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Urueña es una villa situada a 50 km al noroeste de Valladolid, en la comarca de los Montes Torozos y la Tierra de Campos. Es un lugar donde se aprecia, sin artificios, la belleza natural de su entorno.

En su extremo suroriental, la muralla acoge un castillo de planta cuadrada cuya base funciona hoy como cementerio. Está unido a la cerca por un escarpado corredor; la fortaleza aún conserva muros y ruinas que atestiguan su pasado medieval. Desde su terraza se despliega una de las panorámicas más amplias y cautivadoras de Tierra de Campos.

La muralla, en perfecta sintonía con el páramo circundante, es posterior al castillo. Se construyó entre los siglos XII y XIII para la defensa de la villa, por lo que está jalonada por cubos semicilíndricos estratégicamente distribuidos para optimizar la protección en caso de asedio. Uno de estos cubos, conocido como el Peinador de la Reina o Torreón de Doña Urraca, se levanta unos 20 metros y está edificado con buena piedra de sillería. Aunque su nombre evoca un vínculo regio, la tradición popular lo sitúa como el lugar por donde se precipitaban los enemigos. Se cuenta que en su cúspide existía un aposento para la guardia. Hoy, el Torreón, restaurado, se dedica a fines culturales y turísticos, ofreciendo inmejorables vistas desde su adarve. La muralla tiene dos accesos: la puerta del Mercado y la de la Villa.

La autoría de la muralla se pierde en la niebla de la historia. Algunos la atribuyen a doña Sancha Raimurez, hermana de Alfonso VII, que llegó a tener una verdadera corte con soldados, clérigos y oficiales administrativos.

Urueña se integró en el infantazgo de Valladolid. Elinfantazgo era un dominio territorial que el rey cedía a una infanta mientras esta permaneciera soltera en la corte o hubiera profesado. Lejos de ser un condado, ducado o marquesado, era un conjunto de propiedades que incluía villas, monasterios y tierras de cultivo. El Infantazgo de Valladolid abarcó diversas localidades y posesiones en la actual provincia de Valladolid, y Urueña, de hecho, llegó a ser la sede principal del infantazgo y donde vivió doña Sancha hasta que profesó en San Isidoro, de la que fue una principal benefactora. Por su devoción a San Isidoro se la llamó la esposa de San Isidoro.

Otros historiadores señalan a Alfonso IX de León, conquistador de la villa en 1217, como el impulsor de la construcción de la muralla, posiblemente sobre una fortificación preexistente.

 Lo cierto es que la muralla,construida con mampostería, tiene unos cubos semicilíndricos, que datan del siglo XIII.

Urueña, por su ubicación estratégica en Tierra de Campos, en la frontera entre Castilla y León, se convirtió en un codiciado escenario de disputas entre ambos reinos.

Urueña ha sido refugio de figuras tan notables como la reina Urraca I. Sus robustos muros fueron testigos de la condena de Pedro Vélez en 1158 por sus relaciones extramatrimoniales con una prima del rey Sancho III de Castilla. En el siglo XIV, sirvió de residencia a María de Padilla, la amante de Pedro I el Cruel, legalmente casado con la francesa Blanca de Borbón. La princesa Beatriz de Portugal también fue retenida en esta villa antes de su matrimonio con Pero Niño, señor de Cigales, el hermano del corsario vallisoletano conocido como conde de Buelna. El conde de Urgel, Jaime II, fue prisionero en esta villa después del Compromiso de Caspe y “exiliado” por orden de Fernando de Antequera.

En 1451, Carlos, el príncipe de Viana, fue confinado en Urueña por orden de su padre, infante de Castilla y rey de Aragón por conflictos dinásticos. Carlos era heredero al trono de Navarra por los derechos de su madre, la reina Blanca, pero no era reconocido como tal por su padre.  La situación empeoró con el segundo matrimonio de Juan II de Navarra con la vallisoletana Juana Enríquez, de la familia de los Almirantes de Castilla, que quería el trono para su hijo Fernando el Católico. A pesar de su liberación, las tensiones y conflictos persistieron hasta la muerte de Carlos en 1461.

En síntesis, a lo largo de su dilatada historia, Urueña ha tenido diversos señores y ha sido escenario de un sinfín de acontecimientos históricos.

Extramuros de la villa, emerge una preciosa ermita románica, arropada por montes y llanos que muestran una singular belleza de puro encanto y magia. De su tierra brotan cada año tallos de trigo verde que se entrelazan con amapolas, susurrando melodías al viento bajo la frescura juvenil de la primavera. Con el avance de la estación, los trigales se visten de dorado y se mecen al compás rítmico de las corrientes de aire.

Durante todo el año, se mantiene el grandioso espectáculo del «cielo» castellano, que se funde en el horizonte con la inmensidad de la tierra. Al caer la noche, la bóveda celeste, ya sea iluminada por la luna o en su ausencia, se colma de infinitas luces estelares que parecen a punto de precipitarse sobre nosotros.

La ermita de la Anunciada se ubica en un valle llano a kilómetro y medio de Urueña. Fue construida en el siglo XI sobre un monasterio mozárabe preexistente.

El rey Fernando I de León confió a Asur Díaz, padre de don Pedro Ansúrez, la educación de su hijo, el futuro Alfonso VI. Para su instrucción, el príncipe pasó largas temporadas en las tierras de los condados de Monzón de la familia Ansúrez y de los Banu-Gómez, del condado de Carrión y Saldaña, ambas familias ligadas por lazos parentales. Entre Alfonso VI y Pedro Ansúrez, el fundador o, más precisamente, el repoblador de Valladolid, se forjó una sólida amistad con Pedro Ansúrez.

La esposa del conde, doña Eylo, pertenecía a una rama lateral del linaje Banu Gómez. Era hija del conde Alfonso Muñoz y de la condesa Aldonza González. Llevó al matrimonio como dote numerosas tierras entre el sur de Palencia y el norte de Valladolid.

María, la segunda hija de don Pedro y de Eylo, contrajo matrimonio con el conde de Urgel, conocido como Armengol V, y aunque enviudó pronto, fue madre de Armengol VI.

Es probable que la construcción de la ermita de la Anunciada estuviera influenciada por el intercambio de población castellana y catalana resultante del matrimonio de doña María con el conde de Urgel.

Como la autoría de la iglesia se atribuye a maestros catalanes, se explica su singular arquitectura de románico lombardo. A lo largo de los siglos ha experimentado diversas reformas, pero ha conservado su esencia original, destacando la sobriedad y elegancia de sus formas. Es el único ejemplo de románico lombardo en Valladolid, un estilo arquitectónico que floreció en el norte de Italia entre los siglos XI y XII y se introdujo en la península a través de los condados catalanes.

Este movimiento artístico se caracteriza por edificios altos de planta basilical, con tres o cinco naves y con ábsides semicirculares. Los muros robustos confieren a la construcción un aspecto sólido. El arco de medio punto, elemento fundamental del románico, se emplea tanto en las arcadas que separaban las naves como en ventanas y puertas. Las bóvedas de arista aparecen como resultado de la intersección de dos bóvedas de cañón, cubren las naves laterales y el ábside. Pilares y columnas sostienen las arcadas y las bóvedas. Las torres campanario de planta cuadrada, junto con las arquerías ciegas, son elementos distintivos de esta corriente arquitectónica.

La ermita de la Anunciada es, en efecto, un magnífico ejemplo del románico lombardo. Presenta una planta basilical con tres naves y tres ábsides semicirculares, uno de ellos más alto, con un cimborrio que se eleva sobre el crucero. Los ábsides exhiben arcos ciegos, y sus muros son sólidos, construidos con piedra de sillería. La puerta es sencilla, adornada con arquivoltas. En el interior, la luz se filtra a través de pequeñas ventanas, creando un ambiente íntimo y acogedor. Es, sin duda, una iglesia con un sinnúmero de añadidos de siglos posteriores.

Urueña es, en definitiva, ese lugar donde la historia y la belleza natural del entorno se aprecian sin fisuras.

Juan Pisuerga

 

 

 

 

PARA MÁS INFORMACIÓN SE PUEDE CONSULTAR:

  1. Bango Torviso, I. (1994). Historia del arte de Castilla y León. Arte románico. Ediciones Ámbito S.A.
  2. Celdrán Gomáriz, Pancracio. (2003). Diccionario de topónimos y gentilicios españoles. Espasa Calpe.
  3. Cervera Vera, Luis. (1989). La villa amurallada de Urueña. Editora Provincial Excma. Diputación Provincial de Valladolid.
  4. Cobos Guerra, F. (1998). Fernando I de Castilla y León: Castillos y fortalezas. Edilesa.
  5. Gavilan, E. (1971). Valladolid: tierras de pan y vino. Editora Nacional. (Madrid)
  6. Calabia Ibañez Valladolid. Mi ciudad. Archivos de arte. Academia de la Purísima Concepción, 1978