DIEGO RODRIGUEZ PORCELOS
LA FUNDACIÓN DE BURGOS.
Aunque hay vestigios de asentamientos humanos desde el Neolítico y la Edad del Hierro, la fundación oficial de Burgos como núcleo poblacional se atribuye a Diego Rodríguez Porcelos en el año 884. Los historiadores, basándose en la Crónica albeldense, señalan que Diego Rodríguez Porcelos era hijo de Rodrigo, el primer conde de Castilla. Es probable que su nombre, Porcelos, derive del término romano Procella, que evoca bravura o tormenta, o bien del topónimo Porcelos, una localidad gallega en la provincia de Lugo.
La llegada de Ordoño I al poder lo obligó a contener a los Banu-Casi, que asolaban la comarca suroriental del reino. Musa Ibn Musa, gobernador de una extensa región del este y noreste peninsular, se había autoproclamado tercer rey de Hispania. Para consolidar su poder, Musa mandó construir una fortaleza en Albelda, una amenaza constante para el reino asturiano y el emergente núcleo cristiano de Pamplona. Ordoño la asedió, conquistó y destruyó. Aunque Musa acudió en su defensa, tuvo que retirarse herido.
Ordoño reorganizó el reino, dividiéndolo en demarcaciones defendidas y administradas por condes. En el año 850 encomendó al conde Gatón la reconquista y repoblación del Bierzo, León y Zamora. Muchas villas despobladas intentaron repoblarlas mozárabes, lo que llevó a la reconstrucción de las murallas de León. La frontera oriental y suroriental quedó bajo el gobierno del conde Rodrigo. Consciente de la vulnerabilidad de la región suroriental, Ordoño le ordenó levantar torres y fortalezas defensivas para proteger a los nuevos pobladores. Pese a estas defensas, Mahomed I lanzó expediciones contra el reino cristiano en 862, 863 y 865. Tanto Ordoño I como Mahomed fallecieron en el año 866.
La conquista y repoblación de Amaya es objeto de debate entre los medievalistas: algunos afirman que fue amurallada por Munio Núñez II, otros que la repobló Gatón e incluso se ha escrito que el conde Rodrigo.
La colonización de la meseta norte tomó forma a mediados del siglo IX. Las laderas del sur de los montes cantábricos comenzaron a llenarse de eremitorios, siguiendo las nuevas corrientes de ascetismo impulsadas e inspiradas desde Oriente en san Benito de Nursia. Entre los años 860 y 870 en estas tierras, hubo numerosas donaciones para construir iglesias y conventos.
Las relaciones entre Asturias y Córdoba con el rey Alfonso III y el emir al-Mundir se tornaron turbulentas. La Batalla de la Polvoraria en 866 fue una gran victoria del rey Magno que debilitó tanto el emirato que le forzó a firmar unas treguas de tres años. En este acuerdo, Córdoba reconocía al reino astur, aunque le imponía un tributo anual. El pacto permitió al reino cristiano fortalecer sus posiciones, mientras Córdoba tuvo que acometer las costosas rebeliones de los muladíes.
En las campañas musulmanas de 882 y 884, ni las crónicas cristianas ni las musulmanas mencionan a Ubierna ni a Burgos como núcleos de población, pese a que los ejércitos islámicos debieron atravesar estas tierras, lo que sugiere que habría a lo sumo algunos habitantes hispano-godos que no se habrían refugiado en las montañas del norte.
El reino asturiano aprovechó la tregua para ordenar a Diego Porcelos la repoblación de algunas comarcas de la ribera sur del Ebro con las familias de hispano-godos dispersas por San Miguel de Pedroso o San Felices de Oca. Fue entonces cuando estos habitantes se integraron plenamente en el incipiente enclave castellano. Tras conquistar la comarca, el conde decidió establecer un nuevo centro de población en un cerro dominante.
En el año 884, el rey encargó a Porcelos la construcción de dos fortalezas: una en la vega del río Ubierna y otra en la cuenca del Arlanzón. Ambas servirían como baluartes defensivos y bases para avanzar sobre el territorio islámico. La misión del conde era repoblar y fortificar esta zona estratégica, creando un «burgo murado» a orillas del río Arlanzón. Este enclave se convertiría en un punto clave de la línea defensiva del valle del Ebro apoyándose en Pancorbo. La nueva Puebla debería ser un puesto de avanzada cristiano para impulsar su crecimiento.
El conde de Castilla eligió unos terrenos con buenos pastos y abundantes acuíferos, protegidos al sur por el río y al norte por un cerro. Mandó construir en la cima una fortaleza avanzada que proyectara una poderosa imagen de seguridad y que se encontrara en la encrucijada de las principales rutas del norte peninsular y en el centro del Camino de Santiago. El castillo vigilaría los territorios bajo su gobierno y las laderas donde se habían establecido ermitas, monasterios, iglesias y parroquias.
En su entorno, se establecieron artistas, comerciantes, mercaderes, labriegos, ganaderos, emigrantes y peregrinos que comenzaron a construir casas, establos, almacenes, molinos, hosterías y hospitales. Este núcleo poblacional fue el embrión de Burgos, que con el tiempo se convertiría en la capital del condado de Castilla y en un importante centro político y económico con ricos mercados y el desarrollo de una próspera burguesía. Su situación estratégica en el Camino de Santiago consolidó su relevancia como punto de acogida para peregrinos de toda Europa.
Alfonso había creado en poco tiempo una nueva línea defensiva en la ribera sur del Ebro y había restaurado la sede obispal de Auca.
Alfonso III y al-Mundir reanudaron las hostilidades, pero sus problemas internos los obligaron a renovar las treguas en el año 884. Alfonso se enfrentaba a un levantamiento de sus hermanos Fruela, Odoario y Bermudo, mientras Córdoba lidiaba con las rebeliones muladíes del norte, sur y oeste peninsular.
Las nuevas treguas fueron similares a las anteriores, pero con una reducción del tributo anual. Ambos gobernantes decidieron excluir a los Banu-Casi del pacto. Estas treguas resultaron fundamentales para el desarrollo del Reino de Asturias, ya que el periodo de paz consolidó y fortaleció la posición de Alfonso en la península, favoreciendo un crecimiento económico y cultural que se extendió durante los 18 años que duró el acuerdo.
Porcelos tuvo que defender los territorios ganados por los colonos en el sureste de los beligerantes Banu-Casi. En una de esas batallas o escaramuzas, el conde perdió la vida en la Cornudilla. A su muerte, Diego Porcelos no fue sucedido en el condado por su hijo Gonzalo Díaz.
Juan Pisuerga
PARA MÁS INFORMACIÓN
- Esquivias, Óscar Don Diego Porcelos. Diario de Burgos.
- López Mata, Teófilo (1957). Geografía del Condado de Castilla. Ed. Madrid. Instituto Jerónimo Zurita.
- Martínez Díez, Gonzalo (2004). El Condado de Castilla. Valladolid: Junta de Castilla y León.
- Pérez de Urbel, Fray Justo (1945). Historia del Condado de Castilla. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
- Pérez de Urbel, Fray Justo (1969). El Condado de Castilla. Los 300 años en que se hizo Castilla. Madrid: Siglo Ilustrado.
- Menéndez Pidal. Historia de España. Espasa Calpe, S.A. 1974