes, herederos de aquellos artistas medievales que ilustraban libros o esculpían rocas. Un camino guiado por el Códice Calixtino, las cantigas de Berceo o las de Santa María de Alfonso X.
Don Miguel de Unamuno expresaba:
«Poco importa cuándo o cómo fue descubierta la tumba del apóstol. Cómo y cuándo surgió la fe de los creyentes. Cómo fue el cálculo de los monarcas y políticos. No le interesa la lábil frontera entre la historia real y la hagiografía. Ni siquiera importa cómo llegó el cuerpo del apóstol decapitado desde Palestina hasta Iria Flavia; si fue en una nube por los aires o en una barca de piedra por el mar. ¿Qué importa la nube blanca nocturna de estrellas que desde Oriente se detenga en el llamado Campo de las Estrellas? No interesa si en la tumba está enterrado el apóstol o Prisciliano. Es igual, el mito jacobeo es un misterio o una aventura fascinante. Exista Dios o no exista, es indudable que en la catedral de Santiago te sobreviene un nudo en la garganta y un escalofrío te recorre el cuerpo por la espalda.»
En un momento crucial para España, en su fusión con América y ante la magnificencia del imperio inca, Francisco de Pizarro invocaba al apóstol al grito «¡Santiago y España!», tal como lo hizo Hernán Cortés con los aztecas.
Según la Real Academia Española, la palabra peregrino significa «persona que anda por tierras extrañas por devoción o por voto para visitar un santuario». Aunque la motivación religiosa no sea hoy la causa primordial, el destino final es la Catedral de Santiago. Peregrinar es, por definición, desplazarse por motivos religiosos para visitar un lugar sagrado, un fenómeno compartido por todas las religiones judeocristianas.
No obstante, en la actualidad el concepto de realizar el camino ha evolucionado. Ahora se concibe como una aventura, un acto deportivo, un desafío para hacerlo en menos tiempo que un amigo o el compañero de trabajo, o simplemente una forma de viajar y conocer pueblos, paisajes o el rico patrimonio medieval. Lo sorprendente es que, al finalizar el peregrinaje, muchos experimentan un cambio sustancial de su primitiva idea.
El Camino de Santiago es patrimonio de la humanidad. Un sendero de peregrinación, un recorrido de promesas o para la expiación de pecados y culpas. A Santiago de Compostela acuden individuos de todas las creencias, a pesar de ser un santuario católico.
La base doctrinal y filosófica del camino se comprende como una ruta inherente a la cosmovisión cristiana, como sostenía san Agustín de Hipona: «Nuestro paso por el mundo no es un fin, sino un tránsito fugaz y efímero antes de llegar a nuestro verdadero destino: el Mundo de Dios Padre». Bajo este concepto, el ser humano es un viajero perpetuo, un caminante hacia un destino superior. Una idea solidaria y armónica con la visión del tiempo y de la historia judeocristiana.
En la tradición cristiana, la peregrinación se remonta al Antiguo Testamento, con el Éxodo del pueblo de Israel y la búsqueda de Abrahán, y en el Nuevo Testamento, Jesús también cumple la tradición de visitar los Santos Lugares.
El Camino de Santiago sigue siendo un punto de encuentro para peregrinos de tierras lejanas, que buscan lo oculto, lo arcano y lo misterioso en un viaje sagrado.
Juan Pisuerga
PARA MÁS INFORMACIÓN SE PUEDE CONSULTAR A:
- Arquero Caballero, G.F. (2011). El Liber Peregrinaciones como fuente para la historia del Camino de Santiago y de las sociedades medievales del norte peninsular.
- Carvajal González, H. (2015). Santiago peregrino. Revista Digital de Iconografía Medieval.
- Barros Guimaraes, C. (2006). Las peregrinaciones a Santiago de Compostela, una aproximación global.
- Becerril Crespo, J. (2016). La construcción religiosa en torno al camino de peregrinación de Santiago de Compostela.
- Chaparro Gómez, C. (1981). La presencia de Santiago el Mayor en Hispania: análisis del texto isidoriano.
- Gracia Lería, J. (2005). El Camino de Santiago en el nuevo milenio. Fayuela.
- Novillo-Fertrell, J.M. (2013b). La peregrinación en la huella del tiempo. Cronología jacobea: siglos X a XIII. Peregrino. Revista del Camino de Santiago.
- Plötz, Robert (2015). El Camino de Santiago. Un puente de comunicación histórica entre los países europeos y un símbolo de lo nuevo.
Juan Pisuerga