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Santa María la Real de La Henestrosa se encuentra en el valle de Valdolea, al sur de Cantabria. Es un templo del románico tardío, construido con buena piedra de sillería. Tanto García Guinea como Campuzano coinciden en datarlo a finales del siglo XII o comienzos del XIII.

La iglesia no se ubica exactamente en el pueblo, sino en lo alto de una colina, a un kilómetro de distancia de La Henestrosa, en dirección a Bercedo. Originalmente fue un templo románico sobrio de influencia cisterciense de una sola nave con un ábside semicircular y una espadaña a los pies. En la actualidad destaca una torre alta del siglo XVI que sustituyó a la espadaña original.

En la fábrica sobresale un hermoso ábside semicircular de sillería, reforzado con dos semicolumnas geminadas que rematan en capiteles decorados con motivos vegetales y que descansan sobre pedestales. En el centro del ábside se abre una ventana con dos arquivoltas, siendo la interior lobulada. Los capiteles de la ventana representan imágenes del bestiario: en uno aparece una pareja de grifos y, en el otro, un basilisco del que emerge una cadena que termina en un caracol o rizo. Una imagen semejante se puede ver en la iglesia de San Julián y Santa Basilisa, en Rebolledo de la Torre, a unos treinta kilómetros de La Henestrosa.

La puerta principal de acceso al templo, situada en la fachada sur, está abocinada. Presenta un arco de medio punto apuntado, decorado con cuatro arquivoltas de excelente factura que se apoyan en columnas con capiteles de cestas vegetales. Como señala García Guinea, esta puerta es posterior a la construcción original.

La ejecución de las imágenes no alcanza la finura de otros templos próximos, aunque se ha querido identificar a sus tallistas con los de Santa María de Piasca o los de Santa María la Real de Aguilar de Campoo.

Los canecillos, característicos del románico rural, resultan especialmente interesantes, pese a su deterioro por el paso del tiempo. En ellos están esculpidos dos clérigos: uno leyendo atentamente un libro y otro escribiendo. A continuación, se distingue una pareja formada por un músico que toca un rabel o una viola y una bailarina; una muchacha que parece exhibir su condición femenina; un ciervo, un león y un hombre tocando un cuerno, entre otras figuras.

Juan Pisuerga

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PARA MÁS INFORMACIÓN, CONSULTAR:

  1. Enrique Campuzano, Cantabria artística. Librería Estudio, Santander, 1980.
  2. A. García Guinea, Románico en Cantabria. Librería Estudio, 1998.