Los bestiarios medievales, con sus criaturas híbridas y sus interpretaciones morales y cristianas, son una parte fundamental del arte medieval europeo. Sin embargo, la idea de clasificar animales y atribuirles significados simbólicos tiene sus raíces en antiguas civilizaciones.
La mitología y el arte mesopotámico están repletos de esculturas y dibujos de criaturas fascinantes. Un ejemplo son los Lamassu, toros o leones alados con cabeza humana. Estas deidades protectoras se solían colocar en la entrada de ciudades y palacios asirios para resguardarlos de malos espíritus y enemigos. Otro ejemplo es el dragón Musuhsu, asociado con el dios Marduk, al que se consideraba su sirviente y representante. A veces, se le esculpía como una serpiente con rasgos de león y ave. Muchos seres fantásticos estaban ligados a deidades específicas y se les atribuían males o significados morales. En las narrativas épicas mesopotámicas, algunos seres monstruosos son tan protagonistas como los guardianes de bosques que viven entre animales que utilizan a su conveniencia.
El basilisco es una criatura que se popularizó en la mitología grecorromana y en la Europa medieval. Se le describe habitualmente como una serpiente gigante con cabeza de gallo, aunque puede adoptar otras morfologías. En el siglo II d.C., Alejandría fue un gran centro del saber y es posible que desde allí se divulgara el primer basilisco conocido. No obstante, su versión inicial podría provenir de foros griegos, ya que autores como Heródoto y Aristóteles lo describen como una serpiente cuyo aliento venenoso puede matar.
En Roma, se creía que el basilisco era hijo de la serpiente Pitón, que a su vez era hija de Gea, la diosa de la tierra, y de Tártaro, el dios del inframundo.
La Biblia también menciona a los basiliscos en varios pasajes: En Proverbios 23:32: «¡Pero al final muerde como serpiente y pica como basilisco!». En Isaías 14:29: «¡No te alegres tú, Filistea, por haberse quebrado la vara del que te hería; porque de la raíz de la culebra saldrá un basilisco!». En el Apocalipsis 12:9: «¡Entonces fue arrojado el gran Dragón, la serpiente primitiva, un basilisco llamado Diablo o Satanás!»
Las leyendas de seres mitológicos penetraron en el medievo en las sociedades europeas por transmisión oral, funcionando de manera similar a una red social actual. La existencia de seres sobrenaturales era algo aceptado y considerado un vestigio del paganismo.
El basilisco se convirtió en una criatura temible, portadora de mala suerte y capaz de causar la muerte. Se le representa como un reptil con cabeza de gallo, cola de serpiente y mirada letal. Su presencia en el arte románico es testimonio de la riqueza y la imaginación de los tallistas medievales, que lo plasmaban en los capiteles de las iglesias. Como resultado de estas leyendas mitológicas, se crearon esculturas para representar el mal, el diablo o el anticristo.
El basilisco sigue siendo hoy una criatura misteriosa, poderosa y peligrosa; un ser fascinante que ha cautivado la imaginación humana durante siglos.
Juan Pisuerga
PARA MÁS INFORMACIÓN, CONSULTAR
- Benton, Janetta Rebold. (1992) The Medieval Menagerie: Animals in the Art of the Middle Ages.
- Clark, Willene B. y Meradith T. McMunn. (1989) The Bestiary and its Legacy.
- Grout, James. «The Medieval Bestiary»
- Hassig, Debra, ed. (1999): The Medieval Bestiary in Art, Life, and Literature.