EL NUCLEAR REINO DE PAMPLONA
En el año 714, con la invasión musulmana, Musa y Tarik llegaron con su ejército a la cuenca media del Ebro. El conde visigodo Casio, que gobernaba la comarca, los recibió y propuso seguir al frente de sus tierras, integrándose en el mundo islámico. Estableció un vínculo institucional con el islam y adoptó el nombre de Banu Casi.
Desde Zaragoza, Musa envió una guarnición al suroeste del Pirineo, una zona habitada por pueblos poco civilizados de lengua ininteligible. Los musulmanes ocuparon estas tierras, se llevaron rehenes y dejaron un gobernador bereber. Córdoba impuso su estructura política y militar: los habitantes conservaron sus propiedades y tradiciones, pero debían pagar un tributo anual. El dominio musulmán fue similar al de los visigodos.
En los valles medios del Ebro se asentaron bereberes y dos pueblos árabes con rivalidades ancestrales: los yemeníes del sur de Arabia y los coraisitas beduinos del norte.
En el año 732, al-Gadafi pasó con su ejército meses antes de ser derrotado en Poitiers y con el levantamiento del 740, muchos bereberes se desplazaron hacia el sur.
En el 755, Yusuf al-Fihri intentó reafirmar su autoridad en la Marca Superior con campañas militares, pero fue derrotado.
En el 756, Abderramán I desembarcó en Hispania, reunió a yemeníes, coraisitas y bereberes, y en pocos años se convirtió en el emir de al-Ándalus.
En el 767, Sulayman al-Arabí se rebeló contra Abderramán buscando la independencia de Córdoba. Envió una embajada a Carlomagno pidiéndole apoyo, prometiendo cerrar el paso a los cordobeses si intentaban cruzar por su comarca hacia Aquitania. La oferta interesó al emperador, que buscaba crear una franja defensiva al sur de los Pirineos.
En el 778, Carlomagno movilizó dos ejércitos: uno por el Pirineo central y otro por el occidental, que se reunieron en Pamplona. El emperador se dirigió por la calzada romana hacia Saragusa. Sulayman lo recibió, dejando al mando de la plaza a al-Husayn ibn Yahya. Sin embargo, cuando el ejército franco se acercó, al-Husayn ordenó cerrar las puertas de la ciudad. Carlomagno, incapaz de afrontar un asedio prolongado, pues la ciudad tenía unas murallas altas y sólidas y con una sublevación en Renania, tuvo que levantar el sitio y regresó a Aquitania. Para evitar traiciones durante la retirada, tomó como rehén a Sulayman.
A su regreso, Carlomagno ordenó saquear Pamplona y derribar sus murallas. A mediados de agosto, al cruzar los Pirineos, la retaguardia del ejército franco fue atacada por los hijos de Sulayman y un contingente de diversas etnias apoyados por los Banu Casi. Se sabe que la batalla fue en Valcarlos, Roncesvalles, aunque algunos historiadores sugieren el Valle de Hecho, en la Corona de los Muertos. En la emboscada murieron algunos nobles, incluido Roldán, duque de Bretaña.
En el 781, al-Husayn se levantó de nuevo contra Córdoba en Zaragoza. Abderramán I envió un poderoso ejército para restablecer la hegemonía cordobesa en la Marca Superior.
La población de Pamplona y el Alto Aragón es el resultado de la fusión de dos grupos distintos, con diferentes culturas e identidades. Por un lado, los muladíes Banu Casi y, por otro, un conglomerado de aquitanos, francos, vascos de diversas tribus e hispano-godos huidos reunidos en torno al conde Íñigo Jiménez. Aunque los documentos son inciertos y datan del siglo XVI, se cree que Íñigo Jiménez gobernaba la comarca de Bigorra en los valles pirenaicos.
Íñigo Jiménez se había casado con Onneca, con quien tuvo un hijo: Íñigo Arista. Tras la muerte de Íñigo Jiménez en el 784, su viuda Onneca se casó con el muladí Musa ibn Fortún, jefe de los Banu-Casi. Este mantuvo una intensa actividad política, social y militar, consolidando a los Banu Casi como el linaje más poderoso de los valles pirenaicos y las riberas del Ebro. Su enlace con Onneca unió a dos grandes familias de los Pirineos occidentales. Musa ibn Fortún y Onneca tuvieron varios hijos.
En el 788, murió Abderramán I, y en 789, Iñigo Jiménez.
En el 798, Guillermo de Tolosa entró en Pamplona para apoyar al franco Velasco, quien en el 799 lideró una sublevación que culminó con el asesinato del valí Mutarrif. La ciudad quedó bajo la autoridad de la familia Velasco.
La leyenda cuenta que, a finales del 810, en el monte Oroel, entre Huesca y Jaca, Íñigo Arista fue alzado sobre su escudo ante 300 guerreros y proclamado caudillo y príncipe cristiano. Íñigo Arista sucedió a su padre, Íñigo Jiménez, y, apoyado en su medio hermano Musa Ibn Musa, se convirtió en el principal conde de la comarca pamplonesa.
En el 820, con la ayuda de los Banu Casi, reunió a la nobleza de Pamplona y a núcleos de hispano-godos dispersos, formando una unidad política, administrativa y territorial que sería el germen del reino pamplonés. No se conoce el nombre de la esposa de Íñigo Arista, pero tuvieron tres hijos: García, Galindo y Assona. Esta última se casó con su tío Musa Ibn Musa, estrechando aún más los lazos entre ambas familias.
Ludovico Pío, queriendo establecer una franja de seguridad al sur de los Pirineos para proteger Aquitania, envió en el 824 una segunda expedición contra Pamplona. La expedición mandada por los condes Eblo y Aznar fue derrotada en la segunda batalla de Roncesvalles por Íñigo Arista, con el apoyo del conde García el Malo de Aragón y de Musa Ibn Musa.
En el 841, Íñigo Arista quedó paralítico. Su primogénito, García Íñiguez, asumió el gobierno de la comarca y apoyó a su tío Musa Ibn Musa, quien se había rebelado contra Córdoba. El emir dirigió una campaña por la Marca Superior, derrotando contundentemente a García Íñiguez y Musa Ibn Musa.
Tras la muerte de Íñigo Arista en el 851, García Íñiguez se hizo cargo del gobierno de la comarca pamplonesa. Estaba casado con Urraca, de linaje desconocido, aunque se cree que podría ser hija de Musa Fortúnez. Lo importante es que de esta unión nacieron Fortún Garcés, Sancho Garcés y Onneca, y es posible que también fuera padre de Jimena, la esposa de Alfonso III.
El primogénito de García Íñiguez, Fortún Garcés, se convirtió en el caudillo de Pamplona. Se casó con Auria, del linaje Banu Qasi. Fueron padres de cuatro hijos y de Onneca, nacida en el 847, de gran trascendencia histórica.
En el 860, el emir Mohamed invadió la Marca Superior y capturó a Fortún Garcés y a su hija Onneca, llevándolos como rehenes a Córdoba para asegurar el pago de tributos. Permanecieron retenidos en la capital cordobesa durante dos décadas.
Fortún Garcés, el primogénito de García Íñiguez, era el heredero de la comarca. Su hija Onneca, conocida en Córdoba como «la Perla», siendo una adolescente con 14 años, tuvo un hijo con Abdalah, primogénito del emir Mohamed I, al que llamó Mohamed como su abuelo.
Mientras Fortún Garcés estuvo retenido en Córdoba, García Jiménez fue regente de Pamplona. Este se había casado en primeras nupcias con Íñiga Rebelle, señora de Sangüesa, con quien tuvo dos hijos: Íñigo y Sancha. Al enviudar, se casó con una hija de Ramón I, conde de Pallars y Ribagorza. De esta segunda unión nacieron los históricamente importantes Sancho Garcés, Jimeno Garcés y Jimena Garcés. La poderosa influencia de Ramón I llevó a García Jiménez a retirar como herederos a los hijos de su primer matrimonio.
Juan Pisuerga
PARA MÁS INFORMACIÓN.
- Cañada Juste, Alberto (2015). Nacimiento del reino de Pamplona: Sancho Garcés I. Colección Abuelos y Nietos de Pamplona.
- Jimeno Jurío, José María (2004). ¿Dónde fue la batalla de «Roncesvalles»? Pamplona
- Fortún Pérez de Ciriza, Luis Javier (1993). «El Reino de Pamplona y la Cristiandad Occidental». En Historia Ilustrada de Navarra. Pamplona
- Lacarra y de Miguel, José María (1972). Historia política del reino de Navarra: Desde sus orígenes hasta su incorporación a Castilla. Pamplona: Caja de Ahorros de Navarra.
- Martín Duque, Ángel J. (1993). «Génesis del reino de Pamplona». En Historia Ilustrada de Navarra. Pamplona
- Muruzábal Aguirre, José María (1994). «Nuevos datos sobre el origen del reino de Navarra». Historia medieval.
- Sánchez Albornoz, Claudio (2002). Orígenes del reino de Pamplona. Su vinculación con el valle del Ebro. Biblioteca Básica Navarra. Pamplona Ediciones y Libros, S.A.