Los primeros eremitorios en Hispania son al menos cien años posteriores a los de Sinaí y Egipto, donde san Pablo de Tebas y san Antonio Abad se refugiaron en cuevas para alcanzar la perfección espiritual. Sus ideas llegaron a la península entre los siglos IV y V.
Es probable que, si nos referimos específicamente a las iglesias rupestres, es decir, aquellas excavadas en la roca, la más emblemática y destacada de España sea San Juan de la Peña, que, bajo un gran peñasco, se integra perfectamente en su entorno natural. Su construcción se remonta al siglo IX, constituyéndose en un lugar significativo de la historia de Huesca. En ella se combinan la arquitectura prerrománica, el románico y decoraciones de influencia mozárabe. Este templo, sin embargo, es especialmente conocido por su claustro y porque, según la tradición, allí estuvo escondido el Santo Grial.
Cantabria, junto con el norte de Burgos y de Palencia, posee el mayor número de templos rupestres excavados en roca. La abundancia de estas construcciones en dichas comarcas se debe a una combinación de factores históricos, geográficos y culturales. Incluso es posible, como ya ha señalado algún historiador, que algunas de estas iglesias se levantaran en antiguos lugares sagrados precristianos, adaptando espacios previamente destinados al culto pagano.
Las tierras y peñascos de estas regiones cuentan con extensas formaciones de roca arenisca, relativamente fáciles de excavar, lo que facilitó la creación de refugios eremíticos. Las comunidades religiosas buscaban la soledad y el contacto con la naturaleza como medios de contemplación espiritual.
Esta zona montañosa estuvo menos expuesta a las invasiones musulmanas gracias a la política de Alfonso I de Asturias y de Alfonso II el Casto, quienes dejaron despoblada la meseta norte y el terreno yermo, lo que convirtió el área en refugio ideal para las comunidades religiosas.
Entre los siglos VI y VII, bajo dominio visigodo, el cristianismo se expandió por toda Hispania, construyendo iglesias en lugares apartados, a imitación de las prácticas orientales.
A partir del año 740, los bereberes abandonaron la meseta norte y Galicia, regiones que les habían correspondido en el reparto hecho por los árabes de la península. Algunos grupos, sin embargo, permanecieron en la meseta dedicados a la extorsión, el saqueo y el bandidaje. Aunque algunos de estos templos son anteriores a la invasión musulmana, conviene destacar que, al estar excavados en la roca, resultaban menos visibles y más fáciles de proteger que las construcciones exteriores. Las iglesias rupestres ofrecían, por tanto, un refugio seguro para comunidades religiosas y civiles.
Con la expansión del reino de Asturias, estos territorios fueron colonizados por montañeses que formaron núcleos poblacionales integrados en la estructura política del reino, el cual necesitaba afianzar su control territorial. Las iglesias rupestres sirvieron como centros de culto, pero también como referentes del poder militar y político.
Existen numerosos ejemplos de iglesias rupestres en estos valles, pero entre todas ellas destaca, sin duda, la iglesia de Santa María de Valverde, situada en Valderredible, cerca del Parque Natural de las Tuerces (Palencia). Ambos lugares son ricos en formaciones rocosas, enmarcadas en un paisaje natural de gran belleza. El templo es un magnífico ejemplo de arquitectura rupestre, esculpida directamente en roca arenisca. Su simplicidad y singularidad le otorgan un gran valor histórico y cultural. Aunque su origen exacto se desconoce, probablemente fue levantada en la Alta Edad Media.
Según García Guinea, se construyó, al igual que el de otras, en los siglos VIII o IX, aunque algunos estudiosos la consideran un templo visigótico anterior al 711.
Desde el exterior no resulta visible, al estar excavada bajo tierra. Las paredes de la iglesia están formadas por la propia roca arenisca, de manera que se funden armónicamente con el paisaje. Solo sobresale una espadaña románica, ejemplo característico del románico rural de los siglos XII y XIII.
El interior consta de dos naves separadas por pilares cuadrados de roca, con cubierta semejante a una bóveda de cañón y elementos medievales sencillos, como el altar y su austera ornamentación. Según el propio García Guinea, mide 18 metros de largo por 10 de ancho, y parece haber sido ampliada en época románica y nuevamente en la renacentista.
La iglesia y su torre forman parte de un conjunto religioso que ha servido, y sigue sirviendo, a la comunidad local. Su ubicación en Valderredible, un área históricamente aislada, muestra cómo, en sus orígenes, el cristianismo buscó espacios apartados y protegidos.
Algunos historiadores sostienen que Santa María de Valverde es la misma “Santa María Soterraña” mencionada en los cartularios de Covarrubias y de Santa María la Real.
De entre las iglesias rupestres de estas comarcas, es la más grande y conocida, hasta el punto de haber sido llamada “la catedral de las iglesias rupestres”.
En la actualidad mantiene culto y es parroquia.











PARA MÁS INFORMACIÓN. CONSULTAR:
- Fernando Obregón. Conocer Valderredible. Cantabria Tradicional, Torrelavega, 2007.
- Mary Baldridge. El culto a San Millán en Valderredible, Cantabria: las iglesias rupestres, 2011.
- A. García Guinea. Cantabria artística. Ediciones Estudio, 1991.