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RAMIRO II. UN GRAN REY Y POLÍTICO.

Ramiro fue el tercer hijo de Ordoño II y de la gallega Elvira Menéndez. Su educación e instrucción fueron encomendadas al conde Diego Fernández y a su esposa, quien probablemente fue hermana del rey Magno. La familia se había instalado en un valle de la ribera del río Mondego.

Tras el fallecimiento de sus tíos, los reyes de León y Galicia, Ordoño II y Alfonso, el trono fue heredado en el año 924 por su otro tío, Fruela II. Sin embargo, este falleció de lepra al año siguiente, sumiendo al reino de León en una crisis sucesoria. Froilán, hijo de Fruela, se autoproclamó rey con el apoyo de algunos condes palatinos y de sus medio hermanos asturianos. No obstante, los hijos de Ordoño II, Sancho, Alfonso y Ramiro Ordóñez, tenían los legítimos derechos sucesorios. En febrero de 926, con el respaldo de nobles y magnates gallegos y portugueses, y con el apoyo de Sancho Garcés, vencieron a sus primos y se repartieron el reino según el testamento de su padre. Sancho, el primogénito, se convirtió en rey de Galicia; Alfonso IV, el segundo hijo, fue coronado rey de León, ejerciendo una cierta supremacía jerárquica y administrativa sobre sus hermanos. El territorio entre el Miño y el Mondego, configurado como reino, fue para Ramiro.

Ramiro se casó con su prima Adosinda. Era un hombre valiente, atrevido y un excelente gobernante, que supo rodearse de leales. Con un ejército de hombres locales, entrenados por él mismo, había alcanzado las orillas del Tajo y conquistado Viseu y Coímbra, plazas que transformó en importantes centros comerciales y económicos.

En el verano del año 929, su hermano Sancho Ordóñez, rey de Galicia, falleció, y Alfonso IV reintegró el reino de Galicia al de León.

En junio de 930, murió Onneca, la hija de Sancho Garcés I y esposa de Alfonso IV. El rey leonés, sumido en una profunda depresión, ingresó como monje en el monasterio de Sahagún. Abdicó en favor de su hermano Ramiro, quien fue coronado en León ese mismo año. Inmediatamente, Ramiro se trasladó a Zamora para organizar un ejército con el que auxiliar a Toledo, que le había solicitado socorro. En pocos meses Alfonso IV ya se había arrepentido de su renuncia al trono y a finales del 932 se apoderó de León. Avisado, Ramiro II llegó con su ejército y derrotó al contingente que apoyaba a su hermano, a quien encerró en un calabozo. La disputa sucesoria continuó con su primo Alfonso Froilán. Ramiro, que contaba con las tropas del conde de Castilla, persiguió a sus enemigos hasta Asturias, donde los venció y fueron cegados y encerrados en el monasterio de Ruiforco.

Una vez consolidado en el trono, Ramiro prosiguió la expansión del reino hacia el sur y suroeste. Conquistó la fortaleza de Margerit en el 932, pero la presencia de Abderramán en Toledo hacía muy peligroso mantenerla. Por ello, derribó sus fortificaciones, la despobló de colonos y se retiró a la frontera del Duero.

En el año 932, el conde castellano se casó con Sancha de Pamplona, hija de Sancho Garcés y la reina Toda.

Ramiro tuvo con su prima y primera esposa a Bermudo, que murió de niño; a Ordoño III, que le sucedería en el trono de León; y a Teresa Ramírez, la segunda esposa del rey García Sánchez I de Pamplona. Por imposición canónica, Ramiro tuvo que repudiar a Adosinda y contraer un segundo matrimonio en el 933 con Urraca Sánchez, hija de Sancho Garcés y Toda. Con ella tuvo dos hijos: Sancho, quien sucedería a su medio hermano Ordoño III en el trono de León, conocido como Sancho I el Craso, y Elvira Ramírez, que profesó muy joven en el monasterio de San Salvador de Palat.

En el verano del año 933, el califa cordobés se presentó en San Esteban de Gormaz. Ramiro, alertado por espías y vigías, mientras se dirigía a San Esteban, venció en una ligera batalla a los cordobeses y conquistó el castillo de Osma.

En el año 934, Abderramán reunió un poderoso ejército que dirigió por Medinaceli, Soria y Tarazona, a la Marca Superior. Allí obtuvo el vasallaje de su abuela, la reina Toda, y reconoció a García como rey. El ejército cordobés, atravesando Álava, llegó a Burgos, donde dio muerte a 200 monjes del monasterio de Cardeña. Las tropas de Abderramán estaban siendo acosadas por guerrillas y emboscadas dirigidas por Fernán González. Ramiro esperó a los musulmanes resguardado en Osma. Los musulmanes se vieron sorprendidos por el ejército de Ramiro en vanguardia y por el de Fernán González en retaguardia. Una vez más, Abderramán fue derrotado.

En el año 936, Córdoba firmó con Ramiro unas treguas que le impedían ayudar al valí, aunque el pacto duró poco tiempo. El rey de León formó una liga con Fernán González, las fuerzas pamplonesas de la reina Toda y los tuyubíes de Zaragoza.

El califa declaró la guerra santa en el año 939. Formó un gran ejército en una campaña que denominó «del poder supremo», para derrotar definitivamente a los cristianos del norte. El ejército musulmán fracasó por completo en Simancas. El rey de León se dedicó a repoblar y administrar los nuevos territorios, eximiendo de tributos a los repobladores y haciendo un llamamiento a mozárabes para que se asentaran en las riberas del Cea. Además, ordenó la población de los llanos entre el Duero y el Tajo.

Ramiro observaba cómo los condes de Castilla y Saldaña aumentaban sus posesiones y crecían sin control. Tras la victoria de Simancas, creó el Condado de Monzón bajo el gobierno de Asur, del linaje Ansurez. Mandó fortificar la comarca y repoblar Peñafiel y Cuéllar. La primera aparición de Asur Fernández con el título de conde de Monzón está datada en el 943. Por su situación geográfica, el nuevo condado impedía la expansión del Condado de Castilla y el de Carrión Saldaña. Fernán González y Diego Muñoz se declararon en rebeldía y fueron apresados. El rey envió a Castilla al infante Sancho, con Asur Fernández como asesor en las tareas del condado. Durante el cautiverio, los condes de Castilla y Saldaña, Carrón y Muño fraguaron una serie de pactos parentales. La prisión de Diego Muñoz fue más breve que la de Fernán González. Para ser liberados, tuvieron que prestar un juramento público de fidelidad al rey.

Fernán González, en el año 940, repobló Riaza y Sepúlveda y otorgó el llamado fuero de los villanos infanzones para atraer colonos a una comarca fronteriza y peligrosa. El desacuerdo entre el rey y los condes estaba debilitando la política de León, lo que fue aprovechado por Córdoba para enviar varias aceifas. En el 941, invadieron la llanura leonesa. Ese año, Ramiro firmó nuevas treguas con Córdoba, pero los pactos no se cumplieron debido a los enfrentamientos en la frontera castellana entre castellanos y musulmanes. Córdoba tuvo que reforzar las defensas de la Marca Media, estableciendo Medinaceli como su sede principal.

En el 942, Ramiro ordenó a Fernán González que interviniera para frenar el enfrentamiento entre Pamplona y los tuyubíes de Zaragoza. Al no lograr ningún acuerdo, León envió un ejército para colaborar con el rey de Pamplona, quien había sido derrotado por los tuyubíes. El primer choque fue favorable a los cristianos, pero el segundo, librado cerca de Tudela, les resultó adverso.

En el año 944, una aceifa musulmana intentó llegar a Galicia. El arabista francés Lévi-Provençal sospecha que, durante estos años, Fernán González pudo establecer algún tipo de alianza con Córdoba, ya que las campañas islamistas no se dirigían a Castilla, sino a la zona occidental del reino leonés.

De nuevo, en el año 947, un ejército del califa intentó llegar a Galicia, pero fue detenido en Zamora. Otra aceifa en el 948 llegó hasta Ortiguera.

Ramiro ordenó la construcción de monasterios por todo el reino y un nuevo palacio para la corte en León.

El rey Ramiro II, al regresar de un viaje a Oviedo, cayó enfermo y no pudo recuperarse. Ramiro pidió ser trasladado a la iglesia de San Salvador de Palat.

El 5 de enero de 951, a los 53 años, realizó su último acto público. En presencia de todos, se despojó de sus vestiduras y vertió ceniza sobre su cabeza, uniendo en el mismo acto la renuncia solemne al trono y una penitencia pública «in extremis», con la misma fórmula que había utilizado San Isidoro de Sevilla. Recibió sepultura en la iglesia de San Salvador, que había fundado para su hija, la infanta religiosa Elvira Ramírez.

 Ramiro II, por su personalidad y su frenética actividad política y militar, es uno de los personajes más destacados y atractivos de la Edad Media. Fue un hombre profundamente religioso y convirtió a la Iglesia en una poderosa herramienta política.

Juan Pisuerga

 

PARA MÁS INFORMACIÓN:

  1. Cañada Juste, Alberto (1981). «Un milenario navarro: Ramiro Garcés, rey de Viguera. Príncipe de Viana.
  2. Lacarra de Miguel, José María (1945). «Textos navarros del códice de Roda». Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón 1: de 2016. Consultado el 24 de febrero de 2016.
  3. Martínez Díez, Gonzalo (2005). La historia frente a la leyenda. Valladolid: Junta de Castilla y León.
  4. Rodríguez Fernández, Justiniano (1998). Ramiro II, rey de León. Burgos: La Olmeda.
  5. Sáez, Emilio (1948). «Los ascendientes de San Rosendo: notas para el estudio de la monarquía asturleonesa durante los siglos IX y X». Hispania: revista española de Historia.
  6. Valdeón Baruque, J. Historia de Castilla. Universidad de Valladolid.