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Cuando era un adolescente, veraneaba con mis padres en San Esteban de Gormaz y solía ir en bicicleta a Rejas. Un trayecto de unos ocho kilómetros.

Rejas tenía una densa atmósfera medieval. Su estructura urbana era la típica: los colonos se habían asentado cerca de la iglesia, construyendo casas a su alrededor antes de expandirse por el eje este-oeste, que se convertiría en la Calle Mayor de los pueblos de la Ribera.

Las viviendas tenían muros de mampostería en la planta baja y madera y adobe en la segunda. Los aleros eran de madera y los tejados, a dos aguas. Sus calles sin asfaltar, su arquitectura tradicional y sus dos impresionantes iglesias le daban un fuerte acento histórico. En aquella época sus dos iglesias estaban tapiadas, como si se avergonzaran de su pasado o como si algún personaje siniestro quisiera hacerlas desaparecer.

La provincia de Soria es una tierra de contrastes y paisajes sorprendentes. Alberga pueblos tan sencillos y evocadores como Rejas. Su origen se remonta a la repoblación de colonos cristianos, destinada a reforzar la línea del Duero. Tomó forma cuando, junto con San Esteban, fue conquistada por Munio Núñez II, conde de Castilla, bajo las órdenes de su rey y yerno, García I. Más tarde, fue un escenario de feroces batallas entre Ramiro II y Fernán González, por un lado, y Abderramán III, por el otro.

La iglesia de San Ginés es una fábrica románica de mediados del siglo XII, aunque de esa época solo se conservaban la galería porticada, que está apoyada en el muro meridional, y la puerta de entrada al templo. Ambas estaban muy deterioradas y tapiadas con ladrillo, pero con 17 años pude entrar en la galería, que consta de cinco vanos iguales de medio punto y uno mayor en el centro, que supuse era la puerta principal. Los arcos de medio punto de la galería se apoyan en capiteles que sustentan unas columnas. Todos los capiteles eran figurativos y requerían una linterna para ser apreciados. Tan deteriorados estaban que, más que verlos, los imaginábamos.

Entre los capiteles había: dos aves con cuellos entrelazados; un centauro disparando a un animal de dos cabezas; tres figuras en una barca; un Sansón desquijarando a un león y un animal de cuatro patas con una cola larga y esbelta, un lobo mordiendo a un cordero. Un capitel mostraba dos animales monstruosos junto a dos seres humanos que, quizás, representen a los condenados tras el pesaje de las almas.

El pórtico estaba coronado por una cornisa que se apoyaba sobre canecillos. Algunos de estos también tenían decoración figurada, como un sagitario, un eclesiástico con capucha y libro, un animal agazapado y una pareja en lucha.

La portada de la iglesia, resguardada por el pórtico, estaba tapiada con ladrillos. Es una gran puerta con un arco de medio punto decorada con arquivoltas muy ornamentadas. La exterior se funde con una cornisa o imposta decorada con un motivo geométrico muy característico del románico. Las dos primeras arquivoltas se apoyan sobre columnas con capiteles sin decoración; en cambio, las otras dos se apoyan sobre jambas.

Juan Pisuerga

PAR

PARA MÁS DETALLES, PUEDE CONSULTAR:

  1. M. Izquierdo Bertiz: «Arte románico», Historia de Soria, 1985.
  2. Nuño González: «Sobre la historia de Soria en época del arte románico en Soria, medieval». 
  3. Rodríguez Montañés y J. García Ferrer: «El arte románico en la diócesis de Osma-Soria».
  4. G. Bango Torviso: «La vieja liturgia hispana y la interpretación funcional del templo prerrománico».
  5. Hernández Álvaro: La imaginería medieval en la provincia de Soria, Soria, 1984.
  6. Bango Torviso: El arte románico en Castilla y León, Madrid, 1997.