Los Condados de Cerezo y Lantarón
Las tierras de Cerezo y Lantarón se establecen como señoríos del reino leonés entre los años 850 y 870. Eran enclaves de gran importancia geoestratégica, cercanos a calzadas romanas y puentes que unían las riberas del Ebro y el Tirón. Protegían a los colonos montañeses de los valles de Mena, Valpuesta y Valdegovía, y vigilaban el paso por los montes Obarenes para detener las incursiones de los Banu Casi y los musulmanes cordobeses.
Cerezo se sitúa al sur del desfiladero de Pancorbo, entre los montes Obarenes y los Montes de Oca. Lantarón se encuentra al noroeste de los Obarenes y al sur del valle de Valdegovía.
Abderramán II, poco antes de su muerte en el 852, nombró a Musa ibn Musa valí de Arnedo y Tudela. Cuando su hijo Mohamed fue proclamado emir, designó a Musa valí de Zaragoza. Con estos nombramientos y la conquista de Huesca, Musa ibn Musa controló la Marca Superior del emirato y llegó a autodenominarse «tercer rey de Hispania». Así, por la frontera oriental del reino leonés, los Banu Casi expandían sus dominios.
La repoblación por los montañeses de las tierras y valles altos del Ebro se inició bajo la protección de Albomondar Albo, un personaje que los historiadores no han definido con precisión, aunque la mayoría lo considera de origen mozárabe. A principios del siglo X, los Albomondar repoblaban los Montes de Oca, donde fundaron Villamondar, un núcleo urbano que aún hoy conserva su nombre. Junto a ellos actuaban Diego Porcelos y la familia Ansúrez. Documentos de la época confirman la presencia de Albomondar en el norte de Burgos. Algunos historiadores han sugerido que Albomondar era en realidad el conde castellano Munio Gómez, padre de Diego Muñoz de Saldaña, pero esta teoría carece de argumentos y documentación sólidos.
Los montes Obarenes constituían una barrera defensiva natural. Para cruzarlos, era necesario hacerlo por puntos específicos: el desfiladero de Pancorbo, que conecta la meseta septentrional con Valdegovía; el Cañón de la Horadada, formado por el río Oca en su confluencia con el Ebro, una de las vías naturales de comunicación del valle de Mena con la meseta y, en particular, con la calzada romana que unía Astorga con Aquitania; y las Conchas de Haro, donde el Ebro se abre paso entre los montes, marcando una impresionante entrada a La Rioja.
Estos desfiladeros permitían a los cordobeses llegar a Miranda de Ebro por el suroeste. Las recién creadas plazas de Cerezo y Lantarón actuaban como una primera línea de defensa.
El emir Mohamed realizó numerosas aceifas por Álava y Castilla. En el año 865, lanzó una campaña por las tierras castellanas que se iban repoblando. Un ejército cristiano liderado por el conde Rodrigo intentó detenerlos en el desfiladero de Pancorbo, pero los islamitas, con mayor disciplina y mejor preparación táctica, derrotaron al contingente cristiano. Llegaron hasta las Salinas de Añana en Álava, donde saquearon casas y establos, arrasaron cultivos, talaron árboles y se llevaron sal, cosechas y ganado. Rodrigo intentó una emboscada en Pancorbo a su regreso, pero los islamitas escaparon por la cuenca del río Oja. Esta derrota frenó la repoblación durante cierto tiempo.
Según Margarita Torres, los musulmanes regresaron con numerosos rehenes, entre ellos Munio Gómez y Diego Muñoz, quienes, por su estirpe, estuvieron bajo la protección del emir y fueron liberados mediante un rescate. Esta acción podría explicar la relación amistosa entre la familia Banu Gómez y Córdoba. En los años 882 y 884, los cordobeses fueron detenidos en Cellorigo y Pancorbo por los condes Vela Jiménez y Diego Porcelos.
En el año 891, Alfonso III decidió reorganizar la comarca suroriental del reino. El rey Magno entregó los territorios de Cerezo y Lantarón a Gonzalo Téllez, quien figura en los cartularios como el primer conde hasta el 919. No hay datos de la gobernación de estos enclaves entre 919 y 923, aunque es poco probable que no hubiese ningún noble que dirigiese estos condados durante esos años; posiblemente los gobernaría el conde de Álava.
En el año 923, Fernando Díaz aparece como gobernador de Cerezo y Lantarón, y probablemente también del condado de Álava. No se sabe con certeza si Fernando Díaz era hijo de Diego Porcelos o hermano de Abolmondar, solo que ayudó a Ordoño y a Sancho Garcés a conquistar La Rioja.
En el año 929, un documento reconoce a Álvaro Herraméliz como conde de Cerezo, Lantarón y Álava. Murió en el año 931 en una de las batallas dinásticas del reino leonés. Los condados pasaron a Fernán González. En el año 932, tras la muerte de Álvaro, su viuda Sancha de Pamplona contrajo un tercer matrimonio con Fernán González, aportando como dote el condado de Álava. Fernán, que ya era conde de Burgos, Lara, Castilla, Cerezo y Lantarón, consolidó así el gran condado de Castilla.
Juan Pisuerga
PARA MÁS INFORMACIÓN:
- Grupo de Investigación en Patrimonio y Paisajes Culturales. El condado de Lantar
- ón. Vitoria. 2018.
- Martín Viso, Iñaki (2000). Poblamiento y estructuras sociales en el norte de la península ibérica. Siglos VI-XIII. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca.
- «Álvaro Herraméliz, último conde de Álava, Lantarón y Cerezo». Condado de Castilla. 2018.
- Margarita Torres. El Reino de León en el siglo IX. El condado Cerezo (1998). León: Universidad de León.