El lobo ibérico es una especie protegida en España desde 1983. Las autoridades españolas estiman que en la península hay entre 3.500 y 4.200 lobos, repartidos en unas 450 manadas localizadas sobre todo al norte del Duero. La población ha aumentado un 26% desde el año 2014.
En el 2022, las comunidades de Castilla y León, Asturias y Cantabria acordaron un plan para la gestión del lobo que incluía su caza controlada, pero no se ha llevado a cabo por la oposición de organizaciones ecologistas, a pesar del daño que causa en terneros y en el ganado bovino. La mayor parte de la población de lobos se concentra en las comunidades del norte del Duero.
Los capiteles románicos con lobos son un motivo recurrente en la iconografía; se les representa como animales feroces, depredadores que sirven para simbolizar el castigo por el pecado, aunque puede encontrarse en escenas de caza y combate o como símbolos de fuerza y poder.
Los capiteles con lobos son un motivo relativamente común en el románico español y constituyen un tema de actualidad por el notable aumento de esta especie en la península.
Los capiteles románicos con lobos constituyen un motivo recurrente. Se los representa como animales feroces y depredadores, como símbolo del castigo por el pecado. También aparecen en escenas de caza y combate, o como emblemas de fuerza y poder.
El significado de los capiteles románicos que representan lobos puede analizarse desde varias perspectivas simbólica, religiosa, moral y social, ya que el románico es un arte profundamente didáctico, destinado a transmitir mensajes a una población mayoritariamente analfabeta.
Desde la simbología moral y religiosa, el lobo se asocia tradicionalmente con el mal, la violencia y la amenaza. En los capiteles aparece como un depredador feroz que ataca al ganado o al hombre, simbolizando los peligros que acechan al alma humana. Representa también la persecución del cristiano por parte del pecado o del demonio, frente a la protección de Dios, el Buen Pastor o el león como figura del bien. En algunos casos, la imagen del lobo que devora un cordero se relaciona directamente con el sacrificio de Cristo, el Agnus Dei, Cordero de Dios, subrayando el valor redentor de su entrega.
En el contexto social medieval, el lobo era un enemigo de los campesinos, pues atacaba rebaños y suponía una amenaza económica. Su presencia en la escultura románica refleja un miedo colectivo muy enraizado en la vida rural. Los capiteles cumplían una función pedagógica: recordaban a los fieles la necesidad de la vigilancia espiritual, del mismo modo que los pastores debían proteger a sus ovejas.
En su unción alegórica, el lobo puede simbolizar al pecador, al falso maestro o al hereje, que se infiltra en la comunidad para destruirla, como alude el Evangelio: “Cuidado con los falsos profetas, que vienen disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces”. En escenas de lucha contra hombres o animales nobles, como el león, el lobo representa al mal vencido por la virtud, la fe o la justicia.
En verdad, no todos los lobos se interpretan de forma negativa. En algunos capiteles aparecen como símbolos de poder, astucia y energía vital, reflejando la ambivalencia del animal en la cultura medieval.
Algunos de los capiteles con lobos más significativos del románico español se encuentran en la iglesia de San Martín de Frómista, en Palencia. En uno de ellos, un lobo ataca a un caballo; en otro, un lobo es devorado por un león, alegoría de la lucha entre el bien y el mal.
En el arco triunfal de Santa María la Real de las Henestrosa se conserva un capitel de piedra caliza que, por su expresividad, recuerda a una talla tardo-románica. Representa a un lobo con la boca abierta y las garras extendidas, clavando sus dientes en el cuello de un cordero. La interpretación de esta escena ha suscitado debate entre los especialistas: algunos sostienen que alude a la depredación real de los lobos sobre los rebaños, mientras que otros consideran que encierra un significado religioso más profundo, en referencia al sacrificio de Cristo en la cruz por la salvación de los hombres.
En la iglesia de San Sebastián del Pino, junto al municipio de Urbel del Castillo, en el norte de Burgos, se encuentra otro capitel en el que un lobo ataca a un cordero. En Santa Cristina de Somiedo, un lobo se enfrenta a un hombre que se protege con un escudo; esta escena se ha interpretado como una alegoría de la lucha entre el cristianismo y el paganismo. En Navarra existen asimismo varios capiteles que representan a los lobos como protagonistas del mal. En Santa Cristina de Somiedo, un lobo se enfrenta a un hombre que se protege con un escudo; el capitel se ha interpretado como una representación de la lucha entre el cristianismo y el paganismo.
Estos capiteles conservan una vigencia social evidente. Constituyen un tema de actualidad por el notable aumento de esta especie en el norte del Duero, que ocasiona una depredación en los rebaños de corderos y crías de vacuno.
Los lobos han representado siempre un mayor peligro para los rebaños situados al norte del Duero, debido a que en esa zona existe menor disponibilidad de caza que en las regiones del sur.
Aunque es poco probable que el lobo ataque a los seres humanos, los avistamientos han aumentado en los últimos años. Los ingenieros forestales recomiendan adoptar ciertas precauciones: desplazarse en grupo, llevar bastones, portar espray de pimienta y utilizar radios, pues el lobo tiende a huir del ruido.
Juan Pisuerga
PARA MÁS INFORMACIÓN, CONSULTAR
- Caminos del románico de Castilla.
- El románico. Junta de Castilla y León, García Guinea.
- Guía de Turismo de Castilla y León.
- Guía sobre el románico en Cantabria. García Guinea.